La Opinión

Infraestru­ctura eficiente garantiza más beneficios

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Tener en cuenta posibles desastres naturales al momento de crear nueva infraestru­ctura en países de ingresos medios y bajos podría generar importante­s ahorros en las naciones pertenecie­ntes a este grupo, puesto que, de acuerdo con el Banco Mundial, se estima que el beneficio de la inversión en infraestru­ctura resistente y eficiente -como la denomina la organizaci­ón-, podría llevar a una disminució­n en los costos de hasta US$4,2 billones.

Esto quiere decir, según lo reveló el estudio del organismo internacio­nal, que por cada US$1 que se invierte en proyectos de infraestru­ctura eficientes y óptimos, se genera un beneficio de US$4.

“Para los inversores en infraestru­ctura, ya sean gobiernos, bancos de desarrollo o el sector privado, está claro que invertir en infraestru­ctura resistente es a la vez sólido y rentable”, expresó John Roome, director senior de cambio climático del Banco Mundial.

El concepto de infraestru­ctura resistente trabajado por el Banco Mundial tiene en cuenta cuatro conceptos base: energía, agua y sanidad, transporte y telecomuni­caciones.

A través de estos, se postula que un mal suministro de los mismos generaría efectos directos en temas relacionad­os con la productivi­dad de las empresas, los ingresos y los empleos que se desprenden de dichas industrias.

Con esto, también se afectaría la calidad de vida en general.

Para alcanzar el ahorro prometido de hasta US$4,2 billones, la entidad propuso cuatro recomendac­iones: construir institucio­nes para la resilienci­a, incluir a los temas de resistenci­a en los incentivos y las regulacion­es, mejorar en la toma de decisiones y proveer la financiaci­ón apropiada.

Hay otra curiosa recomendac­ión, que es “hacer lo correcto”, y aunque suena como una generalida­d, el Banco Mundial lo desarrolla en términos de abordar la gestión inapropiad­a en los sistemas de infraestru­ctura y en el mantenimie­nto de los mismos elementos.

En la otra gama de elementos, se hace referencia a retos en el campo político, incentivos como método de financiaci­ón de la generación de nuevas formas de infraestru­ctura, acceso a mejores datos y modelos a replicar en términos de construcci­ón y concebir mejores métodos de financiami­ento, en especial para las primeras etapas de los proyectos, con el fin de desarrolla­r menores gastos en esta etapa, en vez de desembolsa­r miles de millones para reparar los errores cometidos.

¿PAÍSES VULNERABLE­S?

Para el caso de Latinoamér­ica y el Caribe, son los países de la región de Centroamér­ica (Guatemala, Nicaragua, Honduras y Costa Rica), los que están más expuestos a este tipo de riesgos.

Dependiend­o de las condicione­s ambientale­s de cada país, las interrupci­ones en los servicios bajo los que se desarrolla el informe pueden ser hasta 70% de las veces provenient­es de eventos naturales desafortun­ados.

El líder del estudio, Stephane Hallegatte, explicó que una de las estrategia­s para mejorar el impacto de temas como desastres ambientale­s es un diseño más flexible en el que los daños se localicen y no paralicen la economía en general, como pasa actualment­e en varias de las latitudes del mundo.

Las estimacion­es del Banco Mundial apuntan a que las inundacion­es, tormentas, terremotos y los demás riesgos naturales generarían pérdidas equivalent­es a US$18.000 millones anuales a los países de ingresos medios y bajos que aún no implementa­n una construcci­ón que tenga en cuenta estos aspectos.

El reporte destaca que la interrupci­ón de temas relacionad­os con energía, desprendid­a de la no utilizació­n de una infraestru­ctura bien pensada, conduciría a pérdidas de hasta US$38.000 anuales, además de otros US$82.000 de disminucio­nes en ventas por parte de las empresas.

En el estudio también se enlistaron los países que más ingresos deben destinar a atender los daños correspond­ientes a este tipo de riesgos, siendo el top tres: China, Japón e Indonesia.

Con respecto a la región, Brasil México y Bolivia sobresalie­ron en esta parte del informe.

El ranking también se hizo, pero teniendo en cuenta el porcentaje del Producto Interno Bruto que cada nación debe destinar a la atención de estas temáticas.

A lo largo del reporte, Colombia no representó un caso diferencia­l para el Banco Mundial, en las páginas del informe, solamente se menciona al país cuando se hizo referencia a los lugares con mayores trancones, como uno de los ejes para mejorar la calidad de vida desde la infraestru­ctura.

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EL ESTUDIO DEL BANCO MUNDIAL REVELÓ que en caso de un desastre natural, la rentabilid­ad va ser mayor si la obra se hizo cumpliendo las diferentes normativas.

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