El fin de la bestia
“¡Soy libre!”, exclamó Ghislaine, cuando supo de la muerte de Epstein.Tuvo el descaro de reclamar una tajada de su fortuna de 630 millones de dólares.
moderna, relata el muy bien informado Mark Seal, gracias a que se topó, en 1992, con el hombre que tejió su desgracia.
Jeffrey Epstein, al contrario de Ghislaine, era un advenedizo. Hijo de un humilde jardinero, sobresalía tanto en matemáticas y finanzas que en uno de sus primeros trabajos lo perdonaron por presentar un diploma falso. “Se hizo rico robándoles a millonarios que creían que lo necesitaban”, le declaró a la BBC la socialite Laura Goldman, amiga de Ghislaine, repitiendo un cuento escuchado por años.
Epstein, como Robert Maxwell, necesitaba caché y si él tenía la plata, Ghislaine poseía los contactos en el llamado Little Black Book, directorio generoso en teléfonos de celebridades y potentados. Así le construyó ese círculo chic que él terminó comprando a punta de extravagantes atenciones, incluida la provisión de sexo. Lo guio en qué hacer con sus millones, como comprar mansiones, que ella administraba en Nuevo México y Palm Beach; así como una isla, Little St. James (las Islas Vírgenes de Estados Unidos), escenarios de sus delitos.
Ghislaine estaba muy enamorada y veía un anillo de diamantes que Epstein le regaló como un símbolo de compromiso. Para algunos, más bien, creía que su relación trascendía el matrimonio. Goldman opina que fue una víctima de las manipulaciones del magnate: “Epstein nunca le dio nada que él no pudiera controlar”.
Goldman además anota que Maxwell tenía tendencia a la morbosidad y al libertinaje. Esos apetitos se cruzaron peligrosamente con los de Epstein, que necesitaba tener tres orgasmos al día, y se dedicó a facilitar que saciara su ominoso gusto sexual por las niñas.
Uno de los grandes hits de Ghislaine ante Epstein fue que a través de ella estrechó su amistad con el príncipe Andrés, duque de York, tercer hijo de la reina Isabel II y con quien tuvo un breve amorío. Pronto, se vieron llegando con él a las carreras de Ascot, el culmen de la distinción.
Andrés asistía a fiestas subidas de tono que ofrecía Ghislaine, bajo motivos como “chulos y putas”, o “cómo dar una mamada”, que escandalizaban por la profusión de mujeres con escasa ropa. Las jóvenes se le habían vuelto una obsesión a Maxwell a donde iba. “Mira, ¡esas le encantarían a Jeffrey!”, reaccionaba, y les caía.
Virginia Roberts fue una de ellas y sostiene que Ghislaine la volvió una esclava sexual y la obligó a acostarse con Andrés. Hoy, el duque está degradado como miembro de la familia real debido a este testimonio y su relación con Epstein.
Por eso, una de las mayores expectativas es qué va a contar Ghislaine sobre Andrés. No lo venderá, pues está muy agradecida con él por ayudarla en Nueva York, supone Laura Goldman. Él la estima tanto, que una vez la llevó al cumpleaños
de la reina y no la desechó cuando empezó a ser cuestionada. En junio de 2019, días antes de que estallara el escándalo de Epstein, la invitó a un recorrido por el Palacio de Buckingham, junto con Bill Clinton y Kevin Spacey. De ello quedó una foto en la que ella rompe el protocolo al sentarse en el
Se rumoraba que su padre murió mientras hacía el amor con su amante, o que lo exterminó el MI6 en una trama de espionaje.
it girl trono. Si lo incrimina, le expuso un experto a The Times, de Londres, el preferido de Isabel podría ser solicitado en extradición por Estados Unidos.
Terminados sus amores con Epstein, Maxwell siguió trabajando para él y secundando sus crímenes. Luego, supuestamente, se alejó, buscó el amor en otros y se reinventó como activista, anfitriona de los TED Talks y panelista en CNN, al tiempo que seguía divirtiéndose con Donald Trump, Mick Jagger, Tony Blair, Phil Collins, Naomi Campbell y sir Evelyn de Rothschild, entre otros. Ahora se codeará con un personal menos selecto en la cárcel, donde le esperan hasta 35 años de encierro, si es hallada culpable por abuso y tráfico de niñas con fines de prostitución
cargos.• y perjurio, entre otros