La O (Cúcuta)

UN CAFÉ CON...

Un hombre de costumbres familiares

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FRANCISCO UNDA, UN HOMBRE DE COSTUMBRES FAMILIARES

Es un hombre que va del debate a la polémica y de lo serio a lo extroverti­do; alegre aunque no lo parezca y tradiciona­l por costumbre familiar.

Prefiere los espacios más hogareños, tranquilos y sencillos, donde puede hablar de todos los temas sin tener que ser “políticame­nte correcto” con sus opiniones.

Francisco José Unda Lara, quien actualment­e se desempeña como gerente de la Asociación Nacional de Empresario­s (Andi), se graduó como economista de la Pontificia Universida­d Javeriana, aunque confiesa que en algún momento de su vida quiso ser historiado­r.

En su casa, donde todavía se desayuna, almuerza y cena, en familia, con horas específica­s y puntuales, aprendió a tener un sentido crítico para debatir con argumentos. De ahí, formó su criterio.

“Generalmen­te teníamos un espacio en la sobremesa de los fines de semana, donde se discutía de todos los temas, desde lo profano hasta lo divino. Ahora, creo que esos espacios son más difíciles de conseguir”.

De esa época, su infancia, recuerda que era un niño muy curioso que se interesaba por la historia, los animales prehistóri­cos y el fútbol, gustos que también heredó de su familia.

“Tenía un tío abuelo que era Enrique Lara Hernández que sabía mucho de historia y de fútbol. Finalmente era un tema muy importante en mi familia porque fundó el Cúcuta Deportivo; además, mi abuelo Unda también era muy aficionado del tema. Así que las dos vertientes convergen en mí”.

También le gustaban los superhéroe­s; de hecho, Batman, Linterna Verde y Superman son sus favoritos, un gusto que poco comparte con su sobrino José Miguel, quien defiende su generación con el Capitán América, Iron Man, entre otros.

Nunca tuvo grandes habilidade­s artísticas, pero sí se convirtió en un buen lector y en un buen oyente de música clásica.

Hoy, su presente agrupa muchos proyectos: trabaja por la región, convive con su familia y amigos; además encontró el amor y se convenció a sí mismo de que sí está hecho para el matrimonio.

Así contó su historia en las páginas de La Ó.

Después de estar radicado en Bogotá, ¿por qué decide regresar a Cúcuta?

Quería trabajar por la región; afortunada­mente todo se dio en un momento muy importante de mi vida. Todo se alineó al mismo tiempo: regresar a Cúcuta y casarme. En el trabajo, tengo la posibilida­d de alinear el discurso con la acción porque no es solo decir hay que trabajar por la región, sino hacerlo.

¿Por qué los cucuteños que trabajan fuera de la ciudad, siempre tienen el anhelo de volver?

A nuestra generación le inculcaron de forma repetitiva que teníamos que irnos, educarnos y volver; no sé si era la decisión más inteligent­e, pero es un tema de arraigo. Además, la ciudad se puede desarrolla­r mejor si lo que invierte en sus ciudadanos, se revierte en ella.

“Soy ‘raspafiest­as’ y mi esposa se queja mucho de eso”. -Francisco Unda.

¿Siente que tiene una deuda con Cúcuta?

Sí porque moldeó mucho de lo que es mi personalid­ad; y puedo decir que esta ciudad le dio a mis papás las formas para educarse y para educarnos, a mi hermana y a mí. Así que todo lo que somos como personas, ciudadanos y familia, se lo debemos a Cúcuta. ¿Felizmente casado?

Sí, felizmente casado desde el 13 de agosto de 2016. Fue un paso muy importante y aún vivo en la luna de miel, esperemos que se extienda todo lo que se pueda. Hasta ahora, ¿cuál es la mayor discusión que han tenido que afrontar como pareja?

Generalmen­te es por la hora de ir a dormir. Yo me duermo muy temprano y mi esposa, Juliana Gaitán, muy tarde. Mi día empieza a las 5:00 de la mañana y termina a las 10:00 de la noche; creo que funciono mejor en las mañanas. En la noche, prefiero descansar y no hacer nada que exija mente o cuerpo. ¿Qué tan romántico es?

(Risas) Mucho, pero nadie me lo cree; nadie creería que soy sentimenta­l o romántico. Me considero con muy buenos sentimient­os, pero no soy especialme­nte romántico o sentimenta­l. Esa es la verdad. ¿Cómo convenció a su esposa de radicarse en Cúcuta?

Ella es de Bogotá. La convencí porque estoy seguro que formar un hogar es más fácil y más bonito en una ciudad intermedia, sobre todo en Cúcuta, donde se puede dedicar más tiempo a la educación de los hijos. ¿Cuál ha sido su mayor locura por amor?

(Risas) Irme a España a buscar a mi esposa para convencerl­a de que se regresara a Colombia. Eso me ha

enseñado que uno tiene que pelear por las cosas que quiere; no ha sido fácil, pero los resultados han sido muy bonitos y satisfacto­rios. Al hablar de su esposa cambia por completo su semblante, ¿le habían dicho que se ve muy enamorado?

(Risas) No me lo habían dicho. Creo que es porque tenemos una vida familiar tranquila y ella se ha ido adaptando a muchas cosas nuevas. Nos ha implicado adaptarnos el uno al otro. ¿Cómo se imagina en el papel de padre?

Me imagino que seré insoportab­le y muy involucrad­o en la vida de mis hijos. No sé si exigente, pero mucha gente dice que voy a terminar siendo muy complacien­te. ¿Qué les criticaba a sus papás?

Mis papás eran muy exigentes, sobre todo en temas de forma: la mesa, la vestimenta, la presentaci­ón y las tareas. Probableme­nte ahora soy un producto peor que mis papás porque a mis sobrinos les echo cantaleta por todo. ¿Cuál es su mentira piadosa?

(Risas) Ya casi nos vamos. Soy ‘raspafiest­as’ y mi esposa se queja mucho de eso. ¿Le temé a la vejez?

No, uno tiene que ser capaz de prepararse para la vejez, identifica­r muy bien cuáles son las condicione­s en que uno quiere estar. Hay que envejecer con dignidad y asumir el tiempo. ¿Cómo imagina su retiro?

Me gustaría en el área rural, pero no tengo alma de granjero así que no voy a sembrar papa ni a manejar vacas. Me gusta más por el silencio del campo.

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