Mi madre defendió sus creencias, sin fanatismos.
En 1931 el mundo, Colombia y nuestro departamento giraban en medio de episodios que hoy se registran como históricos: en el Senado colombiano, se abría el debate sobre la ley de petróleos; Buenaventura era destruida por un voraz incendio; durante las elecciones para diputados de ese año, se presentaron hechos sangrientos en varios departamentos y desde los púlpitos se lanzaban diatribas en contra de los liberales, que a la postre arrasaron en las urnas; en Ocaña se suicidaba el poeta Adolfo Milanés; Mariano Ospina Pérez es nombrado como delegado por el gobierno ante el Congreso Cafetero reunido en Río de Janeiro, en tanto que Laureano Gómez, Ministro Plenipotenciario en Berlín, exaltaba la labor del gobierno de Olaya Herrera; en ese año, se inauguró el servicio aéreo de pasajeros entre Bogotá y New York, y el diario El Tiempo se distribuyó por primera vez vía aérea a ciudades como Cúcuta, Cali, Armenia, Medellín y Barranquilla.
Se inauguraba el servicio de radiofonía entre Bogotá y Santiago de Chile; la crisis de 1929 se reflejaba en desempleados hambrientos que deambulaban por las calles de las principales ciudades del mundo; Ghandi llegaba a Londres para hablar sobre la India; Mussolini prohibía las fiestas religiosas en Italia en retaliación a la Encíclica Papal Quadragesimo Anno; León Tolstoi vaticinaba que un gobierno de Adolfo Hitler sería desastroso; se otorgaba el Premio Nóbel de Literatura al sueco Erik Axel Karlfeldt; se estrenaba la película escrita, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin, “City Lights: a comedy Romance in Pantomime”.
Y el 28 de diciembre de ese año nacía en San Cayetano, Norte de Santander, mi madre: Alcira Escalante Rico, quien luego de su matrimonio con papá, llevo su apellido: de Nieto. En el marco de esos acontecimientos mamá vio la luz del mundo por primera vez.