La O (Cúcuta)

LO NUESTRO

NO ME ENSEÑARON A ENFRENTAR

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No me enseñaron a enfrentar la derrota, johanna orozco

Johanna Orozco se autodefine como feminista. Está convencida de que la mujer es capaz de alcanzar lo que se proponga, incluido el poder dar tan buenos resultados como un hombre en el terreno deportivo. Ella misma es la prueba: es una de las mejores judocas que ha tenido Colombia en los últimos años y un orgullo del deporte rojinegro.

Su vida ha girado en torno a esta disciplina de combate, que comenzó a practicar con apenas cinco años. Era lo más natural tomando en cuenta que su papá Javier Orozco es también judoca y era entrenador de la liga regional. “No fue difícil, aunque en esa época eran pocas las niñas que lo practicaba­n”, recuerda la cucuteña, de 29 años.

“En mi adolescenc­ia todo era un ‘corre corre’. Mientras mis compañeros de escuela salían, veían la televisión o tomaban la siesta, yo dividía el tiempo entre los entrenamie­ntos y las tareas del colegio. Siento que cuando uno es deportista de alto rendimient­o se le va la juventud en ello”, admite la joven, enumerando algunos momentos que perdió: cumpleaños, viajes familiares y fiestas con los amigos.

Sin embargo, el esfuerzo rindió sus frutos, porque en el podio, con la medalla en el pecho, su corazón se inflaba de orgullo por regalarle a Colombia el privilegio de escuchar el himno nacional y ver el tricolor ondeando en lo alto. “En esos momentos sabía que el sacrificio valía la pena, esa era mi mayor recompensa”, asegura Johanna, quien en la actualidad estudia derecho en la Universida­d Santo Tomás, en Bogotá.

Como judoca sumó múltiples preseas: fue campeona nacional en menos de 48 kilogramos; oro en el Campeonato Panamerica­no, en Brasil, y bronce en los Juegos Panamerica­nos 2003, en Santo Domingo; también, plata en los Centroamer­icanos y del Caribe de Cartagena. En el 2006 fue campeona de los Juegos Sudamerica­nos de Buenos Aires.

Momentos difíciles

Con ese óptimo rendimient­o, en el vocabulari­o de Johanna no existía el verbo perder. Pero en una contienda fue superada por su rival en los XV Juegos Panamerica­nos de Argentina, en el 2006. “No me enseñaron a enfrentar la derrota, sino a ganar. Fue muy duro ese momento, afectó mi ego, que en el deporte era muy elevado. Recuerdo que salí del complejo, me bañé y me fui a la calle a caminar; llamé a mi papá por teléfono y me regañó, porque en ese momento me estaba hablando como un entrenador y no como un padre. Sentí que había decepciona­do a mi país, pasé una semana muy mal”.

Reconoce que su falla se debió a la mala alimentaci­ón del día anterior. “En un deporte como el judo, donde el peso es determinan­te, hay que seguir una dieta rigurosa y yo me desordené”, admite. Desde ese entonces se comprometi­ó aún más con su alimentaci­ón, lo que le valió otro triunfo: Ese mismo año se alzó con bronce en los Juegos Panamerica­nos de Montreal (Canadá).

Muchas veces pensó en el retiro hasta que en el 2009 renunció al judo. “Tomé la decisión a la ligera, estaba agobiada, regalé el uniforme y regresé a Cúcuta. De un momento a otro pasé de llevar un entrenamie­nto diario de alto nivel a una vida sedentaria. Luego de tres meses, ese cambio brusco me produjo un preinfarto”.

Orozco respira profundo y continúa: “Estaba en el almacén de mis papás y comencé a perder la respiració­n. Luego sentí un dolor en el pecho y me desvanecí. No recuerdo más. Cuando desperté estaba internada en la Clínica Los Patios.

Luego de su recuperaci­ón retomó la disciplina, de nuevo bajo la tutela de la Liga de Judo de Bogotá, institució­n que la había acogido desde sus inicios. En el 2013 hizo formal su retiro. “Ahora apoyo a la Liga y quisiera postularme para presidirla”, afirma.

Mientras, seguirá con sus estudios de derecho. Cuando se gradúe de abogado ansía especializ­arse en derecho internacio­nal y viajar a Estados Unidos para aprender inglés. ¿Si pudiera dirigir la liga de Norte de Santander qué haría? “Propiciar la igualdad de condicione­s de los deportista­s. Tenemos mucho talento en la región y hay que ayudar a los atletas de escasos recursos, porque de un tiempo para acá el judo se ha vuelto un deporte elitista”.

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