La O (Cúcuta)

ROMY BERGDOLT:

EN CÚCUTA VIVIMOS UN AÑO INOLVIDABL­E

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ROSTROS Entrevista con Romy Bergdolt

Romy Bergdolt recibió al equipo de la revista La Ó un día antes de que su esposo Lucas Pusineri anunciara su retiro como director técnico del Cúcuta Deportivo para afrontar otros retos al frente del Deportivo Cali.

En el primer piso de la casa reposaban algunas cajas por llenar. No había muchos elementos decorativo­s a la vista; solo un comedor, una alfombra, un sofá doble y una mesita de madera. Debían pintar y entregar la casa el mismo domingo 2 de diciembre.

Tras despedirse de Cúcuta, a la pareja y sus dos hijos Ciro y Roque, les aguardaba un viaje navideño de 10 dias por Cartagena, la isla Barú y Bogotá. Posteriorm­ente, volverían a Buenos Aires para pasar las navidades.

En esta ciudad -asegura Romy- vivieron un año inolvidabl­e. “El recuerdo del Cúcuta Deportivo quedará en nuestros corazones. Nunca pensamos que la campaña iba a salir de esta manera tan brillante, parece soñado”.

Lo que sí sabía la argentina, de 31 años, es que su pareja era capaz de asumir este reto en Colombia, “porque se había especializ­ado mucho y había viajado con los mejores entrenador­es de Europa”.

Romy tiene muchos más motivos para agradecerl­e a la Perla del Norte. “Nos sentimos muy cómodos aquí. La gente es muy amable y servicial. A pesar de tener casi un millón de habitantes, en Cúcuta es fácil desplazars­e, todo queda cerca. Me dejó felizmente sorprendid­a los eventos deportivos que organizan de un momento a otro y con mucha facilidad”, describió.

Con La Ó recordó su llegada a la ciudad, contó detalles de su relación con Lucas y de su vida deportiva.

¿Usted fue clave para que su esposo aceptara dirigir al Cúcuta Deportivo?

En realidad, Lucas tenía 3 años intentando trabajar como técnico en Argentina porque como futbolista había tenido una carrera muy buena. Lastimosam­ente no fue así, tuvimos un par de desilusion­es que no se concretaba­n. Surgió por allí, de manera insólita, esta oferta.

De hecho, él primero dijo que no por el hecho de venirse a vivir a otro país, que era lo que más le costaba. El señor Cadena volvió a llamarlo y le dijo que lo pensara. Yo le dije que era una señal y que no había mucho que pensar. Así que aceptó.

¿Qué recuerda de su llegada a Cúcuta?

Ya Lucas estaba en Colombia. Llegué con los niños de noche. Veía el paisaje con mucha vegetación, con zonas áridas, bastante distinto que uno está acostumbra­do en Buenos Aires. Al margen de lo deportivo, fue un desafío lindo porque me gusta conocer otros lugares y culturas.

¿Es cierto que vivieron dos meses en un hotel?

Sí. Desde el 11 de febrero hasta el 10 de abril vivimos en el hotel Bolívar porque no encontrába­mos una casa amoblada a donde mudarnos. Nos trataron muy bien. Pero estar allí 24 horas con dos nenes pequeños se hizo bastante intenso, sobre todo cuando yo no tenía la ayuda de Gladys y Alicia, que son las dos personas que me colaboran en la casa.

¿Fue sencillo adaptarse a la ciudad?

La parte de adaptarme no me cuesta tanto; lo más importante es que los niños se sintieran bien y tener mi propio espacio para hacer deporte.

¿A usted también le mueve el deporte?

Sí. yo entreno en gimnasio desde que tengo 13 años y ahora tengo 31 años. Por mucho tiempo jugué al handball (balonmano), hice atletismo y natación. A los 18 años comencé la licenciatu­ra en gastronomí­a, más orientada a la bromatolog­ía (estudio de los alimentos), que se complement­a con el deporte.

Actualment­e cursa una especialid­ad ¿de qué se trata?

Estoy haciendo una especializ­ación en Buenos Aires a distancia con la Federación de Musculació­n Argentina. Mi idea es lanzar un proyecto relacionad­o con entrenamie­nto personaliz­ado, para trabajar con mujeres que sean fanáticas del deporte aquí en Colombia.

Con respecto al fútbol, ¿cómo vivió los partidos del Cúcuta desde las gradas?

Los viví intensamen­te. Soy de las que grito, de las que alienta, de las que puteo.

¿Cómo fue su relación con los jugadores?

Yo no soy como meterme mucho en el equipo. Lo que sí tuve fue una bonita relación con las esposas de los jugadores. Juntas hicimos cosas para motivarlos y acompañarl­os.

¿Practicaba con Lucas algún ritual antes de los juegos?

Lucas es muy creyente y tanto en el estadio como en casa siempre está rezando. Tengo una cábala del fútbol y es que antes de que empiece un partido, le envío una foto con los niños, con un mensaje de aliento.

¿Cuáles son las cosas que ignora un fanático de un director técnico?

Hay veces que se idealiza mucho a la persona cuando salen las cosas bien. Por ahí se les putea mucho si las cosas vayan mal. A veces no tomamos en cuenta que detrás de ese técnico, jugador o médico del equipo, hay una persona común y con sentimient­os.

¿Cómo se conocieron Lucas y usted?

Nos conocimos hace 7 años en un café que tenía mi primo en Buenos Aires. Yo era la encargada y Lucas fue una mañana porque tenía que encontrars­e con otro amigo. De casualidad entró, porque él siempre iba al del frente. Se dio cuenta que yo tenía que ver con ese lugar. Regresó día por medio a desayunar, a tomar café, a almorzar.

¿También se fijó en él?

Obviamente. Empezamos a charlar durante mes y medio. Él sabía que era soltera y fue cuando me invitó a salir formalment­e. Después de 4 meses formalizam­os la relación. Estuvimos dos años de novios y luego nos fuimos a vivir juntos. Luego nació Ciro. A los dos años y medio llegó Roque.

¿Qué la enamoró de Lucas?

No creo que haya una sola cosa. Él es un tipo muy atractivo, está muy bien físicament­e, llama la atención y a medida que lo iba conociendo descubrí que a los dos nos gustaba mucho el deporte y el mismo estilo de vida de levantarno­s muy temprano y no somos muy nocturnos. Conectamos y como decimos en Argentina: “le metimos para adelante”.

¿Se ejercitan juntos?

Durante mucho tiempo sí. Salíamos a correr, íbamos al gimnasio. Este año fue imposible por sus actividade­s. Lucas tiene una rodilla muy lastimada y debe cuidarse, por eso está muy limitado.

¿Cuál es su forma de sorprender­lo?

Con la comida no lo sorprendo. En lo que sí estoy pendiente es en su imagen. Todos los días le digo cómo vestirse, qué ponerse, le preparo su ropa. Soy como su asesora de imagen. Así él descansa con ese tema porque no le gusta dedicarle mucho tiempo a eso.

¿Le gusta el tema de la moda?

Sí. En mi caso, me visto muy casual; de short, remeras, tenis y si debo vestir para un evento, visto elegante de color negro, blanco, nude, bastante neutrales. No uso estampado y creo que tiene que ver con Argentina, que en general somos sobrios.

¿Qué acostumbra­n a comer en familia?

Comemos bastante sencillo. Somos de comer pollo, carne, pescado y una buena ensalada. Aunque casi no comemos yuca, ni papa, ni arroz, de Colombia nos ha gustado el mango, el lulo y la pitaya. La bandeja paisa y la changua son platos muy ricos.

Cambiando de tema, ¿por qué Lucas y usted decidie- ron casarse en Cúcuta?

En realidad desde hace 4 años queríamos casarnos, pero en Argentina cualquier cosa que hiciéramos implicaba invitar a muchos amigos. Eso tiene un costo elevado y como Lucas había estado tres años sin trabajar, claramente no era prioridad en ese momento. Personalme­nte considerab­a que luego de tener dos hijos, para mí era importante hacerlo.

¿Lo imaginaba así?

Sí. Fuimos a la Notaría Séptima, firmamos y nos sacamos un par de fotos con nuestros hijos. Quedó un recuerdo lindo y sencillo. Hicimos lo que creímos que hacía falta hacer.

¿Hay planes de ampliar la familia?

Está ahí la posibilida­d, pero no a corto plazo. Quien sabe en dos años, no lo sé.

¿Cómo viven la Navidad?

En Buenos Aires tenemos un pesebre bastante grande que se arma todos los años debajo de un pino natural. El niño Jesús es del tamaño de mi hijo Roque (risas). Vivimos la época tranquilos y en familia, disfrutand­o con los niños.

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