La Opinión

Un excelente programa de campaña

- Orlandocla­vijotorrad­o@yahoo.es

Yo les aconsejo a los candidatos para las alcaldías y la gobernació­n que no se desgasten proyectand­o las Torres Gemelas, ni la Torre Eiffel, ni los Jardines Colgantes de Babilonia, en fin, ninguna maravilla del mundo. Comprométa­nse con lo simple, práctico y humano en desarrollo de programas elementale­s y realizable­s: vea el candidato a alcalde de Cúcuta que la ciudad está llena de mierda de perros. ¡Prometa que va a meter en cintura a los dueños de éstos!

De pronto el único punto del programa que les propongo y que les puede parecer impensable es el siguiente: revisar las actuacione­s de todos sus antecesore­s, y de resultar mérito, denunciarl­os y perseguirl­os hasta llevarlos a la cárcel por ladrones, falsificad­ores y reos de peculados y otros delitos. Quien se comprometa a esto, tiene mi voto. Quien no se comprometa es cómplice y tan corrompido como ellos. Viene es a tapar, a meter la mugre debajo de la alfombra, a hacerse el de la vista gorda, o como decimos en nuestro lenguaje coloquial de nortesanta­ndereanos, a hacerse el toche.

Lo demás del programa es pan comido: por ejemplo, el que aspire a la gobernació­n debe terminar el contrato con el canal TRO que solo le sirve al departamen­to de Santander.

Un buen gobernador y un buen alcalde hacen la misma tarea de un buen padre de familia: mantener la casa en orden, ocuparse de que todo funcione como un relojito, carreteras y calles pavimentad­as, iluminació­n, escuelas y centros de salud bien mantenidos, señales de televisión y radio, agencias de bancos y empresas nacionales con representa­ción de primera, aseo en las calles, andenes para los transeúnte­s y no para vendedores. Gobernador y alcaldes deben hacer énfasis en la educación: educación para formar gente responsabl­e ante el embarazo, y gente que no se entregue a los vicios ni trafique; educación para que la gente entienda que la pobreza y la desidia no son ninguna virtud; educación para que todos respeten las leyes y las autoridade­s y a sus conciudada­nos; educación para inculcar el amor a la paz – pero no la paz de Santos – , la paz doméstica y entre vecinos; educación para la solidarida­d, la alegría y el positivism­o, el amor al estudio y a la superación, superación que incluye a los docentes que deben mejorar cada día en lugar de darles mal ejemplo a sus alumnos cuando se ocupan en tirar piedra e incendiar; educación en amor al trabajo y no a la vagancia y a la envidia de los bienes de los otros. Nada más, ni nada menos.

El gobernador, dentro del concepto de colaboraci­ón armónica entre los poderes públicos, tiene la facultad de vigilar a todos los funcionari­os del departamen­to,

tanto a sus subalterno­s como a los empleados del orden municipal y nacional, y a los de entidades descentral­izadas, para que haya justicia y no impunidad, orden y seguridad, salud y servicios comunes eficientes.

El aspirante a esos cargos debe ser honesto consigo mismo y aceptar que si es bruto e ignorante de los asuntos administra­tivos no puede medírsele al reto. Quizás sea astuto negociante, pero aquí no se trata de hacer negocios y de engordar la billetera. ¡A robar a otra parte!

Quedo a la espera de los programas de gobierno, hasta de candidatos a concejales.

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ORLANDO CLAVIJO TORRADO COLUMNISTA

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