Carla Bruni Se volvió amante del hijo de su novio
Un nuevo libro revela cómo, hace 20 años, la ex primera dama de Francia dejó al destacado filósofo Jean-Paul Enthoven por su hijo Raphaël, con quien tuvo un bebé.
Carla tiene su fama de mujer fatal muy bien ganada. Hombres como Mick Jagger, Eric Clapton, Donald Trump y el expresidente Nicolas Sarkozy, su actual esposo, han caído rendidos no solo ante su belleza y sus largas piernas, sino también hechizados por sus pensamientos sofisticados y su apertura de mente que la hace ver con naturalidad tanto la poligamia como la poliandria.
La italiana, de una familia acaudalada de Turín, quien fuera la favorita de Yves Saint Laurent, Versace y Valentino durante la era dorada de las top models, junto a sus amigas Naomi Campbell, Cindy Crawford y Claudia Schiffer, siempre ha puesto su felicidad por encima de todo y se ha dejado llevar por los instintos de su corazón.
De ello da cuenta Le temps gagné, novela autobiográfica de Raphaël Enthoven, un filósofo, escritor y presentador muy prestigioso en Francia. Viniendo de un intelectual tan connotado, hijo además de otra gloria de la cultura gala, el también pensador, editor y periodista Jean-Paul Enthoven, se esperaba un libro cargado de reflexiones profundas. Sin embargo, cundió una gran decepción, pues Raphaël dedica las páginas a cuestiones tan prosaicas como los insultos que le profirió, a los gritos, a su progenitor, cuando se enfrentaron por una mujer que no era otra que Carla.
“Soy monógama de vez en cuando; de resto, prefiero la poligamia y la poliandria”, decía Carla por esos años.
Corría el año 2000 y la estrella de las pasarelas, entonces de 33 años, inició una relación romántica con Jean-Paul, de 51, cuyo “prontuario” amoroso Raphaël narra impúdicamente en su nueva obra. Su padre, recuerda, ya había dejado a su madre, la escritora Catherine David, por Corinne Pécas, a quien también le fue infiel “tanto como podía serlo un hombre a finales de los años 1980”.
Pero la nueva conquista de Jean-Paul era muy distinta a todas las anteriores, sintió Raphaël. Definitivamente, admite, Carla Bruni le movió el piso y tampoco se anda con vueltas para describir los motivos de tal encantamiento. Por supuesto, admiró su inteligencia, espontaneidad, simplicidad y gracia, pero un atributo fue más poderoso que los demás para no respetar que se trataba de la pareja de su papá: el derrière de Carla. “Yo nunca había visto algo similar”, afirma. En cuanto pudo, se le declaró a la futura primera dama de Francia, quien le dio el sí y de inmediato dejó
al padre por el hijo. Raphaël, por su parte, abandonó a su esposa, la novelista Justine Levy, hija de otro intelectual de renombre, Bernard-Henri Levy, “con la culpable frialdad de un director de recursos humanos que capotea una bancarrota a sabiendas de que tiene un paracaídas dorado”. A propósito, Justine ya había hecho la catarsis del descalabro de su matrimonio con Enthoven, a través de una novela en la que Carla inspiró al personaje de Paula, “bella, biónica y con mirada asesina”.
El drama trascendió a la portada de Paris Match, la revista más importante de Francia, que les dedicó a Bruni y Enthoven su portada bajo el título “El triunfo del amor”. Conformaban, ciertamente, un dúo atractivo. “Entre ellos, la pasión física fue muy ardiente, de esas que lo abarcan todo, el corazón, el cuerpo, la razón”, según el semanario Gala.
Carla supo que no era hija de Alberto Bruni cuando tenía 28 años.
En ese momento, Bruni empezaba a dar el salto del modelaje a su carrera como cantautora, en la que está concentrada hoy, y le dedicó a Raphaël, a quien llamaba “ese diablo del amor”, una de sus composiciones: “Cuatro consonantes y tres vocales / Eso es nombre de Raphaël / Yo lo murmuro / Y cada letra me maravilla”. La unión dio por fruto un hijo, Aurélien, alrededor del cual la artista y el filósofo mantienen una excelente relación. Años después, cuando Carla ya estaba casada con el entonces presidente Sarkozy, la posición crítica de Raphaël frente al gobierno de este último no los distanció, y el escritor fue el primero en acudir a felicitar a Carla y a su marido por el nacimiento de su hija, Giulia Sarkozy. Así mismo, ella lo elogia como un padre muy involucrado en asuntos de teteros, pañales y juguetes durante la crianza de Aurélien. Hoy, Enthoven saca la cara por Carla cuando alguien la ataca en las redes sociales y ambos unen fuerzas cuando se trata de defender a su hijo del matoneo del que ha sido víctima como youtuber.
Con quien Raphaël no está en los mejores términos ahora es con su padre, muy molesto por el modo en que expuso su vida privada en la novela. Públicamente, Jean-Paul Enthoven declaró que está “de duelo” y que no quiere tener nada más que ver con su hijo. Temps gagné no solo ha revolucionado a los Enthoven sino a la élite artística y cultural de Francia, a la que describe como pomposa, hipócrita, banal y más interesada en el sexo. Por otro lado, a varios personajes que aparecen en el libro con los nombres cambiados, pero bajo rasgos fácilmente reconocibles, les ha disgustado
retrata.• la forma en que Raphaël los