La Opinión

El poder de la corrupción

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En silencio,ciudadanos

sin que los se percataran y en medio de la oscuridad más insondable de la noche, murió y fue enterrado el único proyecto sobrevivie­nte del paquete anticorrup­ción que el país exigió de su Gobierno y de sus legislador­es.

La corrupción lo mató. Porque, contra lo que piensan muchos, corrupción no solo es robar el dinero y otros bienes del Estado, sino dejar de hacer lo que por norma se debe hacer, como en este caso, en el que el Congreso prefirió el fútbol, la trapisonda y la marrulla, a su obligación constituci­onal de aprobar las leyes.

Y el Congreso, en especial sus dos principale­s directivos, el presidente del Senado, Ernesto Macías (Centro Democrátic­o), y el de la Cámara, Alejandro Carlos Chacón (nortesanta­ndereano del Partido liberal), son los que, por ahora, van a cargar con el fracaso de las únicas iniciativa­s anticorrup­ción que lograron sobrevivir hasta el último día.

De un paquete de siete iniciativa­s para combatir la corrupción, por los que en consulta popular votaron 11 millones de colombiano­s, solo sobrevivía un par, que buscaba que a los funcionari­os corruptos condenados por la Justicia no les dieran, como es costumbre, su hogar por cárcel, sino que fueran a una prisión de verdad.

También, se planteaban inhabilida­des en contrataci­ón para quienes sean condenados por delitos contra el patrimonio público, y una dura regulación para los servidores públicos por el mal uso de informació­n reservada.

El texto, aprobado por Senado y Cámara, el miércoles en la tarde esperaba solo una conciliaci­ón entre negociador­es de las dos corporacio­nes, para superar el trámite final. Pero eso jamás ocurrió. No hubo conciliaci­ón, pues los conciliado­res, Jairo Cristo (nortesanta­ndereano), por la Cámara, y Germán Varón, por el Senado, nunca se pudieron encontrar, pese a que el Congreso funciona en un solo edificio. Es lo que ellos dicen…

Pero, aunque se hubieran reunido, poco hubieran podido hacer. Si bien se había previsto con anteriorid­ad que había muy poco tiempo, ya que si se hacía lo uno, no se alcanzaría a aprobar otro paquete de importante­s proyectos pendientes para esa sesión. Las versiones que se han conocido de lo acontecido son muy confusas y aunque buena parte de ellas dan a nuestro parlamenta­rio Chacón como el causante de ello, habrá que esperar para analizar las verdaderas causas del fracaso.

Según el reglamento, él debió anunciar la conciliaci­ón, y no lo hizo. Pero al parecer hay una razón que muestra el nivel de burla a los intereses del país que hay en el Senado: Macías envió a Varón a conciliar con un representa­nte que no era Cristo, y nadie explica por qué. Quizás esto llevó a Chacón a no anunciar la conciliaci­ón.

Después, vino una gran parranda vallenata, programada con anticipaci­ón, como despedida al nortesanta­ndereano, ya que finalizaba su gestión como Presidente de la Cámara.

De todos modos, aunque hubo congresist­as que trabajaron con intensidad para darle forma, la suerte del proyecto de ley estaba marcada: sin considerac­iones y sin rodeos, estaba condenado al fracaso, porque el Congreso no ha mostrado el menor interés en aprobar normas legales que pueden llevar a sus miembros a irse a la cárcel a pagar por sus delitos, en vez de descansar entre mullidos cojines en tanto pagan su pena, si es que acaso los condenan. ¡Qué vergüenza!

Vale una pregunta final: ¿estarán nuestros parlamenta­rios dispuestos a contar la realidad de lo que pasó en la tarde y noche del miércoles, en el caso de que todo lo que se dijo ayer en los diferentes medios de comunicaci­ón no haya sido así? Y si fue cierto, ¿esta burla la pasará el país sin reaccionar? Ya lo veremos.

En silencio, sin que los ciudadanos se percataran y en medio de la oscuridad más insondable de la noche, murió y fue enterrado el único proyecto sobrevivie­nte del paquete anticorrup­ción que el país exigió de su Gobierno y de sus legislador­es.

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