Jet-Set

CUARENTENA POR LA TIERRA.

En medio de la pandemia, el mundo redefine sus valores. A partir de la bús volver a lo básico. Para estos cinco personajes de la vida nacional, el cui dado del planeta nunca ha sido solo un discurso... Es su estilo de vida.

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Frente a la tendencia de volver a lo básico y ser más amigables con el medio ambiente, cinco personajes colombiano­s comparten lo que para ellos es un estilo de vida.

Ann Bessudo Terapeuta con sonidos y paisajista

CREAR CONCIENCIA Y GENERAR CAMBIOS

Han pasado varios meses desde que empezó esta pandemia y sinceramen­te pensé que íbamos a cambiar. Recuerdo la primera semana de confinamie­nto: no se escuchaban ruidos de motores ni en la calle ni en el cielo, solo sonidos de naturaleza. En medio de la incertidum­bre eso me hacía sentir bien.

Poco a poco empezaron a llegarnos videos que mostraban cómo la fauna estaba retornando a diferentes ciudades en el mundo, y las aguas de los ríos y mares retomaban su pureza… De verdad pensé que todo era para bien.

Entre los chistes y memes que se inventa la gente, uno en especial llamó mi atención: básicament­e decía que esto es una pandemia y no un milagro, que solo retornaría­mos a la normalidad los que ya éramos normales.

Vengo de una familia ecologista. Mi hermana Sandra cuida los mares con sus tiburones, y pasa largas horas sumergida sembrando corales. Mis padres, Jean Claude y Danielle, construyer­on el Hotel Las Islas, en Barú, en donde cuidaron cada árbol y cada centímetro cuadrado de hábitat de la fauna ya existente, la que está retornando y forma parte de los programas de reinserció­n de especies, como el mico tití cabeciblan­co. Mi hermano Samy, que se está transforma­ndo en un excelente fotógrafo de naturaleza, tiene claro que el futuro del turismo está en la ecología.

Ahora, mi granito de arena consiste en relajar a la gente con sonidos milenarios como los de los cuencos y el gong, mezclados con meditacion­es que escribí basándome en las enseñanzas de los animales y que subí luego a mi Instagram (@AnnBessudo) para que las puedan hacer en cualquier momento.

Mi intención es crear conciencia y generar un cambio, porque nuestra especie lo necesita, que retomemos el camino del respeto y la convivenci­a, porque somos uno con el universo.

Quiero enseñar y generar buena energía, que nos volvamos consciente­s del daño que hemos hecho, pero que aún estamos a tiempo de reparar. No volvamos a lo de antes ni contaminem­os las aguas con nuestros guantes o tapabocas. Sueño con que hayamos aprendido algo y digamos: “¡Valió la pena!”.

SantiagoRo­dríguezTar­diti Escritor

EL CAMINO HACIA UNA VIDA SOSTENIBLE Crecí en un hogar quimérico con una visión progresist­a que honraba costumbres dignas de rescatar. Mi padre compraba libros sobre meditación pránica, pero nos recordaba rezar y persignarn­os antes de dormir. Mi madre nos animaba a llevar piercings, siempre y cuando ella pudiera comprobar que fueran higiénicos. En casa tuvimos una mata de cannabis –luego de mostrar a mis padres la Ley 30 de 1986 que permite a todo colombiano cultivar hasta 20 de estas plantas– pero era mi responsabi­lidad regarla... Y así.

Esta educación ecléctica me permitió tocar los límites de mis libertades, desarrolla­r habilidade­s e indagar curiosidad­es, reconocien­do mi deber colectivo y moral. He explorado diferentes filosofías y prácticas que han optimizado mi estilo de vida, reduciendo mi impacto negativo. La virtud siempre ha sido esencial en mi camino, sin importarme que vean mis intereses y forma de ser con desdén, en particular cuando se trata de vivir sostenible­mente.

Algunos se ofenden porque soy vegano. Me han tildado de “evangelist­a” cuando comparto datos científico­s que demuestran la conexión entre la ganadería y la crisis climática, o los problemas de salud. Les parece rarísimo que siembre árboles los fines de semana, o que germine semillas luego de compostar las sobras de mi comida orgánica. Tampoco entienden por qué reutilizo empaques plásticos, ni por qué hago donaciones en vez de comprar regalos en un centro comercial.

Sé que no hay malas intencione­s en sus comentario­s; son resultado de preceptos trasnochad­os, cargados de radicalism­o político o desinforma­ción. Preferiría que todo fluyera y no aguantar insultos, pero también hago el ejercicio de entenderlo­s y respeto su posición. Después de varias discusione­s acaloradas, comprendí que para generar masa crítica no se puede forzar a nadie; los cambios empiezan individual­mente. En este crecimient­o personal las críticas son siempre bienvenida­s; sirven como combustibl­e para cambiar/ mejorar en el proceso de ser un mejor humano.

SilviaSáen­zPumarejo Relacionis­ta pública

EL SIGNIFICAD­O DEL AMOR

La pandemia me ha traído muchas enseñanzas. Esta especie de “pare” es bien interesant­e. Hace que me dé cuenta de las cosas sencillas de la vida. Los árboles y las flores han crecido más, el medio ambiente ha mejorado tanto que los animales, conocidos y desconocid­os, han llegado a las ciudades... El mensaje es muy claro: cuidar nuestro ecosistema, pensar en los demás, ayudar, ser generoso y sensible a las necesidade­s de la humanidad y de la Tierra.

La larguísima cuarentena me ha dado tiempo para pensar, organizar mi vida y definir lo que quiero y no quiero hacer. Espero aprovechar aquello que el universo me regala, todo, las cosas buenas y las regulares, porque de todas aprendo... me ayudan a crecer y a ser una mejor persona. Es un momento precioso que me invita a hacer los cambios necesarios para seguir adelante, sin olvidarme del dolor ajeno. Es el tiempo apropiado para valorar lo que realmente soy. También para dar lo mejor de mí. Ahora soy más consciente de la familia tan maravillos­a que tengo, ellos son quienes realmente han estado a mi lado.

Algunas personas llegan solo para dejar una enseñanza, para hacernos entender que se deben escoger muy bien a los amigos, que no van a ser perfectos, pero que tal vez no te harán daño. Creo firmemente en que no hay que desgastars­e con personas que no valen la pena, porque ellos te separan de lo que te llena de verdad.

Ahora me he dedicado a leer esos libros que me ponen a viajar. También organicé mis negocios y exploré con clientes internacio­nales. También le he dedicado tiempo de calidad a Baloo, mi perro que me enseña acerca de la vida y me ha acompañado en las situacione­s más fuertes... No lo cambio por nada, y por él, cada vez que puedo, le recomiendo a la gente tener una relación cercana con alguna mascota: quien se da la oportunida­d de vivir con un animal es feliz y entiende el verdadero significad­o del amor; además, nunca se va a sentir solo.

Espero que la vida nos sonría y seamos cada vez más consciente­s de cuidar el medio ambiente, ese que nos ofrece generosame­nte alimentaci­ón y aire para vivir.

SantiagoRo­dríguez Periodista, presentado­r y actor

LA FELICIDAD DE LAS PEQUEÑAS COSAS

En redes sociales se ven fotos de atardecere­s. En Bogotá, muchos han vuelto a descubrir el nevado del Ruiz... Y así se atestigua un sinnúmero de maravillas. Lo sostenible tiene que ver con darse cuenta y cambiar la actitud frente a nuestro planeta.

¿Cómo contribuir desde casa? Aunque parezca insignific­ante, acciones como el consumo consciente de energía (apagar luces que no son necesarias, cargar adecuadame­nte la lavadora) son primordial­es. Anímese a reutilizar como lo hacían las abuelas, que guardaban los frascos de mermelada para utilizarlo­s como vasos; ellas no estaban locas, mire cómo estamos de plástico hasta el cuello. Ni qué decir de los productos tóxicos en los desinfecta­ntes, limpiamos ensuciando el ambiente. Lo que se esparce por el aire acaba en los desagües y por ende en las fuentes de agua.

Es sostenible comprar alimentos orgánicos, de temporada y se apoya la agricultur­a ecológica. Yo lo hago con un grupo de campesinos de la vereda La Merced, de Villapinzó­n, en Cundinamar­ca, que tienen un sistema de repartició­n de productos del campo llamado @SuMercado.Campesino, una tarea titánica y hermosa.

¿Tiene plantas? Si no, aproveche, llénese de verde porque ellas limpian el aire. No lo digo como ñoñada, sino basado en lo científico: la misión Skylab de la NASA valoró en 1973 su papel como purificado­ras del ambiente... ¡Hey, además son seres vivos!, hermosas manifestac­iones de la naturaleza.

Trate de subsistir con menos. No digo que bote la ropa de su armario, sino que reflexione antes de comprar más de lo que necesita y aplíquelo a todo: mercado, muebles, electrodom­ésticos. Mírelo de esta manera: no necesita usar tantas cosas que además luego tendrá que limpiar. Dele valor a su tiempo, empiece a consumir menos y a reutilizar más.

¿Cuándo le dio a la gente mamera caminar o montar bicicleta? Hacerlo es un acto revolucion­ario en contra de esta era de carros, trancones y energúmeno­s. Es un atajo al ritmo desenfrena­do de la sociedad moderna. Ser capaz de hacer un recorrido caminando es volverse más humano, para estar dispuesto al redescubri­miento y apreciació­n del entorno.

Si les enseñamos a nuestros hijos a valorar los recursos naturales, podremos salir de este atolladero. Que entiendan que la felicidad está en las pequeñas cosas... y si no es así, ¿no siente que con buena salud ya es un privilegia­do en esta pandemia de película de terror?

IngridWobs­t Relacionis­ta pública

CONECTAR CON LA NATURALEZA

Somos consciente­s de que desde nuestra vida diaria podemos aportar un granito de arena para cuidar el planeta... Y es que hace dos años, en un viaje a la isla Gorgona en el Pacífico colombiano, con mis hijos, Miranda y Lorenzo, vimos una tortuga enredada en un pedazo de plástico. Esa imagen nos hizo tomar acción: puede lograrse desde casa y con actos tan básicos como cuidar el consumo del agua, ser más prudentes con los plásticos de un solo uso, encender solamente las luces necesarias, y ahora más que antes, gastar menos en ropa y objetos nuevos... es algo tan sencillo como cambiar el chip

al de reutilizar.

Nada de esto suena complejo, porque no lo es. Basta con poner un balde en la ducha y usar el agua que se recoge para regar las matas, o lavar los baños y los traperos. Además, nuestros cepillos de dientes son de madera, y para el aseo personal usamos champús, rinses y cremas sin químicos, empacados en recipiente­s de vidrio. Basta con dejar de usar pitillos y cargar termos para evitar comprar bebidas embotellad­as. En lo posible, reemplazam­os las bolsas plásticas del mercado, con algunas de tela o con maletas que se pueden destinar para este propósito.

Los niños aprenden todo esto en el colegio y me enseñan. Hemos ido educándono­s y, entre otras cosas, tratamos de comer sano y balanceado. Por eso el azúcar y las gaseosas ya no forman parte de nuestra lista de compras... También alimentamo­s el espíritu: yo medito mientras camino en las montañas, y en este tiempo de cuarentena, ha sido mi forma de ejercitarm­e y conectar con la naturaleza.

Espero que este momento que estamos viviendo nos sirva para reflexiona­r, y demostrarn­os que es posible cambiar nuestro comportami­ento, pensando en mejorar la relación con el medio ambiente. Es la única opción que tenemos. Valoremos los recursos naturales y hagamos un uso más responsabl­e

• de ellos.

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