ARQUITECTURA
UNA CASA EN CHAPINERO
La remodelación de esta casa bogotana, que estuvo a cargo del arquitecto Lucas Oberlaendery el equipo de su firma, acudió a tres materiales clásicos sin fecha de caducidad: hierro, concreto y madera
“Creo que entre menos materiales use y entre más pequeña sea la orquesta, mejor será el resultado; esa es mi tendencia. Así hay más control sobre cómo hacer para que los materiales se luzcan. Entonces lo que busco es resolver la casa con tres materiales, o con dos, o con uno, que si se pudiera sería lo ideal”, explica el arquitecto Lucas Oberlaender.
Para la remodelación de esta vivienda, construida en 1958 y ubicada en el barrio Chapinero Alto, en Bogotá, los propietarios le manifestaron a Lucas la necesidad de abrir los espacios de la zona social y darles mayor altura a los techos. De la distribución interna solo se conservó la ubicación y la estructura de la escalera que conduce a las habitaciones del segundo piso. Tumbaron los muros que fragmentaban el área del primer nivel y aprovecharon la luz natural que viene del jardín instalando un gran ventanal de puertas corredizas.
La demolición de los muros implicó un refuerzo estructural en hierro que, al pintarlo de negro, le da un marco a los 270 metros cuadrados de área total. La cubierta, que se sostenía con balas rollizas de madera, se cambió por una marquesina que ilumina la sala de doble altura, donde una biblioteca exalta las vetas de la madera de castaño.
AL DERRUMBAR LAS PAREDES QUE FRAGMENTABAN EL ESPACIO SE LOGRÓ UNA FLUIDEZ QUE PERMITE QUE LA LUZ NATURAL BAÑE CADA RINCÓN DE LA CASA
LA MADERA EN LOS PISOS Y LA CARPINTERÍA HECHA A MEDIDA, ASÍ COMO LOS PISOS TE BALDOSAS POLICROMADAS, CREAN AMBIENTES CÁLIDOS Y LLENOS DE PERSONALIDAD.
Esta chapilla, también presente en la isla y el mueble de la cocina, el aparador del comedor, el bar y la banca del vestidor de la alcoba principal, es la coprotagonista de la orquesta. Juega en el escenario con listones de guáimaro en patrones de parqué que se distribuyen en el piso y en los pasos de la escalera, y con el concreto esmaltado del suelo de la cocina, el comedor y el estudio que se ubica tras el jardín.
La construcción en pañete rugoso, ejecutada por Nicolás Lizarralde, expone en todos sus frentes altas ventanas pivotantes a ras que hacen que la casa se vea plana desde afuera y profunda en su interior. Se implementaron bajo la lógica de que los espacios que miran hacia el occidente –a los que por naturaleza les entra el sol de la tarde- también reciban la luz de la mañana, y viceversa en el área oriental.
El sistema de iluminación, diseñado por Lucas -quien huye de las balas que encandelillan-, se compone de lámparas que proyectan en techos y muros una luz tenue reflejada en el espacio. Los dueños de casa complementaron las fuentes con piezas independientes, como tres modelos de Coco Pendant importados de Australia que cuelgan sobre el mesón de la cocina, y que combinan dos materiales protagónicos de la casa: madera y metal.
La atmósfera de esta vivienda, construida a partir de elementos sin fecha de caducidad, se alienta con muebles de diseño contemporáneo y un par de poltronas de los años sesenta que conservan su elegancia. El antejardín, el patio posterior y los cactus del segundo piso, por su parte, acentúan el encanto singular de vivir en casa, donde la vegetación provee la calma y la armonía que solo los árboles y las plantas pueden generar.