Luna y Paloma Aristizábal Martínez
Las hijas de Juanes y Karen Martínez, que han paralizado las redes sociales por cuenta de su belleza, tienen 17 y 15 años, y cursan undécimo y décimo, respectivamente. Para ellas los oficios de sus padres son trabajos normales como los de cualquier otro. Conciertos, giras, alfombras rojas y destellos de las cámaras son parte del diario vivir de las jóvenes.
Luna, la mayor, dice que sus padres son su modelo a seguir. De Juanes, heredaron la disciplina y de Karen, la alegría. Tanto ella como su hermana aprecian el empeño de ellos por hacerlas felices, además de su entrega y cariño. Son el fiel reflejo del interior y exterior de sus papás, quienes procuran que sus hijos aprendan algo nuevo cada día y, sobre todo, que cultiven “el amor verdadero, para amarse a sí mismas y a los demás”, dice Juanes. Y sin saberlo, ellas también han sido unas maestras para sus padres: “Nos han enseñado a valorar cada instante juntos, a ser compañeros de camino y a ser más pacientes”, revela Karen.
El arte es claro en ambas, y aunque las dos tocan el piano, Paloma es quien más se inclina por la música. Demuestra interés por otros instrumentos como la guitarra, sello imborrable en las canciones de su padre. Luna tiene talento para la actuación, y aunque aún no tienen nada definido sobre su futuro, las dos quieren ir a la universidad y encontrar las carreras que, como las de sus papás, les den satisfacción. “Su felicidad es primordial. Por eso deben decidirse por algo que realmente les apasione. Si es la música, ahí estaremos, y si es otra cosa, será igual”, aseguran Juanes y Karen.
Hace dos años, cuando Luna cumplió 15, volaron todos por primera vez a Indonesia para conocer una nueva cultura y pasear. Ahora que es Paloma quien llegó a esta edad, el plan está pendiente debido a la pandemia. Aún así, es claro que el plan predilecto de las hermanas es viajar y algunos de sus destinos favoritos son Medellín y Cartagena, donde generalmente se reúnen con otros miembros de su familia.
La honestidad