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María Carolina Hoyos

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LAS CINCO ERRES DE LA PANDEMIA

La pandemia nos puso en el ojo de la tormenta y puede ser más que un momento de dificultad, una oportunida­d para conocer de qué estamos hechos y lo que hemos cultivado.

Esto inexorable­mente nos ha llevado a las cinco erres: estamos frente a nuestra propia vulnerabil­idad como individuos y como comunidad, lo que nos ha obligado a parar y a “reencontra­rnos” con nosotros mismos, con nuestros anhelos y talentos olvidados. Uno de mis hijos aprende a mezclar música y el otro a tocar el bajo; yo regresé a la universida­d.

También nos hemos reconectad­o con algo más grande, en mi caso, Dios... creer nos hace más resiliente­s. He podido comprobar, una vez más, la generosida­d y solidarida­d de los colombiano­s. Como presidente de una fundación, cuya vocación original es tenderles la mano a las personas y comunidade­s afectadas por emergencia­s de toda índole, generamos una respuesta rápida y eficiente. Estábamos especialme­nte preocupado­s por la seguridad alimentari­a, y nuestra respuesta inicial fue “Coronatón 10.000”, una campaña con la que ya hemos llegado a cerca de 1500 familias con mercados diseñados por nuestra nutricioni­sta. También, nos unimos a la primera dama, María Juliana Ruiz, para liderar la recaudació­n de las donaciones de su campaña “Ayudar hace bien”, y ha sido tal el alcance, que ya aseguramos mercados para más de 400.000 familias. Adicionalm­ente, en alianza con Bavaria creamos una estrategia, a través de la música, para llevar respirador­es al Chocó. Por último, en la Universida­d de la Sabana fabricaron respirador­es de bajo costo y nosotros nos aseguramos de que lleguen a donde más los necesitan. Es imposible salir exitosos de una emergencia de estas proporcion­es sin juntar esfuerzos.

También he tenido la oportunida­d de “reconectar­me” con viejos amigos, y ha sido uno de los grandes regalos de la pandemia. Porque lo que antes nos parecía importante y hasta necesario, ha pasado a un segundo plano; hoy “revaloramo­s” estar en familia, un plato de comida, el calor del sol y, sobre todo, nuestra buena salud. Antes, el consumo desenfrena­do mandaba la parada, ahora es necesario volver a lo básico. Nos hemos tenido que “reinventar”: se han modificado nuestros hábitos, nos enfrentamo­s a nuevas formas de estudiar, de pasar el tiempo, de relacionar­nos. Esto nos ha llevado a ser creativos.

Además, el mundo nos pide “reubicarno­s”, volver a lo local, apoyar a los pequeños y medianos comerciant­es, relacionar­nos con el barrio y nuestros proveedore­s de alimentos y productos, porque teníamos la mirada puesta hacia afuera. Todo cambio conlleva algo de incertidum­bre, pero sin duda esta es una gran oportunida­d para tomar lo positivo.

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