Open Lab: DOnDe tODO suceDe
Este espacio sorprendente nace del encuentro, en una vieja bodega del barrio Manila de Medellín, entre el proyecto innovador de Catalina Alzate y “la megalomanía del arquitecto”, según expresa el mismo Antonio Yemail. Open Lab es una empresa dedicada a la innovación, al Design Thinking, al branding y a la creación de redes. Su directora, Catalina, necesitaba un espacio en el que sucedieran muchas cosas —sus oficinas, coworking para alquilar, foro para eventos y conversatorios, mercado de marcas, un café— y del cual salieran muchas otras. Quería un espacio que fuera cool. Sabía que, pasado el punto álgido de la pandemia, tendríamos que volver a reunirnos, porque la creatividad y la innovación en el trabajo surgen también de la espontaneidad de los encuentros.
La propuesta de Yemail fue hacer una transformación profunda: desnudar el espacio, reforzar la cubierta, quedarse con cuatro muros y hacerlo todo nuevo. Una puesta en escena para que en ella suceda de todo. Se trata de un “diálogo con el espacio orientado por un conjunto de elementos de distinta naturaleza dispuestos en los extremos: dos entrepisos de madera de abeto que expresan un orden estructural, seis jardines triangulares, once ventanas de barco, una escalera dentro de otra escalera y otra más que quiere ser un lugar y no solo un medio para subir y bajar”. Resulta en una especie de set con espacios para que suceda lo que tenga que suceder entre “personas y tiempos distintos por medio de componentes arquitectónicos que abandonaron las reglas de la función para dejarse influir por las medias del cuerpo y las relaciones”, continúa Yemail. Hay oficinas debajo de las escaleras y sobre estas en la tarima. Hay un espacio central con mobiliario de Perceptual para el coworking, están las gradas para leer o seguir trabajando o en las cuales acomodarse cuando se dan las charlas o los conciertos; hay plantas, hay luz y aire que circula desde las ventanas y hay movimiento continuo entre las ideas y la gente que ahí se reencuentra.
En conclusión, como lo muestran estos tres ejercicios tan distintos entre sí de Antonio Yemail, unidos por la experiencia de la pandemia, podemos decir que la arquitectura se torna política en cuanto a que gira en torno a la comodidad, la sensibilidad, el grupo y la individualidad, la salud física y emocional y las expectativas por volver al trabajo, que ha cambiado con nosotros. Todo ha cambiado y los espacios deberán expresar la impronta del cambio.