KAMALA HARRIS: SECRETOS DE LA NUEVA DAMA DE HIERRO.
La exfiscal y senadora implacable, que hace historia como la primera vicepresidenta de Estados Unidos, no se lleva bien con su padre y una relación con un político casado casi arruina su brillante carrera.
La exfiscal y senadora que llega al segundo cargo más importante de Estados Unidos tiene una difícil relación con su padre. Además, se recuerda el affaire que casi acaba con su carrera política.
Joe Biden no solo la eligió como su fórmula para asegurarse el voto afroamericano y de los inmigrantes, sino porque era la mejor armada para enfrentar los aviesos ataques de Donald Trump y sus adláteres. Al Senado, Harris llevó su estilo inquisitivo, intimidante, herencia de su época como fiscal, y por eso sus tenaces interrogatorios se hacían virales. Como lo registró The New York Times, los hombres del mandatario aseguraron que vérselas con ella podía ser hiriente y se quejaban de su “rapidez de abogada”. Para la muestra, el fiscal general de Trump, Jeff Sessions, visiblemente afectado ante los avances de Harris, se dio por vencido en un debate: “No puedo ir tan rápido. Me pone nervioso”.
Harris sacó el temperamento combativo de sus padres y lo ha acentuado, pues “aprendió que la suerte no favorece a las mujeres negras dóciles en sus líneas de trabajo”, acotó el Times. El senador Cory Booker la conoce hace veinte años y cree que “ha tenido que aprender a moverse entre obstáculos que la mayoría de las personas en su posición no tienen que lidiar y esa destreza ha potenciado su ascenso”.
Desde niña, recuerda que a sus amiguitos blancos no los dejaban
Su padre la regañó públicamente por decir, en broma, que viniendo de una familia jamaiquina es normal que haya fumado marihuana.
jugar con ella por ser negra. Pero más importante que eso es el legado de unos padres que lucharon por cambiar esas injusticias. Se comenta que, para ella, el activismo es un derecho de nacimiento y entre esas remembranzas de infancia, están frescas las caminatas matutinas con el abuelo G.P. Gopalan, importante luchador por la independencia de India, junto con su esposa, Rajam.
Otra memoria de esos años es estar en su cochecito, viendo pasar muchas piernas de adultos que pregonaban consignas y exhibían pancartas. Eran las célebres manifestaciones por los derechos civiles de los años 1960 en el mítico campus de la University of California en Berkeley, en las cuales sus padres participaron activamente. La madre, Shyamala Gopalan, desembarcó allí,
como no lo había hecho ninguna de su familia, tras vencer el machismo que no le permitía estudiar Bioquímica en su patria. Su padre, Donald J. Harris, también transgredió las tradiciones de Jamaica, entonces colonia del Reino Unido, cuyos jóvenes pudientes eran enviados a estudiar a la metrópoli para perpetuar el sistema de castas, pompa y circunstancia de las islas británicas. Él, que había oído jazz y leído sobre los aires de cambio social, llegó para emprender su doctorado en Nutrición y Endocrinología.
Harris y Shyamala se conocieron al calor de protestas y discusiones como miembros de la Afro American Association, entre cuyos compañeros se contaron los pioneros de los estudios afroamericanos como disciplina y del partido Panteras Negras.
El ascenso en la academia de Harris, hoy profesor emérito de Stanford, lo llevó a aceptar
“Me enferma tener que explicar mis experiencias para que la gente entienda que el racismo existe”, declara.
puestos en estados lejanos como Illinois y Wisconsin, y ello distanció al matrimonio. El divorcio, cuando Kamala tenía 5 años, fue amargo, dada la batalla legal por la custodia de ella y su hermana Maya. Aún hoy, Harris deplora lo prejuicioso del fallo, “basado en la falsa asunción de que los padres no pueden atender a sus hijos, especialmente en el caso de este, ‘negro de las islas’, según el estereotipo yanqui, que podría terminar comiéndose a las niñas en el desayuno. Pero yo persistí en el amor a mis hijas”, le declaró a The New York Times.
Sin embargo, Meena Harris, una sobrina de Kamala, le relató a The New Yorker, que él no estuvo ahí para ellas. “La experiencia y relación de Kamala y Maya con la negritud les vino de crecer en la comunidad afro de Berkeley y Oakland, pero no a través de su ancestro caribe”, explicó.
Shyamala, quien no aceptó el fracaso del matrimonio, nunca quiso volverle a hablar a su ex y ello lo distanció de sus hijas hasta hoy. En el discurso del día del triunfo, Kamala le rindió homenaje a su madre, pero del papá no dijo nada. Para colmo, él una vez la regañó públicamente por afirmar en una entrevista, en broma, que era natural que, al ser de familia jamaiquina, hubiera fumado marihuana.
Una destacada investigadora sobre el cáncer, Shyamala, sabía que sus hijas serían vistas como negras, no como hindúes, y las crio como tal. Sin parientes en California, la madre soltera y sus
Su nombre se pronuncia Kámala y significa “flor de loto” en sánscrito.
niñas fueron acogidas con conmovedor cariño por sus amigos de la Afro American Association. Una red de apoyo cuidaba a las pequeñas cuando su madre trabajaba hasta tarde, las llevaba a la iglesia, a clases de piano, etc. Oír a aquellos descendientes de negros segregados del sur moldearon a Kamala como política.
Tras concluir Ciencia Política y Economía en Howard University, la más prestigiosa alma mater de mayoría afro, se hizo abogada en la University of California. Al plantearse luchar contra el racismo y la injusticia social, decidió no ser una marginal, sino trabajar dentro del sistema para operar cambios y eligió ser fiscal.
Desde los inicios de su carrera, mostró su temple de hueso duro de roer en la indómita política californiana. En 1994, siendo fiscal del condado de Alameda, estuvo de licencia para trabajar en dos importantes comités muy bien remunerados, por nombramiento de Willie Brown, presidente de la asamblea estatal. Con él, uno de los más poderosos de California, tenía una relación amorosa, aunque le llevaba 31 años y no se había divorciado de su esposa. Terence Hallinan, su rival en una nueva elección por la fiscalía, quiso valerse de ello para enlodar a Kamala y ella le devolvió el golpe, recordándole que él tenía su propia historia y que no vacilaría en investigarlo una vez lo venciera en las urnas.
Despejado el camino, inició su singular historia de ser la primera en escenarios antes exclusivos para los hombres y los blancos: fue la primera mujer en ser fiscal de San Francisco, así como la primera negra y de raíces del sudeste asiático en ocupar el cargo. Luego fue la primera afroamericana y descendiente de hindúes en ser fiscal de California y la segunda de su raza en ser senadora de Estados Unidos. Ahora, vuelve a ser no solo la primera vicepresidenta sino la primera afroamericana en esa posición, y desde ya se augura que la racha podría seguir con la Presidencia. En todo caso, llegó más alto que ninguna otra en la mayor
mundial.• potencia