Jet-Set

DE MILÁN A BARÚ.

La diseñadora de interiores, formada en Italia, regresó al país para escribir sus nuevas páginas. A través de sus cuadernos artísticos y amigables con el medio ambiente, encontró la manera de compartir el conocimien­to con las comunidade­s más olvidadas de

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La diseñadora Sofía Vera de Valenzuela comparte su conocimien­to con las comunidade­s más olvidadas de Colombia a través de sus cuadernos artísticos y ecológicos.

“Mi interés se centra en que los niños participen en la creación de las carátulas de los cuadernos, que se sientan parte del proyecto”.

Cargada con dos maletas

de 30 kilos cada una, el 26 de noviembre de 2018 Sofía Vera de Valenzuela recorrió, en taxi y mototaxi, los 40 kilómetros que separan al Aeropuerto Internacio­nal Rafael Núñez, de Barú, la isla unida a Cartagena por el Puente de la Conectivid­ad. A pesar de lo extenuante, el recorrido de cuatro horas valió la pena, pues llevaba 300 cuadernos para donarles a los niños del Colegio Técnico Distrital Luis Felipe Cabrera, ubicado en ese corregimie­nto reconocido en el mundo por sus extraordin­arias playas y casas de recreo.

Su historia filantrópi­ca empezó en 2017, luego de su regreso de Milán, donde vivió durante cuatro años como estudiante de Diseño de Interiores. Impulsada por el anhelo de llevar a la práctica lo aprendido y ayudar a los cientos de comunidade­s vulnerable­s del país, fundó la empresa Elementa Proyecto Objeto. Les apostó a los artículos de diseño inspirados en Colombia y que además fueran amigables con el medio ambiente. Para lograrlo, y con el fin de generar impacto social, la bogotana de 25 años aplicó el modelo de negocios one for one, de Toms, la firma california­na de zapatos, que consiste en donar un objeto por cada producto vendido. “Mucha gente me dice: ‘Quiero hacer algo por los demás, pero no sé cómo”. Y en cierta forma me he convertido en un puente para ellos: me compran el cuaderno y saben que así ayudan”.

Desde entonces, Sofía ha lanzado dos coleccione­s bautizadas en honor a las localidade­s que se han beneficiad­o con sus donaciones. La primera se denomina Nueva Venecia, igual que la población de construcci­ones palafítica­s en la Cié-

naga Grande de Santa Marta. Este lugar tiene para ella un significad­o especial y es gracias a su mamá, Claudia de Valenzuela. “Tiene una casa en Santa Marta y, desde niña, me llevaba a pasear por la Ciénaga. Es espectacul­ar, está lleno de manglares y de patos”, recuerda. Su cercanía la empujó a pasar del deseo a la acción y a darle vida a su proyecto. Para comenzar, eligió el objeto que les iba a donar a los niños, para darles la oportunida­d de salir adelante y superar su pobreza. “Decidí diseñar cuadernos, porque son la herramient­a perfecta que los incentiva a estudiar y les permite desarrolla­r su creativida­d”.

El 8 de julio de 2018 realizó la primera donación de 300 cuadernos. Sin embargo, a partir de la segunda colección, Barú, cambió de estrategia: en alianza con Mariana Sanz de Santamaría,

“Las comunidade­s necesitan un pequeño empujón. Debemos ser más consciente­s de los contrastes y de la pobreza que hay en nuestro país”.

profesora de Enseña por Colombia, organizó un concurso de arte y escritura entre los niños. Ellos debían plasmar en un dibujo o en un texto la importanci­a de los cuadernos. La imagen y el escrito ganadores se incluyeron en las carátulas. “Todos se emocionaro­n al ver impreso el trabajo de sus compañeros. Fue una oportunida­d perfecta para demostrarl­es que, si se esfuerzan y hacen las cosas con dedicación, siempre tendrán una recompensa”.

Otro de los propósitos de Elementa Proyecto Objeto es servir de plataforma a las artistas colombiana­s emergentes. “El mundo está cambiando, los millennial­s no quieren trabajar en una oficina, prefieren emprender, pero hacerlo es muy duro. Cuando creas tu propia empresa te das cuenta de la necesidad de apoyar a quienes lo hacen, porque conoces las dificultad­es”, añade Sofía, quien junto a la ilustrador­a Natalia Swarz crea las portadas, inspiradas en la fauna y la flora nacionales. Además del impacto social, la compañía también busca generar conciencia ambiental. Por eso, los cuadernos están hechos con papel ciento por ciento reciclado, elaborado con desechos de caña de azúcar. “Los primeros los hicimos con papel normal, pero no era coherente con el concepto del proyecto. Entonces saqué pronto la siguiente línea con los materiales nuevos”.

En la actualidad, Sofía prepara la tercera colección y planea ampliar su oferta de productos para recorrer el país llevando esperanza a los más necesitado­s.

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 ??  ?? Cada vez que alcanza la suma de 300 cuadernos vendidos, hace una donación. La primera fue en Nueva Venecia, en la Ciénaga Grande de Santa Marta, donde 300 niños resultaron beneficiad­os. La próxima será en Urabá.
Cada vez que alcanza la suma de 300 cuadernos vendidos, hace una donación. La primera fue en Nueva Venecia, en la Ciénaga Grande de Santa Marta, donde 300 niños resultaron beneficiad­os. La próxima será en Urabá.
 ??  ?? Las ilustrador­as Natalia Swarz y Luisa Castellano­s son sus aliadas. Tucanes, tigrillos y micos son algunos de los protagonis­tas de las coleccione­s inspiradas en la fauna y flora nacional.
Las ilustrador­as Natalia Swarz y Luisa Castellano­s son sus aliadas. Tucanes, tigrillos y micos son algunos de los protagonis­tas de las coleccione­s inspiradas en la fauna y flora nacional.
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