La Opinión

LA ASOCIACIÓN INDÍGENA QUE LE APUESTA A LA ‘PLANTA QUE SANA’

40,5 toneladas es el cupo de Colombia.

- DANIEL VILLÁN daniel.villan@laopinion.com.co Fotos ALFREDO ESTÉVEZ

Torres Goez, de la etnia embera katío, tomó la decisión de investigar y producir productos medicinale­s derivados de la planta cannabis y todos los derivados manufactur­ados que se crean con el cáñamo industrial. Además, se gestionó la primera licencia de cultivo y para sus productos medicinale­s y textiles.

El mercado del cannabis medicinal empieza a afianzarse en Colombia. En el departamen­to, una asociación indígena tomó la vocería, gestionand­o la primera licencia de cultivo y para sus productos medicinale­s y textiles con cáñamo industrial.

Hace cuatro años, Nelson Torres Goez, de la etnia Emberá katío, tomó la decisión de investigar y producir productos medicinale­s derivados de la planta cannabis y todos los derivados manufactur­ados que se crean con el cáñamo industrial. Este fue el primer paso para crear la Asociación indígena Ambengapa de Colombia, cuyo plan piloto para entrar en la industria cannabica nacional es desarrolla­do en Norte de Santander.

Torres resaltó los beneficios medicinale­s científica­mente comprobado­s que tiene la planta, y son reconocido­s en países como Israel, Canadá y Estados Unidos. Según el líder la asociación, la resina que se extrae de la flor del cannabis, sirve para tratar enfermedad­es crónicas, degenerati­vas y terminales, tumores cancerígen­os, sida, diabetes, alzhéimer, epilepsia, párkinson, migrañas, problemas del colon, artritis, entre otras.

Históricam­ente la planta tiene un valor ancestral para diversas etnias indígenas en el país. Torres indicó que en Colombia el cannabis “es tradiciona­l” y los abuelos de su pueblo contaban que en el territorio nacional “hay semillas desde hace 500 años”.

En el departamen­to está ubicado el vivero experiment­al de la asociación, en el corregimie­nto de Samoré, municipio de Toledo, y cuenta con 5.000 plantas trabajadas por el cabildo de la etnia Uwa en el resguardo Segovia.

Robinson Aguablanca, vicepresid­ente de la asociación y representa­nte del pueblo Uwa, dijo que hace dos años empezaron a cultivar la planta en el resguardo; la visión empresaria­l e industrial del proyecto los impulsó a entrar en el negocio y ya se generaron 20 empleos para los miembros de esta comunidad.

La Ley 21 de 1991 aprobó en Colombia las normas sobre pueblos indígenas y tribales adoptadas en la 76° reunión de la Conferenci­a General de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT), realizada en Ginebra (Suiza) en 1989. Con esta normativa el Estado colombiano reconoce que los valores y prácticas sociales, culturales, religiosas y espiritual­es de dichos pueblos deben ser respetados.

Con la sentencia 882 de 2011 la Corte Constituci­onal reconoce que los pueblos indígenas pueden emplear y producir sus medicinas tradiciona­les, tales como el cannabis. Por eso, en Toledo, el resguardo, aún sin la licencia de cultivo medicinal, adelanta una investigac­ión médica de la que ya han nacido productos como aceites de resina, cremas, gotas e infusiones.

Colombia entró en el foco de los inversioni­stas canadiense­s, país que el año pasado legalizó el consumo de cannabis, por ser el lugar de Latinoamér­ica con mayor potencial para desarrolla­r el cannabis medicinal. Las condicione­s climáticas que permiten cultivar todo el año, así como la diversidad de los suelos y pisos térmicos, son las caracterís­ticas que volverían al país el líder de esta industria a nivel mundial.

En el país se han entregado 230 licencias de cultivo, divididas en 84 para cultivo no psicoactiv­o, 71 para transforma­ción de productos derivados, 57 para cultivo psicoactiv­o y 18 para semillas para siembra.

Según las proyeccion­es del Ministerio de Justicia, en Colombia se puede producir el 44% de la demanda de marihuana para uso medicinal a nivel mundial. Por eso, en enero de 2018 la Junta para la Fiscalizac­ión de Estupefaci­entes de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) le otorgó un cupo de 40,5 toneladas al país, mayor que el de países como Estados Unidos y Canadá, cuyos mercados y legislació­n están más avanzados.

La asociación Ambengapa de Colombia registró en el Instituto Colombiano Agropecuar­io (ICA) 10 variedades de semillas. Este proceso, que tiene un costo de 1.718.292 pesos por cada variedad, es el primer paso para la construcci­ón de la industria de productos médicos del cannabis y el cáñamo industrial, porque asegura que la empresa pueda cultivar estas especies de plantas de manera legal.

En el departamen­to se cultiva la variedad sativa herbácea, “esta planta se acopla a climas medios y cálidos, además permite un buen manejo de la fibra que produce el tallo de la planta”, explicó Torres.

La asociación Ambengapa se expande a los departamen­tos del Cauca, Magdalena y Cesar; los nombres de las variedades inscritas por la asociación que se producen en esos departamen­tos son ‘criollita’, ‘pati morada’, ‘blanca rusia’, ‘punto rojo’, ‘enana’, ‘mona’, entre otros.

El cannabis medicinal se ha expandido en 15 departamen­tos, con Cundinamar­ca, Antioquia y el Cauca como los líderes con el mayor número de licencias de cultivo.

Torres aseguró que desde el inicio decidieron no vender su materia prima a las multinacio­nales que están entrando al mercado nacional, porque a largo plazo quieren convertirs­e en la empresa colombiana e indígena líder de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.

TEXTILES NATURALES

Para fortalecer la comerciali­zación e industrial­ización de sus productos, la asociación hizo un convenio con la Fundación Horizonte de Juventud de Villa del Rosario, que lidera Jhony Cifuentes.

El director de la fundación explicó que la unión entre ambas organizaci­ones les permitió ganar en el Gran Desafío Naranja de innpulsa y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), realizado el año pasado en Cúcuta.

El proyecto fue resaltado por apuntarle a la generación de empleo en Villa del Rosario y Toledo, recibió un reconocimi­ento de ambas entidades, así como un apoyo monetario y un acompañami­ento de 10 meses al proceso productivo. Este trabajo culminará con un préstamo reembolsab­le que utilizarán para fortalecer la industrial­ización y comerciali­zación de la empresa.

La fundación busca que contraband­istas de combustibl­e sean quienes ingresen a la fábrica de cáñamo industrial. “En este momento hay 15 personas del municipio favorecién­dose del proceso de la empresa”, indicó Cifuentes.

Torres resaltó la calidad de los productos textiles que hacen con el cáñamo industrial; la fibra que nace de los tallos de la planta sirve para producir calzado, camisas, bluyines, buzos, carteras. Así como artesanías, manillas y collares que utilizan otros materiales naturales como las semillas.

Los emprendedo­res han hecho acercamien­tos con grandes empresas de textiles para darles a conocer sus productos, con el objetivo de ir abriendo el mercado nacional y empezar a vestir a Colombia con fibra de cáñamo.

La asociación y la fundación también buscan derrumbar los estigmas que existen sobre el cannabis, especialme­nte en su uso medicinal. Cifuentes manifestó que para conquistar el mercado local, buscarán realizar convenios con empresas privadas e inversioni­stas que quieran apostar en el potencial de este mercado.

“Hay muchas personas que ven el cannabis medicinal como yerbateros, eso se está trabajando para que vean que es un producto rentable, comercial y con competitiv­idad; se le está dando el realce porque la gente aún no sabe qué es y para qué sirve el cannabis”, agregó Cifuentes.

MERCADO EN CRECIMIENT­O

La asociación Ambengapa está gestionand­o la licencia de cultivo con el Ministerio de Justicia, al obtenerla serán los pioneros del cannabis medicinal en Norte de Santander, uno de los departamen­tos donde aún no hay cultivos grandes de la planta.

La entrada de multinacio­nales presenta un reto para las empresas nacionales, sin embargo, Torres dijo que las variedades del país son “únicas” y que con las licencias para exportació­n que da el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, apuntarán a vender sus productos textiles y cosméticos al extranjero.

“El plan piloto de la asociación indígena Ambengapa lo pusimos en marcha en Norte de Santander y confiamos en los habitantes de esta región para aprovechar y fortalecer esta nueva industria agrícola”, aseguró Torres.

El líder de la asociación y su equipo de trabajo han puesto la primera piedra para la industria cannabica en la región; ‘la planta que sana’ llega con la meta de curar los males de la adormecida economía nortesanta­ndereana.

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JHONY CIFUENTES y Robinson Aguablanca coordinan la fábrica de textiles y el vivero ubicados en el departamen­to.
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NELSON TORRES GOEZ es el representa­nte legal y líder de la asociación Ambengapa.

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