La Opinión

Bikinis de cinta adhesiva

- Río de Janeiro, (AP)

¿Dispuestos a broncearse con cinta adhesiva como único traje de baño?

Bienvenido­s a la última moda en Río de Janeiro, una ciudad obsesionad­a con la belleza donde algunas mujeres toman el sol con bikinis elaborados con cinta aislante negra para conseguir líneas de bronceado tan perfectas que parecen irreales.

“Aquí es donde logras las marcas de bronceado que ponen celosas a todas las mujeres”, dijo Alexandra da Silva Prazeres mientras tomaba el sol con otras 20 mujeres en el salón Erika Bronze, uno de los que usan esa técnica en la ciudad.

Funciona así: primero se coloca una pieza de gasa sobre las partes íntimas femeninas, después se trazan las líneas con cinta adhesiva imitando la forma de un bikini y, por último, se ponen pequeñas piezas de papel mojado sobre algunas partes de la cinta. Utilizar cinta en lugar de tela asegura que las líneas no se muevan.

Armada con la cinta negra y unas tijeras, la propietari­a del salón, Erika Martins, dice a las mujeres que permanezca­n quietas mientras pone con cuidado la cinta entre sus nalgas, por donde tendría que ir el traje de baño. Tras repetir la operación unas cuantas veces más, la clienta está lista para tostarse al estilo de Río.

Aunque la retirada de las cintas debería ser un proceso doloroso, las temperatur­as cercanas a los 40 grados Celsius (100 Fahrenheit) aseguran una importante cantidad de sudor que suaviza el proceso.

“Debe tener mucha determinac­ión porque es duro”, explicó una de las bañistas, Miriam Rodrigues, de 36 años, en referencia al calor. “Pero podemos soportarlo”.

Martins decidió abrir el salón tras años experiment­ando con la técnica en su cuerpo y el de sus amigas. En los barrios de clase trabajador­a, señaló, las mujeres suelen emplear técnicas parecidas ya que están lejos de la playa.

Hoy, la azotea de Martins tiene capacidad para 30 mujeres y trabaja a pleno rendimient­o los siete días de la semana mientras brilla el sol. Su página de Facebook tiene 68.000 seguidores.

Las clientas deben reservar y pagar unos 20 dólares por adelantado para asegurarse un sitio en una de las terrazas.

“Mi piel no se broncea con facilidad”, apunta Hellen Marinho, que tiene ascendenci­a africana. “Vi lo que hizo con una chica de piel oscura, me gustó y decidí probar”.

En la piel expuesta se aplica crema solar, seguida de una loción especial de bronceado que se vende en el salón.

Las clientas que no quieran protector solar o deseen permanecer más tiempo al sol, deben firmar un documento liberando a la empresa de cualquier responsabi­lidad.

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UNA MUJER QUE BUSCA OBTENER líneas de bronceado muy marcadas, toma el sol vestida con un bikini elaborado con cinta adhesiva, en la azotea del salón Erika Bronze, en el suburbio de Realengo en Río de Janeiro, Brasil.

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