Alexandra Montoya,
una voz de ingenio y creatividad
Es reconocida por las icónicas imitaciones de Natalia Paris, Paola Turbay, Shakira, Ingrid Betancourt, entre otras, pero también por la creación de divertidos personajes como ‘la boyacense’, ‘la cachaca’ o ‘la patojita’.
Su ingenio, creatividad y humor crítico, la han llevado a crear más de cuarenta voces con las que no solo le ‘canta la tabla’ a unos cuantos políticos, también muestra la realidad que se vive en las esferas económicas y sociales del país.
Alexandra Montoya, una de las voces femeninas del programa ‘La Luciérnaga’, de Caracol Radio, celebra más de 20 años en los micrófonos radiales, donde ha visto el crecimiento, aprendizaje y reconocimiento del talento innato que tiene para imitar.
Se graduó como comunicadora social en la Universidad Externado de Colombia, una formación que pensaba serviría para trabajar en televisión, frente a las cámaras o detrás de ellas, pero no en las cabinas de radio.
No llegó a imaginarse que las voces que hacía para imitar a sus profesores o compañeros de clase serían de algún modo el entrenamiento para el rumbo que tomaría su carrera profesional.
También reconoce que de pequeña solía hablar con acentos de mujer paisa, española, argentina o mexicana, sin dar una trascendencia mayor a lo que significaba esa modulación. Y no pensó que de esto viviría algún día.
En su visita a Cúcuta habló de su paso por la ciudad, sus retos y los personajes que la acompañan en su maleta.
¿Se aprende a ser imitador o es algo que viene en su genética?
No sé si es genético, pero sí puedo decir que hay mucho sentido del humor en mi familia, cada uno con su estilo. Digamos que en las imitaciones, yo lo hice en un momento especial de mi vida y funcionó.
¿De qué se declara una eterna revolucionaria?
Cuando debo destacar el papel de la mujer en un momento especial, en eso me declaro una revolucionaria. Es muy bonito cuando se destacan laboralmente, reciben un premio o exigen sus derechos. También está la decisión de ser madre soltera porque es como decir: ustedes mujeres saben cómo pueden manejar su cuerpo y solo ustedes toman las decisiones.
La voz crítica de sus personajes, ¿han camuflado su crítica frente a un tema determinado?
Claro que sí porque a través de las imitaciones hay anestesia para decir muchas cosas y digamos que es una forma directa de llegar a donde necesitamos que se oiga, ya sea porque le cuenten o porque la oyó. Eso genera un impacto.
¿Al poder de quién le ha temido a la hora de imitar?
No. He imitado sin pensar en el poder porque he imitado con respeto a determinadas personas; en algún momento estuve con el expresidente Ernesto Samper y con el presidente Juan Manuel Santos, y su investidura no fue impedimento para hacer una imitación.
¿Cuál ha sido la verdad más dura de contar a través de sus personajes?
Hemos tenido noticias muy difíciles en estos 24 años que lleva ‘La Luciérnaga’ al aire, aunque yo solo llevó 21. Por ejemplo, uno fue hace dos años, en Bogotá, con los niños del Colegio Agustiniano en el que una maquinaria pesada cayó cobre en el bus en el que se transportaban. En su momento, la muerte de Jaime Garzón, por el personaje que era y las condiciones en que fue asesinado.
¿A quién ha sido difícil ‘cantarle la tabla’?
No sé. Lo cierto es que los personajes que hacemos en el programa tienen la virtud de que pueden contar muchas cosas y a quienes no les gusta lo que hacemos pues se tienen que limitar a que la gente pueda crear opinión o decir cosas distintas. Y lo que hacemos con el programa, a través de los personajes, es una crítica de lo que pasa en la vida del país.
¿Cuál es su mayor desafío?
Profesionalmente quiero seguir destacándome en las imitaciones con nuevas voces y una voz no como imitadora sino como Alexandra Montoya. Como persona tengo el desafío de ser una buena madre enseñándole valores y principios a mi hijo.
¿A quién considera un maestro de la imitación?
No he tenido un maestro, pero admiro y estoy eternamente agradecida con voces como la de Guillermo Díaz Salamanca, Alberto Piedrahita Pacheco y Hernán Peláez. Creo que esa escuela con la que he podido compartir ha sido un privilegio, porque he podido conocer un poquito de ellos en su disciplina y su carácter, y de alguna manera influyeron para formarme en el tema profesional.
“Cúcuta es una ciudad que debe reírse y necesita reírse, y qué bueno que sea con ‘La Luciérnaga’ para contribuir con ese grano de arena”. -Alexandra Montoya.