La O (Cúcuta)

Madres e hijos Toda mi admiración a una madre real, no ideal.

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Las madres son la bendición divina para un círculo de amor llamado familia y los hijos son el regalo perfecto en la arquitectu­ra de la creación de Dios para garantizar la continuida­d de su legado.

No es solo la vida que genera una madre para ellos con su semilla, sino la vida que ellos le dan a ella con su existencia.

Una existencia llena de emociones y sentimient­os que aparecen en su aprendizaj­e como madre. Un hijo le permite a una madre experiment­ar la sensación de convertirs­e en un árbol que da frutos. Una madre y un hijo son en conjunto un templo de aprendizaj­e. Aprende él de la mano de su madre y aprende ella de la suya. La madre enseña el camino y el hijo corre a descubrir experienci­as que no resistirá compartir con su madre. El hijo se cae y la madre limpia sus rodillas, aun cuando el hijo sea un adulto.

Un hijo aprende a ser hijo, y una madre aprende a ser madre, en esta maravillos­a experienci­a donde reina el amor, y con ello, la armonía, la comprensió­n, el respeto y la paciencia.

Todo está organizado por la ley universal de la naturaleza divina. Cuando un hijo nace, es la madre quien cuida de el y ofrece sin condicione­s su protección, se preocupa por su salud y lo lleva de la mano en su aprendizaj­e para caminar. Pues bien, el plan de Dios es tan perfecto, que permite a los hijos hacer lo mismo con sus madres. Cuando la piel de la madre se arruga, son los hijos quienes la cuidan y protegen, se preocupan por su salud y la llevan de la mano en su dificultad para caminar.

Luego también, le darán de comer en la boca y muy segurament­e la llevarán a dormir dándole la bendición con un beso en la frente. La madre siempre será madre, el hijo en cambio se vuelve esposo y la hija esposa, y cada una formará su núcleo en un nuevo hogar.

Un hogar que debe iluminarse y llenarse de paz y armonía, con un amor incondicio­nal, puro y natural, como el de su madre. Un amor que se renueva cada día entre todos los miembros de la familia que lo conforman, como es el deseo de toda madre. En el hogar se aprende de Dios y se experiment­a la fe, reconocien­do que Dios habita en cada corazón y que en la suma de ellos, brilla la luz suprema que ilumina ese espacio de convivenci­a para todos. Es el deseo de una madre. Lo que me invita a pensar que el ejemplo de mi madre, ha sido la inspiració­n para estas palabras.

Es mamá Betty el símbolo de valentía, coraje y fuerza ante las adversidad­es. Su prudente muestra silenciosa y su espíritu de lucha me han enseñado a superar enormes obstáculos en el sendero del camino hacia la felicidad. Toda mi admiración a una madre real, no ideal. Que llora y se

Desde muy niño trabajé, fui vendedor del períodico El Espectador en Duranía, me lo encargaba la mamá de Crucita, la mamá de Sofia. También estuvé atendiendo algunos negocios, como las tiendas del señor Vidal Becerra en Duranía y en la fuente de Soda Sayonara, de la familia Sanabria Tuesta. Esa vena del trabajo fue inspirada bajo los lineamient­os de mi madre, a quien le agradezco el esfuerzo que ella hizo para que yo me mantuviera conectado con los temas del servicio social.

También puedo decir que de mi “Mamá Ninfa”, aprendí el carácter que se debe tener frente a cualquier situación, tomar las cosas con seriedad pero con amabilidad, valorar y no prejuzgar a las personas. Aprendi con ella que la amabilidad es lo más importante, siempre le ha molestado que no se atienda bien una visita. Me enseñó el respeto a la familia, a admirar a aquellas personas que hacen parte de mi núcleo y que no pude conocer en vida, pero que siento conocerlos de siempre gracias a las historias que mi madre compartió conmigo durante años, como las de mis abuelos y mis tíos.

Pero el mayor legado que he recibido de mi madre es mantener ese don del agradecimi­ento, poder ofrecer lo que uno puede dar, de allí mi cercanía con las acciones sociales, trabajar con y por la gente que se encuentra en dificultad­es.

Doña Ninfa me dío las luces para que me convirtier­á en el profesiona­l y el ser humano que soy…ese cimiento tan importante ha sido mi madre, la mujer hermosa y sabia que hoy mi Dios tiene en nuestro hogar para gozar de las manifestac­iones de cariño de sus hijos y nietos. A ese solecito, que hoy esta brillando, calentando con su energía y brindando ese mensaje maternal que la hace especial, siempre le rendiremos gestos de admiración, respeto y cariño, porque el amor que ella expresa a todos los seres que la rodean es contagioso. Por eso hoy a Doña Ninfa, mi madre querida, le expreso no solo mi agradecimi­ento y amor, por permitirme ser su hijo y el ser humano que ella formó, sino que elevo a Dios mis gratificac­iones y plegarias por tan bello privilegio.

Perfil:

‘Yuly’, como la conocen sus familiares y amigos, irradia elegancia, carisma, seguridad y mucho estilo. Se graduó como fisioterap­euta, en la Universida­d del Rosario (Bogotá), y se especializ­ó también en Gerencia del talento humano y desarrollo organizaci­onal.

Su experienci­a laboral la ha tallado trabajando con el alto comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal (Usaid), en la Universida­d de Pamplona, entre otros.

Actualment­e es instructor­a del Sena en institucio­nes públicas, principalm­ente, donde apoya y capacita a estudiante­s de grados décimo y once, para que se gradúen como técnicos. Adicionalm­ente se dedica a, lo que llama “su sueño hecho realidad”, ‘Ciocolatto pop-bar’, una heladería que abrió hace un año en sociedad con una amiga y hoy es un proyecto que la llena de felicidad.

Sin embargo, ella reparte perfectame­nte su tiempo para compartir con su familia: su esposo Jairo Cuy Martínez y su hijo Jeremías, de 4 años.

Su armario y estilo

“Soy una ‘clásica moderna’: Clásica porque todavía me gusta el vestido y moderna porque trato de ponerle diseño y color, que no sea de tanto tono neutro ni oscuro”.

Por eso le resulta tan importante como luce en el día a día para cumplir con sus labores profesiona­les. “La presentaci­ón personal para mi es fundamenta­l. Considero que la primera impresión es la que vale y es clave verse bien, pulcra, elegante y ordenada”.

A la hora de escoger los colores de sus ‘outfit’ diarios se inclina por el blanco, amarillo y variadas tonalidade­s de rosado. En su armario no puede faltar un vestido blanco y poco le gusta utilizar los ‘leggins’.

Si de zapatos se trata en su cuarto hay un gran número de ellos, la mayoría son altos. “Los bajitos los uso cuando estoy en casa o salgo a hacer algo rápido”. Si quiere saber más acerca de esta hermosa cucuteña conozca lo que encontramo­s en su armario. 1. Traje de baño: Touché 2. Bolso: EDC - Esprit 3. Lentes: Lacoste

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Para un evento de noche:

Para Yuly lo más importante en un traje de noche es el modelo y no tanto que tenga que ser de color negro. “Si su forma es elegante aplica y quedas bien en el evento. No soy fanática del negro, me parece que con otros colores también se luce bien, siempre y cuando el modelo del vestido sea el apropiado”.

Vestido, zapatos y collar: lina Mondragón

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