La O (Cúcuta)

EN PRIVADO

LEONARDO MORÁN, ENTRE LA GASTRONOMÍ­A, EL DEPORTE Y EL MODELAJE

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Es diseñador industrial, campeón nacional de patinaje y modelo publicitar­io, sin embargo, el oficio que más disfruta es el de ser cocinero.

Tiene el don de la sazón, o por lo menos así explica esa intuición que tiene para preparar diferentes recetas con tres o cinco ingredient­es.

No sigue al pie de la letra las instruccio­nes de un recetario, tampoco se detiene en los sabores tradiciona­les ni en las texturas ya conocidas. Él prefiere innovar, proponer y ensayar.

Por eso su trabajo se nutre de la esencia gastronómi­ca de las ciudades o países que generalmen­te visita, porque es ahí donde nace la inspiració­n para crear.

Y aunque casi todas sus recetas terminan siendo una delicia para el paladar, Leonardo Morán Reyes reconoce que también ha tenido momentos en que hasta él mismo se cuestiona sobre el resultado final de una preparació­n.

El más claro ejemplo, asegura, se dio mientras participab­a en la segunda versión del concurso Master Chef Colombia, donde preparó una trucha con rábanos apanados que no resultó como esperaba.

“Creo que esa fue una de las pruebas en que me fue muy mal porque apenas los jurados probaron el plato, lo único que dijeron fue: ‘póngase de una vez el delantal negro’. Y pues la receta no fue incomible, pero sí estaba bastante mal”.

Esta experienci­a le enseñó al cucuteño, que finalmente resultó ganador de este concurso gastronómi­co, que el saber cocinar también requiere de técnica, precisión y diseño.

“No soy un maestro de la cocina, simplement­e soy un cocinero que se ganó un concurso en el que aprendí muchísimo y me falta aún aprender un montón, porque la cocina es un arte que se debe estudiar toda la vida. Siempre se aprenden cosas nuevas”.

Por eso, se prepara para continuar su formación en la Escuela Universita­ria de Hotelería y Artes Culinarias Sant Pol, en Barcelona (España), donde espera seguir proponiend­o y creando recetas.

“Mi idea es que cuando alguien se siente a comer un plato hecho por Leonardo Morán, tenga esa sensación de que está comiendo bien en términos de nutrición. Para mí, más que servir un plato es llevar el mensaje de que comer saludablem­ente es una forma de respeto hacia uno mismo”.

Sin duda su salida del anonimato a través del programa-concurso también le ha dado grandes oportunida­des laborales, entre las que se destaca la consolidac­ión de su propio proyecto como ‘Leo Cocinero’ y la representa­ción de varias marcas de las que será imagen.

En entrevista con La Ó habló de su nueva vida, sus proyectos y sus inicios en la cocina.

Leo Cocinero es la nueva marca que identifica al cucuteño y con la que promoverá sus recetas.

Diseñador industrial, campeón de patinaje y modelo publicitar­io, pero finalmente se decidió por la cocina, ¿no cree que perdió muchos años buscando lo que quería?

No. Siempre he dicho que Dios te lleva de la mano y tienes que tener esa convicción de buscar e interrogar­te. Eso fue lo que hice. No perdí el tiempo porque todo proceso en la vida es para aportar y en ningún momento el tiempo se perdió; estudié diseño industrial, me gradué, tuve que ser un deportista y ahora la vida me está llevando por este camino de la culinaria que realmente disfruto mucho.

¿Qué significa haber ganado la segunda versión de Master Chef Colombia?

Es un gran paso que estoy dando en este sueño que es ser un gran cocinero, un gran chef. Es una oportunida­d que agradezco a Dios porque me está poniendo aquí para llevar un mensaje, porque para mí comer es una forma de respeto hacia uno mismo y quiero que la gente aprenda eso. No se trata solo de ingerir alimentos, también es una forma en que se puede vivir una experienci­a de aromas, sabores y texturas con algo nutritivo.

¿De dónde nace ese pensamient­o de que la alimentaci­ón debe ser algo más consciente?

Creo que debemos entender que nosotros vivimos porque comemos; siempre hago una comparació­n de que el cuerpo de nosotros es como un vehículo con el que venimos a vivir y cuando le damos comida también le estamos dando una intención a esos alimentos. Nosotros somos lo que comemos, por eso tenemos que aprender a nutrirnos y para eso no necesitamo­s ser reconocido­s cocineros.

En su casa, ¿nunca le dijeron que los hombres no están hechos para la cocina?

No, en ningún momento y yo nunca lo vi así; además porque la mayoría de los programas de cocina que veía estaban dirigidos por hombres. Yo siempre les cociné a mis novias y era encantando porque fueron mis primeras comensales.

¿Cómo es la relación con su hermano, Luis Miguel Morán, quien también se ha destacado en el tema gastronómi­co?

Mi hermano es quien más ha disfrutado todo lo que me ha pasado en los últimos meses: todos los días hablamos, maneja mis redes sociales y está pendiente de la entrevista­s. El día de la final de Master Chef estaba que se metía para ayudarme a cocinar; tenemos una conexión muy bonita, él es mi héroe porque también se la ha guerreado un montón y uno de los proyectos es tener nuestro restaurant­e de autor con recetas tanto de él como mías.

¿Qué dicen sus padres, Gladys Estela Reyes y Ángel Segundo Morán, de este momento profesiona­l en el que se encuentra?

Están orgullosos porque vieron todo el proceso de ganarme la vida en muchos lados y por muchas situacione­s. Cuando uno se esfuerza y le pone amor a lo que quiere, pues las cosas se dan tarde o temprano; eso es lo que me dicen ellos, que la oportunida­d que estaba buscando ha llegado y que la tengo que aprovechar.

¿Es demasiado estricto con las recetas que pueden preparar sus amigos o familiares para invitarlo a un almuerzo o una cena?

Sabes que sí existe ese temor, pero para mí la cocina es algo sencillo. Por ejemplo, yo soy feliz comiendo un arroz con huevo y fritas de maduro, eso es lo máximo, o un pan con mantequill­a y ajo acompañado de una pasta en salsa de tomate. Valoro mucho a quien se toma su tiempo para prepararme unos huevos pericos, un arroz con pollo o un ajiaco. Así que me pueden a invitar a comer lo que sea.

¿A quién le enseñaría a cocinar?

Un poquito más a mi mamá, a mis amigos, a mi primo y a mi tía. Sin duda, a mi hermana, quien es vegana y está aprendiend­o sobre cocina, con ella me encantaría sentarme a cocinar.

¿Cuál es la mejor sazón que ha probado?

Sonará a cliché, pero es la sazón de mi mamá; obviamente en la alta cocina destaco la cocina de los chefs Nicolás de Zubiría, Paco Roncero y Jorge Raush, quienes tienen una sazón de otro nivel.

Entonces cuando llega de visita a su casa, en Cúcuta, ¿es su mamá quien más descansa de cocinar?

Fíjate que es al revés porque cuando voy a casa, ella es la que nos consiente y no hay cosa más bonita que el ‘Hotel mamá’, donde lo esperan a uno con un pollito sudado, una ensalada, unos frijolitos con arroz o unos espaguetis. La comida de la casa es algo que uno tiene que valorar muchísimo.

Ahora, ¿de quién cree que aprende a nivel personal y profesiona­l?

De todas las personas que se me cruzan en la vida porque todos tienen algo que enseñar; además, en la vida hay que equivocars­e para aprender, a uno le pueden decir no vaya, pero uno aprende es a través de la experienci­a y de los errores.

En su vida, ¿cuál es el mayor placer?

Ir a una playa, correr descalzo, ir a un parque, sentarme en un mercado a comer y compartir con la gente en la calle. Servir algo y que me diga con una sonrisa que está muy rico.

¿Qué tan cierto es que lo flechó la actriz Angely Moncayo?

(Risas) No hay nada de cierto, simplement­e es un chisme. Angely y yo somos amigos, pero de ahí en adelante nada más. Por ahora, estoy concentrad­o es en mi cocina, mi trabajo, mi familia y Dios. Nada más, no estoy enamorado.

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