Devaneos bisexuales
Uruguay. Además, había negociado propiedades en Estados Unidos como soltera, siendo casada, y creado sociedades offshore en Panamá, algunas a nombre de testaferros, para comerciar inmuebles. Maradona creía que Claudia le “tumbó” 80 millones de dólares y el caso sigue abierto.
“Las quiero presas a las tres”, declaró Diego en televisión acerca de su ex y sus hijas. Los populares talk shows ventilaron la versión de que era su venganza porque Claudia rehízo su vida con Jorge Taiana, a quien el jugador llamaba “el tontín”. “Le pagué hasta las cuchillas de afeitar”, afirmó, seguro de que Claudia lo mantenía con su dinero.
La guerra de acusaciones fue virulenta y las hermanas de Maradona, Lili, Kitty y Ana, salieron en defensa de Diego. De sus sobrinas dijeron que les importaba más la plata que el papá, mientras que señalaron a Claudia de quitarles la manutención a sus padres, Diego Maradona y doña Tota, así como de robarles un terreno, los trofeos que el futbolista siempre les regalaba y una colección de sus camisetas de los diferentes equipos en los que jugó. “Ellas nos veían como la familia pobre. Las niñas nunca venían a ver a los abuelos”, se quejó Lili, quien, al igual que los otros seis hermanos, recibió un apartamento de Diego. Doña Tota, añadieron, no quería a Claudia, prefería para su hijo a Lucía Galán, cantante de Pimpinela, y hasta les alcahueteó el romance cuando él ya vivía con su nuera.
La desavenencia con Claudia le facilitó el camino a Jana, otra hija extramatrimonial, fruto de su romance con Valeria Sabalaín, a quien conoció en 1995 en El Cielo, la discoteca in de Buenos Aires. “Si quería verla, la citaba en el apartamento de uno de sus amigos. A los tres meses, ella quedó encinta, le mandó la razón a Diego y él nunca la volvió a llamar”, cuenta la periodista Nancy Duré. Ante su negativa de hacerse la prueba de ADN, tal como pasó con Diego Jr., la ley le dio el apellido a Jana y le fijó la cuota de manutención, que Claudia pagaba como gerente de la fortuna. El jugador también la negaba con vehemencia, hasta que Jana se le presentó en un gimnasio. “Tú eres una Maradona”, le dijo, la abrazó, y desde ese momento estrecharon sus lazos.
A comienzos del siglo, desarrolló una pasión casi que enfermiza por Laura Cibilla, mesera de La Diosa, boliche de su amigo Leo Sucar. Una noche, para que Maradona no se drogara, él le pidió a su empleada que lo invitara a bailar y terminaron de novios. “Laura prometió sacarlo de la cocaína y terminó enganchada”, cuenta Sucar. “En Cuba (durante su rehabilitación), se encerraba a oír música y a llorar por ella”, remata Carlos Ferro Viera, otro íntimo. Durante años, Maradona creyó que Matías, hijo de Laura, era de él, y formó un hogar con ellos. Fue la única vez que aceptó hacerse una prueba de ADN y resultó negativa. Hay sospechas de que el resultado haya sido
Rocío Oliva aseguró que oyó cuando Alejo Clerici le decía a Diego: “Te voy a chupar la pija”.
Santiago Lara,