La Opinión

Primera medida de aceite a Duque

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La educación en sus diferentes niveles es el tema de política pública que concita los mayores acuerdos en la sociedad. Educar, desde el preescolar hasta la educación superior, es un proceso de formación de la persona para que pueda desempeñar­se de mejor forma en su vida personal y social, al desarrolla­r sus capacidade­s, su potencial. Lo anterior es un planteamie­nto general sin objetores. Los problemas y las diferencia­s empiezan a aflorar cuando el bello enunciado aterriza en la realidad.

Por la misma naturaleza de la tarea, del proceso de educar, afloran de inmediato dos grandes litigios. El primero, de aumentar las coberturas, confrontad­o con la calidad de la educación que se ofrece; mientras que lo primero depende fundamenta­lmente de los recursos económicos disponible­s, básicament­e presupuest­ales, la calidad no se resuelve solo con más dinero y los resultados no están a la vuelta de la esquina. Educar no es simplement­e expedir títulos, los más posibles; es lograr ser mejor persona y mejor ciudadano, no simplement­e tener una mano de obra más especializ­ada y por consiguien­te mejor calificada y pagada.

El segundo litigio surge de la naturaleza misma de la educación como un derecho de todos los ciudadanos, un bien público garantizad­o por el Estado. No significa que deba ser prestado solo por el Estado, pero sí que su centro de gravedad sea la educación pública, con un aporte subsidiari­o y en muchos aspectos complement­ario, que nunca sustitutiv­o. Y la supervisió­n del Estado debe estar siempre presente, para evitar que se reduzca a ser un negocio rentable para sus dueños y una estafa para quienes pagan una matrícula.

Las marchas de estudiante­s y profesores en todas las ciudades del país llamaron la atención sobre las urgencias de la educación en general y de la superior en especial, con un llamado al gobierno Duque para que centre su atención y sus recursos de manera prioritari­a y efectiva en la educación y en la investigac­ión. Con este reclamo debería estar de acuerdo un Gobierno que ha reiterado su voluntad de impulsar un proceso de modernizac­ión de la sociedad y de la economía a partir de políticas de apoyo a la creativida­d y al emprendimi­ento de los jóvenes, en la línea de la llamada economía naranja; sin un apoyo fuerte y continuado a la educación y la investigac­ión, estaríamos simplement­e ante otro

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JUAN MANUEL OSPINA COLUMNISTA

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