ESCÁNDALO POR UNA HIJA ILEGÍTIMA.
El exmonarca está en riesgo de pagar una multa de 6500 dólares por cada día que rehúse someterse a la prueba de ADN, que determinará si es el padre de la aristócrata que le está amargando sus años dorados.
El exrey Albert II de Bélgica tendría que pagar una multa de 6500 dólares diarios, si no se hace una prueba de ADN que determine si es o no el padre de Delphine Böel.
Tras veinte años
en el trono, el rey de los belgas, como es llamado oficialmente, abdicó en 2013 en su hijo Philippe, arguyendo que el peso de sus casi ochenta años y problemas de salud le imposibilitaban desempeñar sus labores. Sin embargo, el retiro no ha sido todo lo apacible que él hubiera querido, pues el mismo día del anuncio, la baronesa Sybille de Selys Longchamps aseguró en televisión que había tenido un largo
affaire con el monarca, el cual había dado por fruto a una hija, la artista Delphine Boël.
El año pasado, Boël se anotó una primera victoria, cuando una corte le ordenó a Albert someterse a una prueba de ADN, en el término de tres meses, para confirmar o descartar el parentesco. Pero antes de que se cumpliera el plazo, el rey presentó un recurso ante la corte más alta de apelaciones de Bélgica, la cual, según Paris Match, suspendió la obligación de presentar el examen.
Al cierre de esta edición, estaba pendiente la decisión de la corte de casación, que tiene dos caminos: ordenar al rey que haga el test, o estudiar su apelación, lo cual podía alargar el proceso por año y medio.
Esta novela de la vida real es como la continuación del escandaloso matrimonio que Albert llevaba en los años sesenta con la noble italiana Paola Ruffo di Calabria. Su fogoso romance se había enfriado y cada cual tenía amantes casi que a la vista de todo el mundo. Según Sybille, Albert estaba muy enamorado de ella, sabía perfectamente de la existencia de Delphine y la trataba con cariño cuando la veía. Incluso, estuvo a punto de abdicar para divorciarse de su esposa y formar un hogar al lado de ambas. Empero, en 1976 él decidió volver con Paola y las abandonó.
Delphine alega motivos morales y no económicos para su querella. No obstante, los abogados del exrey ven con malicia
que entablara su demanda después de que su padre legal, el millonario Jacques Boël, quien ya se comprobó que no es su padre biológico, la desheredara. Si logra ser reconocida por el rey, tendría derecho a una quinta parte de su fortuna.
Marc Uyttendaele, abogado de Delphine, sostiene que muchas evidencias demuestran que son padre e hija, contó Le
Soir, de París. La corte, dijo el letrado, no puede forzar a Albert a hacerse el estudio genético, “pero negarse reiteradamente puede ser una desventaja para él, pues el tribunal podría inferir una sospecha de paternidad, reforzada por otros elementos del expediente”. En fin, el rey que abdicó en aras de una vejez discreta ahora está más en el ojo del huracán que nunca.