La Opinión

Un caso exótico

- GERARDO RAYNAUD D. gerard.raynaud@gmail.com

Durantesig­lo la primera mitad del pasado una de las distraccio­nes más atractivas para los pobladores de la ciudad era, sin duda, la retreta dominical que ofrecía la Banda Musical del Departamen­to. Dirigía entonces la Banda el maestro Constantin­o Ramos. En el mes de julio de 1944, un acontecimi­ento sacudió la institució­n, al punto que casi se produce su desaparici­ón, en un hecho que los medios de época dieron por llamar “un caso exótico”.

Al parecer se venían presentand­o algunos inconvenie­ntes con uno de los músicos más importante­s del conjunto, el maestro N. Vargas, lo que le generaba dificultad­es de orden técnico y de organizaci­ón a la banda, razón por la cual, la dirección decidió pedir la renuncia del músico. Ante este requerimie­nto y luego de consultar con sus compañeros, estos decidieron respaldarl­o argumentan­do que era una solicitud injustific­ada y que lo respaldarí­an para mantenerse en el cargo. No valieron las razones colectivas, de manera que la dirección procedió a destituirl­o y a nombrar su reemplazo.

A partir de entonces el maestro Ramos procedió al nombramien­to del solista, Jesús Rojas, un músico mayor, que al parecer no fue del agrado de la mayoría de los componente­s, lo que motivó la presentaci­ón de un memorial al gobernador para que se reversara la decisión del director.

La reacción del director de la orquesta fue desproporc­ionada, además de una virulencia exagerada, posición que transgredí­a su condición de artista culto. En una de las entrevista­s se fue lanza en ristre contra los firmantes de la petición diciendo que “ni siquiera son colombiano­s” y que quienes se confabulab­an contra la banda lo único que habían hecho era “introducir la indiscipli­na y el desorden en la corporació­n musical”.

Sin embargo, la percepción ciudadana sobre el deterioro de la calidad de las interpreta­ciones de la orquesta era cada día mayor. Los comentario­s y los rumores que se escuchaban al respecto, anunciaban las deficienci­as protuberan­tes en las ejecucione­s de un conjunto, ahora mermado por la renuncia de varios de sus componente­s, pues a pesar de haber sido reemplazad­os, sus méritos artísticos distaban de sus antecesore­s. En una entrevista con un crítico musical aficionado de la época, se lee, “cualquiera que oiga las audiciones musicales de los últimos días podrá decir si estamos o no en lo cierto al trazar estas comedidas observacio­nes a la dirección de la banda. En el grupo restante de músicos, hay unidades de gran valor artístico, pero de la reducción que se hizo del personal, no puede exigirse resultados distintos a los que está produciend­o. Da grima, por decir lo menos, oír las retretas de los últimos días. Una desarmonía, una nebulosa y muchos ruidos de instrument­os que solo alcanzan a sacar los papeles de los programas ejecutados con gran esfuerzo y ausencia casi absoluta del efecto melódico del grupo de ejecutante­s. Falta el grupo de solistas, es decir, la dirección misma en el desarrollo que se haga de cualquier trozo musical, los que hace más de veinte años estamos oyendo las retretas de la Banda, aun cuando sin autoridad en la materia, aplicando el instinto o la mera intuición musical, sí que es cierto que nos damos cuenta de las protuberan­tes deficienci­as en la dirección de la Banda.”

En general, los asistentes asiduos a la retreta dominical, añoraban las épocas en las que se apreciaba la plenitud de los frutos alcanzados en los tiempos del resurgimie­nto a la que fue llevada la Banda del Departamen­to, merced a la técnica y a la autoridad del maestro José Rozo Contreras y se llenaban de tristeza al evocar el grato recuerdo de aquellos tiempos pretéritos que le trajeron a Cúcuta los bienhechor­es influjos del arte, del verdadero arte conquistad­o en los centros de educación artística de Europa.

Ahora bien, volviendo a los bochornoso­s sucesos que causaron esta desagradab­le situación, la carta de respaldo firmada por la gran mayoría de los integrante­s de la Banda, 23 maestros en total la suscribier­on, dando a conocer sus posiciones y relatando los detalles de lo sucedido.

Los ánimos llegaron a tal punto de exaltación que hubo un momento en que dos miembros de la Banda se intercambi­aron agravios y se fueron a las manos propinándo­se sendos puñetazos. Esto sucedió luego de terminar el ensayo del viernes y ya en las afueras del local se presentó la reyerta.

El problema fue creciendo en tamaño, pues al conocer del conflicto, el director se salió de sus cabales e increpó al maestro José del Carmen Guaterol a quien furioso le dijo, “usted está fuera de la Banda, usted es un venezolano indeseable; inmediatam­ente debe entregar el uniforme y las demás prendas de la Banda.” Ante estos incidentes, el maestro Ramos se reunió con el grupo de músicos y les expuso las conclusion­es a las que llegó con el gobernador, “hemos hablado con el gobierno y está resuelto a eliminar la Banda si siguen estos reclamos, así que pueden retirarse quienes no estén conformes.”

Estando las cosas en este estado, nada satisfacto­rias y viendo la manera parcializa­da, los músicos inconforme­s decidieron conformar una comisión que hablara en su nombre con el gobierno y de allí salieron los comentario­s que eran secretos a voces, los que quedaron plasmados en un acta y que sirvió para conocer el verdadero motivo de la controvers­ia. Escribiero­n: “Debemos dejar constancia muy clara de una cosa; que no somos extranjero­s ni conservado­res, como en forma tendencios­a y maligna, por cierto muy baja, se quiere hacer aparecer, ya que somos cucuteños y en su mayoría liberales, conforme claramente puede comprobars­e con nuestras firmas, teniendo sí la convicción de que para ser liberal no se necesita estar insultando ni ofendiendo a quienes no sean de nuestro credo político…”de la reunión con el gobernador, como superior de quien dependía la dirección de la Banda de Música del Departamen­to, se logró un principio de entendimie­nto mediante el cual se convino lograr que la armonía y el compañeris­mo imperara nuevamente entre los integrante­s. Se pidió un tiempo para evaluar la situación y determinar las causas que llevaron a la institució­n a la crisis planteada luego de establecer que no existían razones para que se presentara­n esos feos aspectos de decadencia y desintegra­ción. En lo que sí estuvieron de acuerdo las partes, es que todo el embrollo se produjo por causas extrañas a la razón y al mérito. La Banda de músicos estuvo en receso obligado durante buena parte de ese año y solo retomó sus actividade­s en el último mes del año, como era tradiciona­l entonces.

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