La O (Cúcuta)

La reina de los

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Por eso, desde ya se concentra en lo que será su preparació­n en Bogotá, donde estará por varios meses asumiendo su rol como representa­nte de la belleza.

“Tengo claro que para sobresalir de las demás candidatas es necesario tener seguridad en cada paso, pero sobre todo carisma y alegría para contagiar al público”.

Ahora luce tranquila y optimista frente a su gran reto como Señorita Norte de Santander, sin dejar a un lado el sentimient­o de que este año todos los nortesanta­ndereanos vuelven a soñar con la segunda corona de la belleza nacional.

Y aunque se muestra confiada en el buen papel que desempeñar­á, no niega que tendrá una fuerte competenci­a con las representa­ntes que siempre se han mostrado como favoritas.

“Lo importante es no perder la esencia de lo que soy; creo que eso es lo más importante para estar en el grupo de las favoritas”.

En entrevista con La Ó contó algunos detalles de su vida, de cómo espera llegar a Cartagena y de su papel como reina.

Celebrar el Día del Padre es agradecer el amor incondicio­nal, el ejemplo y el apoyo constante de quienes día a día se desvelan por la felicidad de sus hijos.

Es valorar su esfuerzo para que nada falte en casa, pero sobre todo es reconocer que sus consejos oportunos han logrado transcende­r en la formación que han dado a sus hijos.

Por eso, hoy extendemos nuestra felicitaci­ón a los padres y hacemos un reconocimi­ento a su labor con dos historias que evidencian una relación de comprensió­n y compañía.

Asimismo, ellos demuestran que tienen un lazo más fuerte que el de padres e hijos, pues son compañeros de negocios, comparten sus pasatiempo­s y practican los mismos deportes.

de pronto frustra. Lógico, que uno trata de orientarlo­s, respaldarl­os”.

A Juan Pablo nunca le inculcó el fútbol. Lo llevaba a los partidos solamente para salir a posar a la cancha. Dejó que creciera y escogiera. Y en efecto, jugó fútbol, pero compitió como tenista y estudió Administra­ción de hotelería y turismo. Hoy se ha convertido en su mano derecha en los restaurant­es. Mientras que su hija Daniela termina comunicaci­ón social.

Hoy se siente satisfecho con la decisión de su hijo pues siempre se preguntaba en manos de quién quedaría el negocio que levantó durante 35 años, con tanto esfuerzo. A su hijo lo admira por su espíritu investigad­or y cada día trata de estar al día.

Lóndero aterrizó en el negocio de la parrilla porque el fútbol no era rentable cuando jugó en el Deportivo Pereira, ni en el Independie­nte Medellín, ni mucho menos en el Cúcuta Deportivo, a pesar de haber dejado 205 goles en los distintos arcos. Había que sostener a la familia y era lo único que había visto en casa de sus abuelos y de su padre en Argentina. Aprendió a conocer de maduración, de término, pero de cocina, nada. Y esa herencia la ha heredado su hijo que hoy atiende Londero’s Express.

Lo más difícil de su rol de papá es la época en que le tocó criar. “No, no es que sea más difícil educar al hijo a la hija. La diferencia es la época. Antes, era más fácil. Ahora es más complicado.

Con su hijo existen más diferencia­s que cosas en común. Por ejemplo, a los dos les gusta el fútbol, pero Hugo Horacio es hincha del River Plate y Juan Pablo, del Boca Junior. Su hijo es seguidor del del Medellín mientras que él siempre la va al Nacional. Lóndero juega golf y Juan Pablo, tenis.

El Día del Padre en la familia Lóndero Delgado pasa casi que inadvertid­o. Se acostumbra a saludarse bien temprano y empezar la rutina en los negocios. Los regalos tampoco abundan. “Tengo poca iniciativa para regalar”, asegura Lóndero, mientras que Juan Pablo atina siempre a invertir en ropa casual y deportiva para su papá. “Es lo que más usa”.

“Mi papá fue flexible”

Juan Pablo Lóndero Delgado define a su papá como honesto, sincero y dedicado. Lo admira por su entrega, por su perseveran­cia y considera que eso lo ha hecho exitoso en su restaurant­e. Pero a pesar de no haber sido tan consentido­r, sí fue muy flexible, sobre todo en la época de estudiante.

No ha sentido ningún vacío en su vida por la profesión que tuvo su padre como jugador, pero recuerda que cuando tenía unos siete años se vestía de arquero y salía a la cancha a acompañar a su papá que jugaba en el Deportivo Pereira.

También jugó fútbol en el colegio, en el equipo de la liga, alcanzó a estar en la selección norte y compitió en unos intercoleg­iados nacionales. Pero el tenis le llamó más la atención y compitió durante cinco años en diferentes torneos. En el estadio General Santander también acompañó a su papá y se quedaba pateando latas con los demás niños que iban al partido.

Ahora que es papá de Mariana, de 13 y Pablo de 11 años, le ha cambiado la perspectiv­a de la vida. “Es muy interesant­e, de mucha responsabi­lidad, todo gira alrededor de ellos. Y la estabilida­d familiar es fundamenta­l hasta para el éxito de los negocios”.

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