EXPECTATIVA MUNDIAL.
El primogénito del duque de Sussex se espera para abril, pero parece que tiene afán por dejarse ver porque varias veces ha hecho correr a sus padres a la clínica.
El hijo de Harry de Inglaterra y su esposa Meghan emociona a los admiradores de la realeza británica a pocas semanas de su nacimiento.
El nuevo miembro de la familia real del Reino Unido será séptimo en la línea de sucesión al trono, o sea que las posibilidades de que llegue a reinar son prácticamente nulas. Aún así, gracias a la alta popularidad de sus padres, su exótica historia de amor y la belleza de su madre, se ha desatado en torno de él un revuelo comparable al que suscitaron sus primos, los príncipes de Cambridge, hijos del futuro rey William. Pesa, además, que sea el cuarto nieto de la fallecida Diana de Gales, madre de Harry, cuya memoria parece indeleble. La prensa ha publicado toda suerte de informes que abarcan desde la clínica del parto hasta el extractor de leche materna que usará la duquesa. La fecha, claro está, es el asunto más trajinado, luego de que el Palacio de Kensington, residencia de los duques, se limitara a anunciar que el nacimiento se prevé para la primavera, que comenzó el 20 de marzo. Eso sucedió en octubre pasado y si se asume que Meghan tenía tres meses, el alumbramiento debería ser en abril. En Birkenhead, contó el Daily Express, ella pareció confirmarlo. Al hablar de su bundle of joy, bella expresión que se usa en inglés para un hijo por nacer y que traduce “manojo de alegría”, “Meghan dijo que tiene seis meses de embarazo y que dará a luz a finales de abril o comienzos de mayo”, reveló una habitante del lugar. “Meghan y Harry están en alerta máxima porque los doctores dijeron que el bebé puede llegar en cualquier momento”, aseguró Newidea. com, que agregó: “Han tenido varias falsas alarmas por las que se hicieron arreglos para ir al hospital”. Una vez, el parto pareció tan inminente, que Kensington alcanzó a anunciar por Twitter la llegada de Meghan al pabellón Lindo del St. Mary’s Hospital de Londres. El trino fue retirado a los pocos minutos. “Ella está a punto de estallar”, le dijo a Newidea.com una fuente, que prosiguió: “Aparte de las constantes contracciones, el niño está encajado en la pelvis (lo que ocurre hacia las 37 o 38 semanas de gestación) y Meghan tiene todos los signos de que el bebé llegará más temprano que tarde”.
Se armó un escándalo porque Meghan les dijo a unos amigos que piensa criar a su hijo con género neutro y sin imponerle estereotipos al respecto.
Lo obvio es que el pequeño nazca en el ala Lindo del St. Mary’s, donde lo han hecho casi todos los bebés reales en las últimas décadas, incluido Harry. Una posible señal de que así será la dio el londinense The Telegraph, al relatar cómo el hospital les solicitó a sus empleados que no pidieran vacaciones en abril. Catherine, esposa de William, también dio a luz a sus niños, George, Charlotte y Louis en este afamado centro médico que cuenta con las comodidades de baño privado, menús gourmet y mucha privacidad, lo más importante para los Windsor. Pero como Meghan quiere mostrarse muy distinta a su concuñada, pues no se llevan bien, el St. Mary’s quedó descartado, según Town & Country. Se murmura, igualmente, que el ala Lindo está desprestigiada, pues se raja en higiene. Entre las alternativas para romper con la tradición, una tendencia muy marcada en Meghan, estaría el lujoso Frimley Park Hospital. Paul Burrell, exmayordomo de Diana de Gales, opina que Meghan confía más en la medicina de su país, entonces irá a The Portland, en Londres, de la Hospital Corporation of America, preferido por celebridades como Victoria Beckham, amiga de la duquesa, y donde nacieron las princesas de York, primas del príncipe. También se rumora que parirá en casa, rodeada por un equipo de 20 personas y hasta de una “doula”, especie de coach emocional para dar a luz. Los duques dicen no saber el sexo de la criatura. Cuando un espontáneo le dijo en la calle a
Harry: “Deseo que sea niña”, él contestó: “Yo también”. Desde ahí, las apuestas se dispararon en torno al nombre de Diana, al punto que los corredores tuvieron que suspenderlas. El octavo bisnieto de la reina Isabel II no será príncipe. Si nace varón, lo llamarán, por cortesía, conde de Dumbarton, uno de los títulos que su padre obtuvo de la monarca el día de su boda. Si es niña, recibirá el trato de Lady, seguido del nombre y el apellido Mountbatten-windsor. Han salido a relucir aspectos algo más prosaicos sobre lo que le espera a este “manojo de alegría”. Sus padres creen en la preservación de la ecología, así que usarán pañales reutilizables marca Close Parent, amigables con el medio ambiente, al igual que los productos para el aseo Kit & Kin. Katie Nicholl, biógrafa de Harry, le dijo a Vanity Fair que Meghan eligió tonos neutros, entre grises y blancos, para la habitación del bebé en Frogmore Cottage, su nueva casa en Windsor. La pintura, aseguró, fue hecha con procedimientos éticos como el uso de aceite de eucalipto. Harry, por su parte, dotó la alcoba con gadgets high tech, como un sistema de monitoreo por teléfono móvil. Nicholl armó una polémica porque contó que los duques planean educar al bebé bajo una aproximación “fluida” del género, es decir, que el niño será neutral al respecto, no lo criarán con estereotipos convencionales y podrá elegir en el futuro. El Palacio de Kensington emitió un inusual comunicado negando la versión.