La familia secreta de Julian Assange
Se descubren los insólitos pormenores de cómo el fundador de Wikileaks burló a sus espías y concibió dos hijos con su abogada en la embajada ecuatoriana en Londres, donde estuvo asilado siete años.
El periodista
Durante el publicitado asilo de Assange en la sede diplomática, corrió el rumor de que la actriz Pamela Anderson, quien lo visitaba allí muy a menudo, era su amante. El romance no se confirmó, pero los chismes sirvieron de cortina de humo para ocultar la extravagante historia de que, en medio de tanta vigilancia y limitaciones, él formó una familia.
La verdadera dueña de su corazón resultó ser Stella Morris, una abogada sudafrico-española que conformaba su equipo legal. A pesar de ser muy celosa de su privacidad y la de sus hijos, resolvió hablar para sensibilizar a la opinión, ahora que en los tribunales londinenses se delibera sobre la posible extradición de su amado a Estados Unidos.
En marzo, ella confesó que tuvo dos hijos con él, Gabriel, de 3 años, y Max, de 20 meses, en el tramo final de su estadía en la embajada. Ante la posibilidad de que la justicia estadounidense condene al periodista a cadena perpetua por 17 cargos de espionaje, ella y sus abogados quieren mostrar que ello privaría a los pequeños de su apoyo.
Stella le contó a The Times, de Londres, que conoció al cerebro de Wikileaks en 2011, cuando él enfrentaba sus líos con la justicia de Suecia, por acusaciones de índole sexual, que lo condujeron a refugiarse en la legación, bajo el amparo del presidente Rafael Correa. Ella era lo que necesitaba, pues además de ser jurista habla sueco. En principio, afirma, lo veía como una figura histórica, luego de que se volviera una celebridad mundial por revelar en Wikileaks jugosa información de miles de documentos clasificados del Gobierno estadounidense. Otro abogado le contó al Times que por años él la trató como una especie de mandadera, mientras ella presenciaba cómo lo frecuentaban Pamela Anderson, Lady Gaga y otras figuras del jet set. “Siempre estuvo enamorada de Julian”, dijo el testigo, y su lealtad le mereció que él empezara a verla con otros ojos desde 2015.
Para encontrarse casi todos los días, aprovechaban que ella también habla español, lo que la convertía en un puente de comunicación entre Assange y los ecuatorianos. Él era vigilado por guardias y cámaras de televisión todo el tiempo, pero el romance floreció porque su habitación y su oficina estaban aisladas. Aun así, había micrófonos y por eso Stella le informó al australiano que estaba embarazada a través de mensajes escritos en papelitos. Así se afianzó la relación: “En momentos de adversidad llegas a conocer realmente a una persona”, explicó la abogada.
Para evitar que los funcionarios echaran a Assange so pretexto de los embarazos, Stella los ocultó con múltiples capas de ropa y, con el fin de despistar a quienes los escuchaban a través de los micrófonos, se quejaba de su incontrolable subida de peso. Assange presenció el nacimiento de Gabriel en directo por internet, pero problemas con el wifi impidieron que pudiera ver el de Max, así que se conformaron con que él le hablara a Stella por teléfono en medio del trabajo de parto.
El activista pudo involucrarse en la crianza de Gabriel (muy competente en ello, según su prometida), con la ayuda del actor Stephen Hu, quien llegaba a la embajada con el bebé simulando que era su papá. Al rato, Stella aparecía y podían