Parecido sospechoso
poco, Hewitt fue considerado una rata, pues trató de vender las cartas de la princesa, aunque nadie se las compró. Cuando ha sido interrogado sobre si es el verdadero padre de Harry, siempre lo ha negado, con excepción de una vez, en la que con la frase “I don’t think so”, dejó entreabierta la puerta de la realidad.
El único testimonio que ha desmentido públicamente la versión es el del mayordomo de la princesa, Paul Burrell, quien asegura que las fechas no cuadran por unos pocos meses. Específicamente, él refiere que Hewitt llegó a la vida de Diana en 1985, cuando Harry ya había nacido, el año anterior. Pero se sabe que ese servidor adoraba a Diana y que lo único que nunca haría sería traicionar su leyenda. Los cálculos del momento en que se volvieron amantes son difíciles de establecer, pues son asuntos de la intimidad que solo conocían los protagonistas. Una mujer puede enamorarse de su
En 1995,
Meghan dice que si la víctima de los ataques de la prensa hubiera sido su concuñada, Kate Middleton, la familia real no se habría mostrado tan indiferente como lo fue con ella.
entrenador a los tres meses o a los dos años. La verdad absoluta nunca saldrá a la luz.
Pero quien sí tiene que saberla es el propio duque de Sussex. Teniendo en cuenta que en Google la búsqueda por “Harry’s real father” arroja múltiples artículos y fotos sobre el tema, es seguro que hubiera oído el chisme. Fuera de los medios de comunicación tradicionales en el Reino Unido, múltiples publicaciones en el planeta han ventilado la hipótesis. El príncipe tuvo que haberse hecho una prueba de ADN e, independientemente del resultado, este jamás se haría público, por el honor de la familia real. Si se confirmara que es hijo de Carlos, aclarar esto ante la opinión sería tan humillante como decir lo contrario.
La evolución de los hechos ha puesto a pensar a muchos que la prueba genética confirmó el rumor. El parecido físico entre Harry y Hewitt es desconcertante. El color del pelo, la nariz, la sonrisa, la mandíbula avalan la teoría de que no hay nadie más parecido al padre que un hijo adulterino. Los defensores de los Windsor llevan casi veinte años tratando de neutralizar las dudas sobre la paternidad del príncipe Carlos con el argumento de que los Spencer, el apellido de Diana, tienen una tradición de pelirrojos desde hace varios siglos.
En vista de ese panorama, muchos creen que el raciocinio de Harry fue: “Si ya los Windsor saben que no soy uno de ellos y desprecian a mi esposa por ser mulata, mejor nos vamos a Hollywood, donde sí nos consideran realeza”. Y no le falta razón. Más divertido que estar peleando con un hermano como William, a cuya sombra vivirá siempre, y pasar el resto de la vida cortando cintas en aburridísimos eventos protocolarios, es estar de farra con George Clooney, Julia Roberts, Bruce Willis y Halle Berry.