Gerardo de Francisco
Canta en Twitter
Cuando todas las puertas se cerraron por la cuarentena, el reconocido artista abrió la ventana de su Twitter para cantarles a amigos y desconocidos. Sus canciones acompañadas con la guitarra han tenido tal acogida, que en solo dos meses ha duplicado sus seguidores.
En su cuenta deTwitter se autodefine como arquitecto, músico y actor interesado en la vida nacional. La abrió en febrero de 2013 y no la utilizó jamás, hasta el pasado mes de marzo cuando su hija Adriana, que los acompaña a él y a Mercedes Baquero en el tiempo de aislamiento, le dijo: “Papá, ¿por qué no reactivas tu Twitter para cantar?”. Y como la música es su pasión, no lo pensó dos veces. Comenzaba la cuarentena por el coronavirus, y la idea de ponerle sentimiento a una época tan dura le pareció maravillosa. Con el balcón de su apartamento por escenario se preparó y cantó una de las más conocidas de Alberto Cortez:
“A mis amigos les adeudo la ternura Y las palabras de aliento y el abrazo El compartir con todos ellos la factura Que nos presenta la vida paso a paso”
Sus vecinos lo aplaudieron y la presentación fue vista y compartida cientos de veces. Durante dos semanas, Gerardo cantó todos los días y sus notas cayeron tan bien que la audiencia comenzó a crecer. “Es satisfactorio saber que he alegrado a tantas personas. A la vez, estoy sorprendido, porque nunca pensé que me escuchara un gentío que puede llenar cinco veces el Pascual Guerrero, en el que caben 28.000 personas. Es muy extraño y especial”.
Pero, no faltó quien le dijera que estaba muy cansón y por eso decidió bajarle la intensidad a sus presentaciones. Ahora interpreta canciones típicas colombianas y latinoamericanas, solo los
jueves, entre las 5:00 y las 7:00 de la noche. “He sido folclorista toda la vida. Me dediqué a estudiar la música desde México hasta Argentina. Los muchachos de hoy no conocen otra opción, porque el folclor no vende. Se quedan con esa música vulgar que habla de sexo en una sola estrofa que repiten 40 veces. Es un suplicio oír una vaina de esas”.
Al fondo arde la chimenea. Gerardo viste jeans, mocasines y saco de algodón. La guitarra se acopla perfectamente entre sus brazos, mientras canta “Tonada de un viejo amor”. Lo acompaña su gata Lola que juega o come desprevenida. Así, sencillas, son las presentaciones que no duran más del minuto y medio permitido en Twitter. Detrás de cámaras, como productora está su hija Adriana. Ella escoge las locaciones de la casa, graba, edita y publica. Merceditas, su esposa, le ayuda a escoger las canciones de cada repertorio y también su vestuario. Han llamado la atención sus medias de colores fuertes y diseños alternativos: “Siempre me ha gustado vestirme bien, pero con sencillez. Las medias son regalo de mis nietas que viven en Canadá y cada vez que vienen me traen muchos pares. Tengo un canastado lleno”, dice entre risas.
Margarita Rosa acompaña cada trino de su papá con mensajes de elogio y admiración. Aunque vive en Miami desde hace seis años, es muy unida a sus padres. “Nos llama dos veces al día para compartir desde la distancia”.
MÚSICO DE CORAZÓN, ARQUITECTO DE PROFESIÓN
Nació en Cali en 1937 “con la música adentro”, como él mismo dice. Recuerda que a sus 5 años escuchó en la radio un bambuco en la única emisora de Armenia. Le pareció tan bello, que le pidió a su tía Esthercita volver a oírlo. Ella levantó el teléfono de manivela, llamó a la emisora e hizo que lo repitieran varias veces. Se llamaba “Medallita”, y fue lo primero que aprendió a tocar siete años después, en sus clases de tiple y guitarra.
Desde entonces su carrera artística no ha parado. En plena adolescencia creó el Trío Calima, con sus amigos Antonio Saavedra y Alonso Ángel. Salían a dar serenatas para conquistar novias propias y ajenas. Con ellos cantó durante 44 años, grabaron discos, hicieron conciertos por Latinoamérica, participaron en festivales y concursos, y se presentaron tres veces en el teatro Colón de Bogotá. La muerte de sus dos amigos hace pocos años le puso fin al trío, pero no a su pasión por la música.
Estudió Arquitectura como extensión de su ser de artista: “Desde niño dibujaba muy bien y se me daba fácil el diseño”. En 1962 se graduó en la Javeriana de Bogotá y regresó al Valle
para trabajar en el sector público. Al comenzar la década de 1970 se independizó y montó una empresa de construcción que se vino a pique durante el crak financiero de esa época. Sin dinero y lleno de deudas, la música fue su tabla de salvación.
En abril de 1984 inauguró El Zaguán del Viejo Conde, un icónico lugar dedicado a la tertulia y la bohemia. Se llenó a reventar desde el día de su apertura y lo convirtió en un exitoso empresario de la vida nocturna. Tanto así, que años después expandió su negocio a Bogotá y Cajicá, con
Viva Cali, Chipichape y Yumbo. En la inauguración cantó con su hija Margarita Rosa de Francisco, quien protagonizaba la telenovela Café, con aroma de mujer... Se volvió sitio obligado de la rumba bogotana.
Sin buscarlo, empezó a actuar por invitación del director Bernardo Romero Pereiro, y durante más de veinte años participó en series y telenovelas como Azúcar; Quieta, Margarita; San Tropel; Café, y Hombres.
Desde hace cinco años no quiso saber más del ritmo agitado de una cosa ni de la otra. Refugiado en su casa y compartiendo siempre con su familia y sus más íntimos amigos, lo cogió por sorpresa, como a todos, el confinamiento. “Tengo 82 años y no me conformo. ¿Cómo será para los que tienen 20 o 30? La vida después de esto no será igual. A todo el mundo le va a cambiar algo”.
Lo cierto es que su mundo ya cambió. Este tiempo nuevo y raro le permitió reinventarse, cerrar con broche de oro su prolífica vida de artista y gozar del respaldo de cientos de seguidores en un escenario que parecía reservado para los millennials: “Mis serenatas virtuales terminarán cuando acabe la cuarentena”.
A la pregunta de si le da miedo morirse de coronavirus, responde que no le teme a la muerte. Pero le da lástima no disfrutar de todos los avances y progresos que vendrán. “Si en mis 80 años he sido testigo de cambios abismales, ¿qué se verá en el futuro? Mientras tanto seguiré disfrutando de mi familia, de mis amigos y de la música, porque se lleva en la sangre y nos acompañará
muerte”.• hasta la
Sus más
de 20.000 seguidores en Twitter le escriben mensajes como: “Gracias por permitirnos pasar mejor estas tardes”, “Qué linda voz”,“Gracias por la serenata” y “Qué bueno volver a verlo”.