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LADY DI: LA ENTREVISTA QUE ESTREMECIÓ AL MUNDO.

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Se cumplen 25 años de la reveladora conversaci­ón que la princesa tuvo con Martin Bashir, sobre las infidelida­des en su fatídico matrimonio.

Se cumple un cuarto de siglo de la explosiva aparición de la princesa de Gales en el programa Panorama, una de las grandes exclusivas periodísti­cas de todos los tiempos. Esa noche, ella confirmó que el príncipe de Gales le era infiel con Camilla Parker Bowles y que había tenido un amante, James Hewitt.

Muchos años después y sigue siendo considerad­a la entrevista más hipnótica y fascinante en la historia de la realeza. Mejor aún, la intriga alrededor de esa noche en que la princesa de Gales se confesó sin tapujos, como nunca lo había hecho un miembro de la familia real británica, está intacta, pues múltiples detalles siguen en el misterio y un nuevo escándalo sobre presuntas presiones a Diana para que hablara la vuelve a poner en primera plana.

Richard Kay, editor del Daily Mail en esa época y amigo de Lady Di, asegura que las afirmacion­es de ella no dejan de reverberar y que a los cortesanos del Palacio de Buckingham aún les corre un escalofrío cada vez que oyen juntas las palabras “Diana” y “Panorama”, con razón. En la realeza, los cuernos maritales han sido cuestión de toda la vida, pero nadie había osado ventilarlo­s en televisión y ante el planeta entero, como ella lo hizo, con las famosas frases: “Éramos tres en este matrimonio”, para referirse a que su todavía esposo, Carlos de Gales, le era infiel con Camilla Parker Bowles. Diana fue tan desafiante que reconoció que ella también había tenido un amante, el militar James Hewitt, de quien dijo: “Sí, lo adoraba. Sí, estaba enamorada de él”. Para rematar, consideró que su esposo, heredero al trono, no era apto para reinar, que la monarquía no debería ser tan distante, que una conspiraci­ón buscaba declararla desequilib­rada e internarla en un sanatorio, y que el aislamient­o al que la condenaron tanto la familia real como la desmesurad­a atención de

la prensa la llevó a la bulimia y a hacerse cortes ella misma en los brazos y las piernas. En fin, no hubo límites, algo espectacul­armente transgreso­r, si se recuerda que la casa real se rige por un estricto protocolo que proscribe tal indiscreci­ón. ¿Por qué lo hizo?

En aquel 20 de noviembre de 1995, Lady Di llevaba tres lustros como la figura que había seducido a su país y al mundo como pocas. Pero el cuento de hadas de su matrimonio con Carlos se había derrumbado. Según le relató al periodista Martin Bashir, se casó locamente enamorada, pero su popularida­d despertó los celos de su marido y, para 1992, las desavenenc­ias se volvieron insostenib­les y se separaron.

Diana le dijo a otro periodista lo mucho que odiaba a Carlos y que su matrimonio con él fue un infierno desde el primer día.

Entonces, se desató la llamada “war of the Waleses” (la guerra de los Gales), en la cual, explica Richard Kay, cada uno competía por la aprobación del público. Diana, vista como una aristócrat­a humillada por la realeza, tenía una mayor simpatía, sobre todo desde que se destapó su tragedia en la biografía Diana: her true story, de Andrew Morton. “Pero el establecim­iento se puso de lado del heredero. La difamación se impuso y alcanzó visos siniestros”, continuó Kay, actual correspons­al real del Mail.

Se revelaron grabacione­s telefónica­s de Diana con otro amante, James Gilbey, a quien le decía que temía estar embarazada de él. También salió a la luz un audio en el que Carlos le manifestab­a a Camilla que quería ser su tampón. La trifulca alcanzó un punto épico en 1994, cuando en un reportaje con Jonathan Dimbleby él reconoció su adulterio con Camilla. Como el viento sopló en favor de Diana, el bando de Carlos contraatac­ó con reportes de sus amoríos con Oliver Hoare; el jugador de rugby Will Carling, y James Gilbey.

En el programa, Lady Di explicó por qué decidió hablar luego de tres años de separación: “La percepción de mí ha sido confusa, turbulenta y estoy segura de que muchos dudan de quién soy”. Pero, no son pocos los que piensan que quiso vengarse del príncipe por sus declaracio­nes a Dimbleby. “No lo creo”, acota Kay, quien recuerda que ella sentía que la espiaban y por eso a menudo cambiaba de teléfono y buscaba micrófonos en su casa. La biógrafa real Ingrid Seward, por su parte, le dijo a The Telegraph que lo hizo para recuperar su reputación y porque temía que los Windsor le quitaran a sus hijos, William y Harry.

Con Panorama, las encuestas volvieron a favorecer a Diana, destinatar­ia ahora de miles de cartas de apoyo, pero no todo fue positivo. “La entrevista quemó los puentes de la princesa con el resto de la familia real y la privó de la protección de la monarquía”, opinó en The Sun Patrick Jephson, su secretario privado de 1988 a 1996, en tanto que Kay cree que se intensific­ó la enemistad de los adeptos a Carlos hacia ella, tildada de taimada y deshonesta. Nicholas Soames, amigo del príncipe, sugirió que estaba en un avanzado estado de paranoia. Un mes después del programa, la reina Isabel ordenó el divorcio.

Con el aniversari­o, han aflorado los pormenores de cómo se planeó una de las más grandes exclusivas del periodismo. Es sorprenden­te, asegura Kay, que Diana, muy dada a chismosear, mantuviera en sigilo su plan, del cual solo supieron de antemano ocho personas. De no ser así, la habrían atajado.

Un enigma por resolver es qué pasó con el material de la grabación que no salió al aire. ¿Dónde está la copia que Diana guardaba en una caja de sombreros?

Todo comenzó cuando Bashir le propuso que hablara de su trabajo benéfico y terminó cediendo ante el fantástico clic que hizo con el reportero, al conocerlo dos meses antes de la grabación. Ahora, la BBC abrió una investigac­ión, porque su hermano, Charles Spencer, sostiene que él la engañó con documentos falsos que comprobarí­an que era espiada.

Por discreción, la sesión fue programada para el 5 de noviembre. Con la excusa de la tradiciona­l Noche de las Hogueras, Diana despachó al personal y le encargó a su mayordomo, Paul Burrell, recoger a Bashir en su auto y entrarlo al palacio cubierto con una cobija. A altas horas, la propia princesa les abrió la puerta a él, al camarógraf­o y al ingeniero de sonido. Las respuestas pulidas de Diana sugieren que se hicieron varios ensayos con cada una, según expertos. En todo caso, ella no conoció las preguntas de antemano, según Steve Hewlett, editor del programa. Al terminar, su alteza real le ofreció champaña al equipo y no pidió ver antes la edición final, que no fue realizada en los estudios de la BBC, sino en un hotel. Ni siquiera el presidente de la productora, el barón Marmaduke Hussey, lo sabía, y pasó una pena, porque su esposa era dama de compañía de la reina.

Diana no vio su confesión al aire. En ese momento, estaba en una gala, con la periodista Suzy Menkes, quien le preguntó: “¿No tienes miedo luego de lo que hiciste hoy?”, a lo que contestó: “No tienes por qué temer cuando dices la verdad”. Kay comenta que, aunque no se arrepintió de la entrevista, sí lamentó admitir el romance con Hewitt, porque a William le molestó mucho, y de descalific­ar a Carlos. Una década más tarde, él llevaría al altar a Camilla, cuando Diana ya reposaba en la tumba, luego de un fatal accidente de

• tránsito en París en 1997.

 ??  ?? Diana durante su diálogo con Martin Bashir, en el Palacio de Kensington. Esa noche, para que nadie supiera de la entrevista, ella despachó al personal y su mayordomo introdujo al periodista envuelto en una cobija en su auto.
Diana durante su diálogo con Martin Bashir, en el Palacio de Kensington. Esa noche, para que nadie supiera de la entrevista, ella despachó al personal y su mayordomo introdujo al periodista envuelto en una cobija en su auto.
 ??  ?? Londres, octubre de 1995. Un mes antes de las declaracio­nes de Diana, Camilla Parker Bowles asistió a una fiesta en el Ritz Hotel de Londres. Se acababa de divorciar de Andrew Parker Bowles.
Londres, octubre de 1995. Un mes antes de las declaracio­nes de Diana, Camilla Parker Bowles asistió a una fiesta en el Ritz Hotel de Londres. Se acababa de divorciar de Andrew Parker Bowles.
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Las declaracio­nes de Diana fueron el punto culminante de la siniestra batalla mediática que ella y el príncipe Carlos sostuviero­n para ganarse el favor del público tras la separación en 1992. En la foto, la pareja en 1990 en Camerún.
La guerra de los Gales Las declaracio­nes de Diana fueron el punto culminante de la siniestra batalla mediática que ella y el príncipe Carlos sostuviero­n para ganarse el favor del público tras la separación en 1992. En la foto, la pareja en 1990 en Camerún.
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El 21 de noviembre de 1995, no hubo diario en el Reino Unido y el mundo que no tuvo en primera plana la sensaciona­l movida de Diana. Más de 23 millones de espectador­es vieron el programa.

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