HARRY DE INGLATERRA. “CRECÍ PENSANDO QUE NO TENER MAMÁ ERA NORMAL”.
A los 32 años, el hijo menor de Diana revela que le hace falta tener una madre que le dé la compasión que todo el mundo necesita.
El hijo menor de Diana destapa cómo atravesó el amargo divorcio de sus padres y el vacío que significó vivir sin ella desde niño.
Por mucho tiempo,
Harry se resistió a volver a ver las fotos del álbum que, seguro con mucho cariño, Lady Di hizo en vida con sus recuerdos familiares. Los 20 años de su fallecimiento lo animaron a redescubrir en esas imágenes momentos tan tiernos como aquel día de playa en que ella le dio uno de sus abrazos. “Ella te envolvía y te estrujaba lo más que podía. Y siendo tan pequeño como yo era entonces, no había escapatoria, estabas ahí y ahí te quedabas el tiempo que ella quisiera”, cuenta el príncipe en el documental Diana, Our Mother.
Al igual que su hermano William, subraya la picardía de Diana: “Nuestra madre era una niña de pies a cabeza. Se reía con unas locas carcajadas de pura felicidad”. Y está convencido de que ella tomó la valiente decisión de darles una vida lo más normal posible, a pesar de lo difícil que era crecer siendo el centro de atención. “Eso significaba llevarnos a comer hamburguesas de vez en cuando, ir a escondidas al cine o recorrer las carreteras rurales en su viejo BMW descapotable y oyendo Enya”, detalla Harry.
El testimonio del hijo menor de Lady Di permite conocer un poco cómo fue para él y William la experiencia del divorcio de Carlos y Diana, un escándalo mundial en los años noventa. “Rebotábamos entre ellos, así que nunca veíamos lo suficiente a ninguno de los dos. Había muchos viajes y peleas entre mi hermano y yo en la silla trasera del carro, las cuales yo siempre ganaba”, evoca. “No digo que fuimos los únicos que pasamos por eso, pero fue una interesante manera de crecer”.
Al respecto, Paul Burrell, el mayordomo a quien Diana llamaba “mi roca”, le contó al Daily Mirror que la princesa sabía lo doloroso que era aquello para sus hijos y trataba de compensarlos con buenos ratos. En lo peor de la crisis, los príncipes dormían con ella y le dejaban notas que decían: “It will be ok” (todo saldrá bien). “Cuando la princesa murió, sus hijos fueron llevados al Palacio de Buckingham, a un mundo estéril, muy frío, donde el nombre de Diana era un tabú. Ahora, pueden hablar con franqueza”, concluyó el mayordomo.
A Harry, lo mismo que a su hermano, no se le borra esa última llamada de Diana desde París, cuando hacía varias semanas que no la veían: “Nunca disfruté hablar con
mis padres por teléfono. Nos la pasábamos mucho en eso a cambio de hacerlo en persona y la verdad es que no me acuerdo de qué le dije. Ahora lamento lo corta que fue la conversación y tendré que lidiar con eso el resto de mi vida. De saber que era la última vez que hablaría con mi madre, si hubiese tenido el más leve pálpito, cuán diferente habría sido esa charla”.
Harry, de 32 años, parece sentar cabeza tras una loca juventud que lo llevó a protagonizar escándalos como la publicación de sus fotos desnu-
“William y yo rebotábamos entre nuestros padres, así que nunca veíamos lo suficiente a ninguno de los dos”, revela Harry sobre el divorcio de Carlos y Diana.
do con una joven en una parranda en Las Vegas. Ahora revela que su agresividad y deseo de evasión fueron el resultado de tragarse el dolor de la ausencia. “Crecí pensando que era normal no tener mamá. En los diez años que pasé en el Ejército hundí la cabeza en la arena y solo oía un ruido que enmascaraba la realidad”, confiesa. En últimas, la terapia psicológica lo ayudó a vencer el peligro que significaba no hablar de Diana y parece que eso le ha abierto la puerta del amor, pues su noviazgo con la actriz Meghan Markle va viento en popa y se pronostica que pronto habrá boda.
El príncipe ha descubierto, en cartas que Diana escribió el mismo día de su muerte, su conocimiento de problemas como las minas antipersona. “Sabía lo que se necesitaba hacer y comprendo el efecto que estaba teniendo a escala internacional”, puntualiza Harry.
“Uno de los lemas de mi madre era: ‘puedes ser todo lo pillo que quieras mientras que no te descubran’”.