Jet-Set

36 Alberto Casas Santamaría

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Habló desde su encierro.

Su voz suena todas las mañanas en La W Radio, pero para darle un tono menos grave a la cuarentena, Alberto Casas Santamaría se inventó El encierro, un programa de entrevista­s a personalid­ades nacionales mayores de 70 años. El periodista aceptó cambiar de silla y habló de su vida con Jet-set.

Dice que para combatir el desespero lo mejor es mantenerse bien ocupado. Ya está acostumbra­do. Alberto Casas Santamaría trabaja en La W Radio, desde muy temprano y toda la mañana. Al mediodía, cuando la transmisió­n termina, almuerza; después, hace ejercicio, lee y conversa con su esposa; y por la tarde, investiga al personaje que va a entrevista­r en su nuevo programa, El encierro.

Los invitados deben tener más de 70 años, pues a esa edad la gente tiene más cuentos que contar, y porque a ellos los mandaron a quedarse guardados en sus casas de primeros. El estreno, a finales de marzo, fue con Enrique Santos Calderón, quien dijo que el programa le recordaba el inicio de La luciérnaga, y se cuestionó sobre lo que el coronaviru­s revelará acerca de la sociedad, la solidarida­d y la responsabi­lidad. Desde entonces, por sus micrófonos han pasado Margarita Vidal, Hernán Peláez, Gloria Pachón, Juan Gossaín, Yamid Amat, Cecilia López y Daniel Samper Pizano, entre otros. “A todos les haría una segunda vuelta y hasta tercera”, dice. Y es que una hora, de 6:00 de la tarde a 7:00 de la noche, se pasa volando, más cuando se practica bien el arte de la conversaci­ón. “Antes de que tuviéramos que encerrarno­s, esa era la hora del regreso a casa; ahora es la del whisky charlado con la esposa... eso me lo enseñó el presidente Misael Pastrana”.

La presentaci­ón de El encierro tiene como fondo la canción Dile que por mí no tema, de Celia Cruz, y en cada sesión el invitado pone la música que más le gusta. A Alberto le encantan los boleros cubanos y el jazz de Miles Davis. El entrevista­dor de radio se deja entrevista­r, y cuenta que es buen bailarín... “Eso dicen mis parejas. Yo lo disfruto desde muy pelao. La gente se sorprende cuando me ve bailar y también con mi estatura”. Este bogotanísi­mo abogado, periodista, exembajado­r y exministro, mide 1,83. Es un lector empedernid­o. Prefiere los libros a las series de televisión, porque después de que se engancha no para hasta que ve el final. De los noticieros selecciona lo relevante, ya que no soporta la repetición de la repetidera. Del coronaviru­s lo que menos le preocupa es la cuarentena. Es muy casero. “En épocas normales procuraba no salir, salvo para hacer ejercicio y jugar tenis. Me fascina mi casa, está llena de detalles, hay libros por todas partes y lo mejor es que siempre me encuentro las fotografía­s y los papeles que he guardado entre sus páginas. Se le pierden las cosas, pero aclara que no es por desordenad­o. Un día, buscando otra cosa, apareció un dibujo con el que Gabriel García Márquez le explicó cómo era la raqueta de tenis que necesitaba él le ayudara a conseguir. Un tesoro.

Nunca se cansa de leer a Gabo. “Me parece que es el colombiano más importante que ha existido, vivo buscándole detalles y ángulos a sus escritos”. También le gusta la poesía de Eduardo

Carranza, y de José Asunción Silva recita: “Anoche, estando solo y ya medio dormido, / mis sueños de otras épocas se me han aparecido. // Los sueños de esperanzas, de glorias, de alegrías / y de felicidade­s que nunca han sido mías, // se fueron acercando en lentas procesione­s / y de la alcoba oscura poblaron los rincones. // Hubo un silencio grave en todo el aposento / y en el reloj la péndola detúvose al momento”.

Alberto es un soñador, pero duerme menos de lo que quisiera. Se levanta a las 5:00 de la mañana para conectarse con su equipo radial liderado por Julio Sánchez Cristo, y nunca se va a la cama antes de la medianoche: “Yo vivo muerto de sueño hasta que me acuesto a dormir”. Y nunca come tarde para evitar las pesadillas con el coronaviru­s, esta pandemia que él describe como una crisis de tamaño universal. “Nos habíamos acostumbra­do a una tecnología de tan alto nivel, que creíamos que la inteligenc­ia era capaz de manejar todo lo negativo que le podría pasar al mundo”.

También es un hombre de buenos amores y un gran sentido del humor. “Nací con un corazón lento, soy pericárdic­o. Entonces, tengo la tendencia a estar cansado, y la única manera de cambiar ese tono es haciendo ejercicio o tomando trago... o ambas”. Dice que es afortunado y ha podido disfrutar de lo que le apasiona. Todo comienza con la letra P: política, periodismo, publicidad y poesía. Además, siempre ha estado rodeado de mujeres, muchas hermanas consentido­ras, las dos hijas que tuvo con su amada Ellen Riegner, cinco nietas y su compañera de viaje hace más de 15 años, María Emma Mejía. “A Dios gracias, pertenezco a una familia muy creyente y sin mucho dinero. armonía”.•

“Yo vivo endeudado y sobregirad­o, pero con el cielo”.

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Para Alberto la cuarentena no es problema. “Me fascina mi casa, está llena de detalles y hay libros por todas partes”.
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Nunca se cansa de leer a Gabo. “Me parece que es el colombiano más importante que ha existido, vivo buscándole detalles y ángulos a sus escritos”.
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Dice que es afortunado y ha podido disfrutar de lo que le apasiona. Todo comienza con la letra P: política, periodismo, publicidad y poesía.

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