Iván Lalinde
Presentador
Nunca he sido amigo del Halloween, aunque toda la infancia y adolescencia gocé poniéndome trapos viejos y payaseando para robarle unas carcajadas a los de mi familia. Eso de comprar un disfraz para ir al colegio o salir por el barrio a pedir dulces porque sí, nunca me gustó.
Ver a niños, grandes y viejos, disfrazados y eufóricos, me daba pánico. Que me obligaran a cantar una canción con palabras de trabalenguas, para que me dieran unos dulces, me parecía y me sigue pareciendo humillante.
Pero todo tiene un porqué: nunca tuve el disfraz soñado. Cada octubre era una lucha con mis papás, quienes se las daban de “recicladores” y “económicos” conmigo. Todo lo que me ponían, por ser el menor de diez hermanos, eran herencias. Unos disfraces que veinte años atrás seguramente fueron la sensación y mis hermanos lucieron con orgullo, pero para mí, en la década de 1980, eran definitivamente raros, pasados de moda y, además, ¡olían a guardado!
En fin, pasaron los años… mi fobia sigue intacta y el afán de la vida por hacerme disfrazar, también. Mi oficio en la televisión casi me ha obligado a demostrar que soy el más feliz disfrazándome, y poco gano con llevar la contraria al mundo con esa vaina del Halloween. Entonces, ¿qué hago? Me dejo llevar, y cada año, en el proyecto o el canal que esté, le busco la comba al palo y me esfuerzo por dar un mensaje que sirva de algo para este mundo.
Esta vez fue en El desayuno, programa matutino de ese entonces en el Canal RCN, donde decidimos hablar de las especies animales de nuestro país. Un mensaje clave para promover el amor y la conciencia por la naturaleza. Pusimos todo el empeño para hacer un gran espectáculo televisivo, no disfrazarnos porque sí, sino por algo que calara en la audiencia, y lo logramos. ¡El maquillaje profesional de Titans FX logró un resultado fascinante! Yo fui el jaguar y me creí el cuento, asumí el papel y di el mensaje. Así que... feliz Halloween.