"A MANTELES" CON MARÍA PAOLA MEJÍA.
La exreina, presentadora y creadora de la Fundación Angelitos de Luz, ha encontrado en Instagram el mejor lugar para ser anfitriona y darle rienda suelta a la pasión, por la decoración y la etiqueta, que comparte con su esposo, Serafino Iacono.
La presentadora y creadora de la Fundación Angelitos de Luz, despliega en Instagram su pasión por la decoración y los buenos modales.
Cuando María Paola era una niña disfrutaba de jugar con pequeños platos de porcelana y poniendo en práctica los modales que aprendía de su abuela materna, Elvira. Ahora, lo que era como un juego, se ha transformado en el trabajo riguroso que comparte con los más de 90.000 seguidores de @LaMesadeMariaP, su nuevo espacio virtual creado hace diez meses por sugerencia de los amigos que siempre han elogiado su buen gusto. “Así como hay a quienes les encanta coleccionar vestidos y zapatos, yo siento especial fascinación por las vajillas”, dice... y confiesa que ya perdió la cuenta de las que almacena en un cuarto especial.
“Cuando inicié el proyecto supe que no quería simplemente subir fotos bonitas. Debía tener fondo, ser informativo”. María Paola investiga y sorprende al contar historias. Por ejemplo, descubrió que el uso de las servilletas se le debe a Leonardo da Vinci, ya que le molestaba que los comensales comieran y no se limpiaran. Tan solo dos meses después de iniciar, ella se animó a hacer entrevistas: “Tenía la idea de ir a tiendas y visitar las casas de los famosos para ver sus mesas. Pero, con la llegada de la pandemia, tuve que adaptarme a los nuevos formatos”, habla de esos espacios virtuales cada vez más usuales, las transmisiones en vivo en las que ha presentado una gran variedad de invitados, entre los que hay expertos en protocolo y decoración; diseñadores de moda como Juan Pablo Socarrás y la dupla Leal Daccaret; o los cantantes Yordano, Fonseca y Pipe Peláez, quienes compartieron sus experiencias y mostraron los detalles de sus mesas.
Movida por su espíritu solidario, ha incluido un componente social en el proyecto: “También les dedico un espacio a los emprendedores y artesanos, un nicho que ha crecido en estos meses con gente que hace cosas maravillosas como servilleteros, individuales y portavasos”, cuenta. Y es que como consta en la descripción de su perfil, ella no vende, pero recomienda todo lo que llama su atención. Con modestia asegura que no se considera una maestra en la materia, y que también aprende de quienes siguen sus consejos desde Colombia, República Dominicana, Chile y Argentina, en especial el de “siempre dejar volar la imaginación”. Por eso se toma muy en serio la tarea de responder a cada mensaje que recibe: “Soy
“El protocolo y la etiqueta nunca pasarán de moda, ya que facilitan la vida y resalta los buenos modales”.
madrugadora, así que desde las cinco de la mañana estoy contestándoles, si es necesario hasta con notas de voz”, afirma.
Desde su casa en Punta Cana, mientras se ocupa de sus tres hijos, Gian Francesco, Michelangelo y Monserrat, piensa en ideas y contenidos nuevos. En su mesa de noche, los libros de novelas, superación personal y ángeles, han sido reemplazados por el Manual de urbanidad y buenas maneras, de Carreño, y otros sobre etiqueta, además de revistas de diseño y decorado. También, una de sus principales motivaciones para esmerarse en la presentación de su comedor ha sido estar a la altura de las exquisitas recetas de su esposo, el italiano Serafino Iacono. “A él lo menciono como ‘mi chef favorito’ y les cuento un poco de la historia sobre algunos de sus platos. Eso sí, si me preguntan por la receta, advierto que yo no cocino, así que se los dejo para que investiguen”, dice entre risas.
Este es un camino que apenas comienza, un aprendizaje constante que se le da bien gracias a su especial sensibilidad. Por eso y para darles lo mejor a quienes han encontrado una distracción junto a ella durante estos meses, está tomando un taller de protocolo de etiqueta: “No descarto la posibilidad de ser yo algún día quien pueda dar esas charlas”. A esto se suma su interés en que se rescaten los buenos valores: “Saber comportarse en la mesa es trascendental”.
Desde que en su casa se decide cuál será el menú del día, ella está pensando en cómo va a vestir la mesa. Es todo un asunto familiar en el que incluso sus tres pequeños hijos de 9, 8 y 5 años participan. “A los niños también les gusta ver todo bonito, no hay excusa para no hacerlo. Incluso hace poco compramos una mesa plegable que movemos por toda la casa, para comer en diferentes espacios”. Y es que, como ella asegura, en tiempos de confinamiento los pequeños detalles marcan la diferencia. “Incluso a aquellos que viven solos les digo que no hay por qué dejar los mejores platos guardados, al contrario, el invitado
mismo”.• más importante a la mesa es uno
“A la hora de poner la mesa hay que dejar volar la imaginación: bien puesta, hasta una hoja del jardín se ve perfecta”.