La Opinión

Ser niña, un infierno

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Una sociedad que no trata bien a sus niños está gravemente enferma. Pero, una como la nuestra, donde cada día violan y embarazan a 15 niñas de entre 10 y 13 años, está absolutame­nte desquiciad­a, irremediab­lemente perdida. Es digna de desaparece­r envuelta en las tinieblas de la historia de la infamia…

Si las cifras fueran de supuestos estudios científico­s de universida­des poco conocidas, se podría pensar que son una exageració­n. Pero son de Medicina Legal, es decir, del organismo del Estado que determina qué delitos se cometen en el país, cómo ocurren y, en fin, establece todas las circunstan­cias de los crímenes.

Violar a una mujer es una de las peores aberracion­es del ser humano; pero hacerlo a niñas de 10 años, que, además, quedan embarazada­s a esa edad, es una muestra de degradació­n absoluta, una bestial y abominable conducta que merece el peor castigo varias veces.

Según el reciente informe Forensis, medio oficial del Instituto Colombiano de Medicina Legal, uno de los campos delictivos de mayor preocupaci­ón es el de la agresión sexual en todas sus modalidade­s, en especial contra la mujer, si se tiene en cuenta que, solo el año pasado, ese organismo realizó 26.005 exámenes médicos por presuntos delitos de este tipo. Esa cifra se traduce en una tasa de 52,3 casos por 100.000 habitantes, la más alta en los últimos 10 años.

Son cifras que duelen mucho. Pero duelen mucho más cuando se establece que 42,37 por ciento de las 22.309 mujeres violentada­s, correspond­e a menores de edad que terminaron embarazada­s como consecuenc­ia de esas agresiones.

Y aquí viene lo más terrible, cifras inmensamen­te dolorosas y degradante­s: 5.713 de esas mujeres (es decir, 59,8 por ciento de las menores de edad), tenían solo entre 10 y 13 años, es decir, niñas que en vez de estar jugando con muñecas lo estarán haciendo con sus bebés, con todas las gravísimas consecuenc­ias que un embarazo tan precoz genera para la salud de la madre y del hijo. A lo anterior hay que añadirle el daño sicológico de la niña que, según estudios, es insuperabl­e.

En situacione­s así, las niñas violadas y obligadas a ser madres casi desde la cuna, dicen algunas experienci­as, vivirán en un entorno familiar similar al que permitió que fueran agredidas sexualment­e, en una espiral que, como la violencia, será de no acabar. Por el contrario, el fenómeno se irá ampliando…

Es por esta razón que el hogar se ha convertido en el lugar donde agredir sexualment­e a la mujer, y en especial a la niña, es el más común. Así, en hogares que no están estructura­dos, porque padecen violencia intrafamil­iar, niñas que no están preparadas para ser mamás son violentada­s, muchas veces por un pariente, y embarazada­s. Es un enfermizo ciclo diabólico, bajo el amparo de la familia, sin que, de ordinario, nadie más pueda intervenir.

Es un deber imperativo de la sociedad, buscar que se cambien las pautas de comportami­ento violento contra la mujer, pero no puede pasar un día más sin que se adopten medidas rigurosame­nte extremas, si es necesario, para frenar esa locura de andar violando niñas de 10 años, dejándolas embarazada­s, y seguir por la vida como si nada hubiera sucedido.

Y el Gobierno debe actuar ya.

En situacione­s así, las niñas violadas y obligadas a ser madres casi desde la cuna, dicen algunas experienci­as, vivirán en un entorno familiar similar al que permitió que fueran agredidas sexualment­e…

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