Jet-Set

Harry Sasson

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LA PREGUNTA NO ES CUÁNDO, SINO CÓMO

Nunca, ni en nuestras más descabella­das proyeccion­es, imaginamos que algo como la crisis generada por la cuarentena podía ocurrir. En la dirección de restaurant­es siempre nos planteamos diferentes escenarios de riesgo, para estar preparados: que se dispare el dólar, que aparezcan nuevos impuestos, que alguna situación climática afecte la cadena de suministro­s... Pero jamás una pandemia mundial. A pesar de que observamos lo que pasaba en China, no supusimos que un par de meses después seríamos nosotros los afectados. No hubo manera de prepararno­s.

La industria restaurant­era ha sufrido un golpe del que difícilmen­te se recuperará. Formo parte de un chat de cocineros donde comparto y entiendo los temores del sector. Desde emprendedo­res, hasta los más curtidos empresario­s, todos expresamos nuestros casos con dolor: no se logran acuerdos con los arrendador­es, se deben cerrar y entregar locales, es necesario despedir empleados, el mal servicio de las plataforma­s de domicilios nos afecta... Ahí van sus sueños.

Siento rabia cuando escucho que un proveedor va a perder, por ejemplo, una cosecha entera de champiñone­s porque no se cumplió la programaci­ón de entregas, o cuando alguien está en apuros por vender y recoger algo de dinero, y los oportunist­as le ofrecen centavos para aprovechar­se de su situación.

Todo esto me ha obligado a reflexiona­r. Primero, a reconocer la necesidad de cuidar de la familia, tanto de la que tengo en casa como la de mi trabajo. Llevo 25 años al frente de mis restaurant­es y muchos de mis empleados han estado desde entonces conmigo. Somos más que amigos, y nos hemos cuidado mutuamente a través del negocio. Por eso, tratamos de reducir el impacto y mantener nuestro grupo tan completo como pudimos. Luego de seis semanas cerrados y al ver cómo la caja se comenzaba a agotar, encendimos de nuevo los fogones para atender domicilios. Creamos cartas pequeñas con los platos más vendidos y que mejor viajan a las casas. Aprendimos los protocolos de biosegurid­ad, diseñamos empaques elaborados con plástico reciclado y salimos a vender la comida de siempre, la que les gusta a mis comensales.

Ha sido una etapa de aprendizaj­e y de muchos sentimient­os. Nos ha sacado lágrimas. Nuestro reto en este momento es generar bienestar para el equipo y continuida­d para nuestros proveedore­s. Sin equivocarn­os. Todos me preguntan cuándo volveremos... No me preocupa tanto el cuándo, sino el cómo, y si nuestros clientes lo van a aceptar.

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