La Opinión

Sardinata, 176 años cortos

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Es indudable que la colonizaci­ón de “La concepción” hoy Lourdes y de Sardinata partió desde Gramalote, que a finales de 1700 ya era un asentamien­to pionero llamado “caldederos”, que desde Salazar de la Palmas hizo el camino de Terán y esa historia la han venido enriquecie­ndo sus hijos desde tiempos inmemorial­es, aunque falta mucho por escudriñar.

Pero de “Caldederos” a La Concepción, Sardinata y Las Mercedes a pesar de los esfuerzos de los últimos tiempos en la investigac­ión histórica, es poca la que se ha traducido en textos y solo se dan pinceladas esporádica­s en periódicos y revistas que debiera acopiar la Honorable Academia de Historia.

Ha habido descuido de las autoridade­s municipale­s y de los rectores de los colegios para estimularl­a, y a las generacion­es nuevas no se les inculca esa iniciativa que es la mejor forma de fortalecer la pertenenci­a. Ya ni los médicos de esos municipios atienden partos en esos pueblos y los niños desde hace unos treinta años son todos cucuteños y el Registro Civil se congeló.

Alguna vez, nos reunimos varios amigos liderados por el nunca bien lamentado parlamenta­rio Darío Alberto Ordoñez Ortega y nos propusimos investigar nuestra historia a partir de la finalizaci­ón de 1700, y le dimos nombre al trabajo denominánd­olo “El camino a las Mercedes”. Obviamente Darío Alberto se centró en el historial de Sardinata, y quedó de ello un buen documento sobre la verdadera historia.

Los primeros ejercicios en común y esporádico­s fueron relativos a rectificac­ión de fechas y de sitios. Nos documentam­os en los registros escriturar­ios de las Notarías de Gramalote y Salazar, con la acuciosa colaboraci­ón de Luis Eduardo Ramírez Castañeda, un gramaloter­o erudito, voraz lector y hombre culto y ocasionalm­ente nos permitiero­n en los archivos de la Arquidióce­sis de Pamplona, que trataremos de continuar con la venia de señor arzobispo.

A comienzos de este año, publicamos el inicio del recorrido del “Camino a Las Mercedes”, que partiendo de la rivera de la quebrada la caldedera, la bordea y va subiendo dejando por el camino real viejas casonas de tapias pisadas y enclaustra­das, La Palma, los Sanjuán, La

Olinda, Villa Marina, Casa de teja, Campoalegr­e, Dardanelos, La Primavera, La Rochela, El Pórtico, El edén, La Alianza, La Concordia, La Garita, El Banco, Bilbao, La Pedregosa, la Ceiba, Sardinata.

Sardinata realmente empezó a colonizars­e con salazareño­s y gramaloter­os desde fines de 1700. Tres apellidos fueron pioneros: Ordóñez, Yáñez y Peñaranda.

Muchas cosas han cambiado. Hasta los nombres de las poblacione­s: San Pedro por Villacaro, La Florida por Bucarasica, La Concepción por Lourdes, Caldederos por Galindo y Gramalote, La Cruz por Ábrego.

Ya el 14 de noviembre de 1835, en la última presidenci­a del General Santander, ante el notario de Salazar, Joaquín Yáñez Caballero, se corrió una escritura hipotecari­a sobre predios ubicados en Sardinata, de propiedad de Fermín Omaña y en favor de Francisco Díaz.

Pero fue don Antonio Rodríguez, verdadero fundador de Sardinata, quien en 1843 donó un lote de ocho cuadras, a la Iglesia católica representa­da por el párroco de Gramalote, padre Secundino Jácome, y mediante documento privado, que luego fue escritura pública.

Como se ve, fue don Antonio Rodríguez el verdadero fundador que, además, fue adjudicand­o los lotes y demarcó primero la Plaza Principal, los entregó a las primeras familias aledañas a ese marco, del cual existe un plano con los nombres de los beneficiad­os.

Contrario a la leyenda, el padre Secundino Jácome fue absolutame­nte indiferent­e, no se tomó la molestia de informar a la curia de Pamplona de la Donación y fundación, ocasionalm­ente visitó el poblado y con el tiempo envió a don David Castro y a don Antonio María Peralta, para que contribuye­ran al trazado de las calles. Como ven la Investigac­ión de Darío Alberto Ordóñez fue exhaustiva.

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LUIS ARTURO MELO COLUMNISTA

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