Juan Felipe Samper
LOS OJOS DEL CORAZÓN
Al principio fue un fin de semana largo, sin que fueran días de descanso. Había que “volverse mejores”, y si no estaba convencido, cualquier pasada por alguna red social me lo recordaba. ¡Caí en la trampa! Aproveché para hacer todo lo que había pospuesto por “falta de tiempo”. Me inscribí en cursos, leí libros, asistí a talleres de crecimiento personal, conseguí pesas y un lazo para hacer ejercicio, e incluso llegó a mi casa una bicicleta de spinning.
Después de abandonar las rutinas de ejercicio (como siempre me ha pasado) y luego de conversar con un amigo, me di cuenta de algo relevante: la vida es una competencia constante en la que no se puede parar ni a tomar un respiro. Vamos a una velocidad frenética, en busca de resultados que nos hagan sentir bien al ver reconocidos nuestros esfuerzos. La cuarentena solo representaba un cambio en las condiciones y el escenario, pero había que seguir compitiendo. Ahí reconocí esta coyuntura como una gran oportunidad. Vi lo sumergido que estaba en compromisos y obligaciones, y entonces decidí volver a lo simple.
Engranar este estilo de vida tuvo sus dificultades, pero prefiero enfocarme en lo bueno: descubrí que casi todo lo que hacía antes lo puedo hacer desde casa, incluso de manera más eficiente. Con más tiempo disponible, mi novia y yo disfrutamos al máximo nuestro hogar. Jugamos con los espacios, como cuando éramos niños. Un día pasamos el colchón de nuestra cama a la sala y dormimos ahí mientras veíamos películas. Además, cocinar juntos se volvió un buen plan. Encontré más espacios para compartir con mis amigos, el PlayStation sirvió para cumplir este propósito. Hallé nuevos temas para escribir canciones y, lo más importante, decidí lanzar las que tenía grabadas y que nunca había sacado por andar ocupado, como ocurrió con “Los ojos del corazón”.
Claro, me falta terminar la temporada de Así fue –un musical que si no ha visto, debería hacerlo apenas reabran los teatros–, disfrutar al aire libre, salir a comer con los que quiero, jugar fútbol, encontrarme en un escenario con el público y volver a tocar. Por ahora quiero ser agradecido, porque la pandemia me reconectó conmigo mismo.