Carolina Guerra
Córdoba
En algún momento pensó en cambiarse el nombre, o usar el apellido materno, para que no la confundieran con la reconocida actriz y exreina. No hubo necesidad. Sus logros como estudiante de Arquitectura, modelo y artista, la hicieron desistir. Brilla con luz propia.
Esta Carolina también da guerra, pero al mismo tiempo da mucha paz. La paisa de hablar dulce tiene de cordobesa la sangre de su abuela Nasly Agámez. Es extrovertida, inteligente, polifacética y apasionada. Esa es su luz, la pasión. “Le pongo corazón a todo lo que hago. Soy una máquina de trabajo. Y reconozco, sin ser arrogante, que tengo muchos talentos”.
La modelo de pasarela no solo vive de su evidente belleza física, también busca ser un ejemplo para los niños de bajos recursos que apoya desde hace cinco años. Les consigue patrocinadores para sus actividades culturales, porque piensa que es mejor tener buenos amigos que plata: “Quiero servir de instrumento para cumplir las metas de otras personas. Hay que apostarles a los niños y a los jóvenes... somos el futuro”.
Es optimista. A pesar de que ve el desastre natural y humano con preocupación y tristeza, reconoce a la pandemia como un mal necesario. “No sabíamos cuidar nuestra casa, que es el planeta. Si no salimos de esta hecatombe valorando a la familia, los amigos y la Tierra, entonces no sirvió de nada el encierro”. Carolina saldrá a ganar.