Laura y Sofía Vargas Zabaraín
Estas jóvenes son fruto de uno de los matrimonios más admirados del país. Inés María Zabaraín y Jorge Alfredo Vargas son los padres de Laura, de 22 años, y Sofía, de 20, estudiantes universitarias que tienen muchos planes para el futuro.
La mayor cursa séptimo semestre de Ciencia Política y Derecho en la Universidad de los Andes, pero además, dedica gran parte de su tiempo a la música: desde hace diez años toca la guitarra y a veces logra ponerlos a cantar a todos en la casa. Por su parte, Sofía, después de una temporada en Francia, acaba de iniciar su carrera en Comunicación Social en la Javeriana, el alma mater de su padre. Mientras ella dice haber heredado el carácter tranquilo y hasta distraído de Inés María, Laura admite ser la contraparte acelerada, igual que Jorge Alfredo. Y como si sus estudios fueran poco, “dedican horas interminables de sus días libres en el apoyo de fundaciones que ayudan a niños y jóvenes. ¡Son incansables!”, cuenta el orgulloso padre.
El reconocimiento y cariño que sus padres reciben del público les alegra, pues son conscientes de que la admiración que despiertan es por su profesionalismo y calidad humana. “Son seres humanos increíbles, llenos de amor por la vida y por los demás”, dice Laura, a lo que su hermana puntualiza, “de mi mamá es de admirar su coherencia, y de mi papá, su generosidad”.
Inés María recalca que ellos también han aprendido de sus hijas, “a querer más al país, a ser más sensibles, inclusivos, y tener mayor conciencia social”, y quizás por eso le emociona pensar que ellas están labrando su propio camino.
Sofía, a quien le interesa la producción audiovisual, es la camarógrafa de las emisiones del noticiero que su papá hace desde la casa. Laura hizo sus pinitos como reportera hace un año: cubrió, para el programa radial Vox Populi, una de las protestas de “Fridays for future”, realizada en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Ambas sueñan con casarse y formar una familia siguiendo el ejemplo de su hogar. Mientras llega ese momento, disfrutan junto a su hermano menor invadiendo la cama de sus padres para hablar y reír hasta la madrugada, mientras saborean una pizza hecha en casa.
Esta bella adolescente, de cabello crespo y sonrisa pícara, tiene la mezcla perfecta de los genes de sus padres: “Oriana es una Mini-Me”, dice Catalina Aristizábal. La pequeña heredó la vena artística y emprendedora de su mamá, y otro tanto de los rasgos físicos y el gusto por los deportes de su padre.
A sus 13 años la hija de la presentadora y el exfutbolista Lucas Jaramillo cursa octavo grado, y las matemáticas y las artes son sus materias favoritas. De su familia ha aprendido la importancia de ser siempre fiel a ella misma, y de mostrarse amorosa, respetuosa y leal con las personas que la rodean.
A Ori, como la llaman en casa, le gusta que le digan que se parece a sus papás; la hace sentirse orgullosa, pues siente una profunda admiración por ellos. Por eso no sorprende que desde tan temprana edad esté comprometida con su salud y bienestar, y siga conscientemente el estilo de vida de quienes son su ejemplo de vida. Además, disfruta ayudar a su mamá en la tienda online. Y aunque aún no sabe cuál carrera le gustaría estudiar, su mamá sí tiene claro lo que desea para ella: “Quiero que sea feliz, plena y segura. Que haga lo que le sale del corazón y sepa que yo siempre estaré ahí”.
Mientras llega el tiempo de las grandes decisiones profesionales, Oriana juega voleibol y tenis, cocina, y pasa el tiempo con sus amigas, sus padres y su hermano Emiliano. “A ella le gusta que yo sea parte de su vida, historias y entorno. Eso me hace feliz, porque nos acerca mucho más”, cuenta Catalina... Habla con gran dulzura y algo de nostalgia sobre su “niña dorada”, que llegó para enseñarle a ser mamá y a quien ve cada vez más grande y autónoma. “Con ella aprendo todos los días. Me enseña a ser tolerante y a ponerme en sus zapatos para entender sus inquietudes, preocupaciones y angustias. Hemos aprendido juntas un hermoso lenguaje que nos ha servido para comunicarnos”.