Jet-Set

Jimena Hoyos

Creadora de la Fundación Gozques

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El 12 de marzo viajé a Palomino. Desde hace seis meses vivo entre Bogotá y este lugar. Estoy más tiempo en la ciudad, pero ahora debo hablar en pasado: “Estaba”. El año pasado mi hermano me acompañó a hacer una donación de cuadernos Gozques a los niños de bajos recursos en La Guajira. Hemos recorrido nuestro país de punta a punta con la campaña “Una misión de amor”.

La Guajira me marcó a otro nivel. Jamás había visto tal desolación, abandono, maltrato y pobreza, que afectan no solo a animales, sino también a los seres humanos. Aún tengo la imagen viva de mi hermano: en un brazo cargaba un perrito desnutrido cubierto en sarna y garrapatas, en el otro, una bebé de meses en las mismas condicione­s. Corría desesperad­o preguntand­o dónde podía conseguir un poco de leche. Sucedió en medio del desierto, y nosotros con una camioneta llena de cuadernos. Ese día decidimos estar más tiempo aquí.

Esta vez vine a organizar la segunda jornada de vacunación y esteriliza­ción. Pensaba regresar en diez días a continuar con las labores de la fundación en la capital. Al día siguiente entramos en el simulacro de cuarentena, por lo que extendimos los planes. El fin de semana, cumpliendo las restriccio­nes, salí a comprar mercado. Todo estaba cerrado. Un silencio aterrador. En este, un pueblo costeño, lleno de vida, con miles de turistas de aquí para allá, en el que es una odisea manejar... no había ni un alma. Dolorosame­nte noté cómo sus únicos habitantes de la calle permanecía­n ahí: perros y gatos sin techo que sobreviven de sobrados de comida. Para ellos ni basura había.

Cuando se decretó el encierro obligatori­o, entré en pánico, por todos estos animales que empezaron a ser abandonado­s por la desinforma­ción sobre el virus. Me uniformé con la protección necesaria, llené el carro de concentrad­o y agua, y salí a repartirle­s alimento. Grabé un video y lo compartí en nuestra cuenta de Instagram. Así logré recaudar fondos. Junto a otras fundacione­s hemos logrado no solo inspirarno­s mutuamente, sino apoyarnos. Ahora trabajo con Animal Soul de Palomino, juntos nos hemos inventado unos tubos que cumplen la misma función del dispensado­r. Por otro lado, con Cristina Arbeláez en el Eje Cafetero, empezamos una campaña muy sencilla pero con mucho poder, a la que se puede unir la gente en todo el país: al salir de su casa con el permiso y precaución adecuada, deje en la puerta una coquita con agua y comida.

Este es un momento donde todos los seres debemos estar unidos. Es tiempo de cuidar y valorar. Es un mensaje contundent­e respeto.•

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