MIS AMIGAS DRAG.
Cuatro profesionales bogotanos hacen parte de la nueva generación de drag queen colombiana. Y están rompiendo los estereotipos de lo masculino y lo femenino: para ellos, el moustache y la barba son tan importantes como los tacones y el maquillaje.
Cuatro jóvenes bogotanos desafían los estereotipos de género con una arriesgada propuesta estética. En tres años, este colectivo de drag queen ya ha conquistado los más importantes escenarios alternativos del país.
Durante su
más reciente visita a Bogotá, el fotógrafo Mario Testino, célebre por ser el artífice de muchas de las portadas de Vogue y Vanity Fair, exigió que su agenda no se filtrara a los medios. Sin embargo, se supo que en esos días, a mediados del año pasado, fue homenajeado por un grupo de diseñadores y artistas emergentes en una gala de espíritu teatral. Detrás del vestuario fastuoso y el impresionante maquillaje estuvo el colectivo Mis Amigas Drag, conformado por Andrés Martínez, Daniel Ramos, Martín Phillips y Juan David Moya. Testino los conoció por medio de algunas personalidades del mundo de la moda y quedó tan impresionado que decidió fotografiarlos para un proyecto editorial que será publicado este año. La sesión se ajustó a los códigos del artista peruano, siempre ligados a la moda. Las drag lucieron trajes de los diseñadores colombianos Kika Vargas, Olga Piedrahita y Darío Cárdenas.
Testino, quien simultáneamente exhibía en el Museo de Houston, Texas, algunos de los retratos que les ha hecho a sus grandes musas (Madonna, Kate Moss y Lady Di), vio algo es- pecial en los rostros femeninos y barbudos de estos cuatro jóvenes. Pero, ¿quiénes son y qué representa su estética?
“Las drag queen han existido desde siempre”, asegura Andrés Martínez. Las había en los espectáculos satíricos de la Inglaterra victoriana, en los que los artistas hombres se vestían como cortesanas y apelaban a diálogos ampulosos contra la moral recalcitrante de la época. “Este fenómeno alcanzó la vara más alta en la escena queer de Nueva York y Londres en los ochenta. De alguna manera se le debe a Rupaul”, enfatiza el arquitecto Martín Phillips.
Eso en cuanto a lo general. En lo particular, la historia de Mis Amigas Drag empezó hace tres años, cuando se treparon en tacones por primera vez para hacer pequeñas actuaciones en fiestas de casa y reuniones privadas, al margen del circuito gay de Chapinero. Sin embargo, la primera aparición en público no se hizo esperar. Su debut fue en Theatron, el icónico bar gay de Bogotá y uno de los más grandes del continente. Ese día la gente no los dejaba caminar, todos buscaban una selfie con estos perso-
najes exóticos, de maquillaje operístico y cuya propuesta artística se movía en el intersexo, como si quisieran borrar las marcadas diferencias de los géneros. Desde entonces han vestido prendas femeninas, algunas llevadas a la hipérbole, lo grotesco y la parodia, pero sin esconder rasgos masculinos como la barba, el bigote y los pelos en el pecho. En nada se parecían a los transformistas y travestis de los años ochenta, que actuaban en Piscis y La Pantera Roja (dos de las primeras discos gay de la capital). Esa camada trans que conformaron performers como La Lupe, Lady Cleo, La Chachi, Asesinatta y Jessika Welch se apropió de la estética de divas como Rocío Durcal, Isabel Pantoja, Madonna y Rocío Jurado y perseguía el ideal de la mujer sexy, voluptuosa, mediática, con vestidos ceñidos al cuerpo. Mis Amigas Drag, por su parte, tiene una visión más teatral y crítica. Después de la primera vez en Theatron, su discurso llegó al corazón de eventos estrictamente culturales como Artbo o el seminario internacional ‘Cultura y arte para la transformación social’, organizado por Idartes. También se presentaron en el Festival Estéreo Picnic el año pasado.
El concepto de drag hay que explicarlo con plastilina. “No es un homenaje a la mujer, ni queremos reasignación de sexo. No somos travestis”, puntualiza Daniel Ramos. El travestismo en Bogotá, que se reprodujo y creció en los escenarios underground del centro, estuvo conformado principalmente por muchachos marginales y sin preparación académica. Aquel mundo contrasta con el de Mis Amigas Drag, que tienen formación profesional y una estrecha relación con el pop art, el grafiti, el cómic y los grandes talleres de la moda. El diseñador industrial Andrés Martínez creó el personaje Mariadna Grindr, muy cercana al universo de Andy Warhol y David Bowie. Martín Phillips se inventó a Martinique, una mujer barbuda y de pelo en pecho. Daniel Ramos, profesor de Diseño en la Universidad de los Andes, es el autor de Juana Bicul, una versión de las chicas de los dibujos manga. “En la universidad todos lo saben y nadie me cuestiona”, dice. Por su lado, el artista Juan David Moya, creador de Suamiga, se basó en referencias de las top models de los años noventa. La puesta en escena de todos se deriva del performance, con bailes y gesticulaciones sobre canciones pop. Los jóvenes se mueven en los círculos académicos y de la moda colombiana, en los que ahora todos quieren una amiga drag.•
“No es un homenaje a la mujer ni queremos reasignación de sexo. No somos travestis”.