Esteban Cortázar
Una conversación
De Francia para Colombia.
desde su casa en París revela los efectos positivos que el confinamiento ha producido en el favorito de estrellas como Naomi Campbell, Cindy Crawford y Madonna. El reconocido diseñador de moda prepara una nueva colección y apoya a la Aid Live Foundation Colombia para socorrer a los artesanos en ese tiempo de crisis.
La moda es su teatro, su religión. Y eso es precisamente lo que hoy le da paz. Esteban Cortázar, uno de los diseñadores colombianos más reconocidos y destacados internacionalmente, vive el confinamiento desde el 9 de marzo en su atelier d’artiste, en París. “Tiene una luz y serenidad divina, mis amigos le dicen ‘la casa en el árbol’”. No podría vivir en un lugar diferente. Desde muy temprano se caracterizó por su originalidad y autenticidad. En los inicios de su carrera lo calificaban como el “niño genio” de la moda, pero siempre aclara que nunca fue un prodigio: “Solo buscaba la manera de expresarme y dejar que el arte viviera en mí, para tener libertad”.
Hoy, en tiempos de pandemia, libertad y cuarentena no parecen combinar. Esteban dice que ha pasado unos días buenos y otros regulares: “Es una montaña rusa, como la vida misma. Pero estoy muy agradecido por las bendiciones que recibo, y tranquilo, porque mis seres queridos están bien. Han sido unas semanas de reflexión, adaptación y reinvención”.
Y es que de “volver a empezar” sí que sabe el hijo del artista bogotano Valentino Cortázar, y de la inglesa Dominique Vaughan, excantante de jazz y profesora espiritual. Él se adapta a los cambios, pero cuidándose de mantener su integridad y su esencia. Es un alma calmada. Los veinte años que lleva en la industria de la moda le han dado las puntadas para saber qué hacer cuando las cosas no van bien. Le ayuda ver todo como una oportunidad para evolucionar. Por ejemplo, a los 17 años, cuando iba a presentar su primera colección en la Semana de la Moda