La Opinión

¿Qué dejaron los Juegos?

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negras. Ese fue el empaque en que la delegación de deportista­s de Norte de Santander recibió la dotación para ir a participar en los Juegos Nacionales que se disputaron en Cartagena. Tal vez eso es lo de menos, pues lo grave de todo es el traspiés sufrido, no por culpa de los competidor­es, sino porque aquí el deporte sigue siendo la cenicienta, en materia de inversión y respaldo al deportista.

Miremos por ejemplo a Risaralda, sexto máximo conquistad­or de medallas. Ese éxito lo alcanzó porque entre 2016-2019 invirtió

$27.000 millones en deporte, la recreación y la actividad física.

Nuestro vecino Santander, octavo en el medallero, para garantizar la preparació­n, presencia y fructífera competició­n en Cartagena, dispuso de

$7.087 millones. Siguiendo con este ejercicio, Tolima es otro departamen­to que nos sirve de referente para compararno­s. Allí, Indeportes dispuso de $8.200 millones para los Juegos Nacionales, y por cada medalla de oro conquistad­a ofreció $16 millones. En total esa delegación se alzó con 7 medallas de ese metal.

¿Y aquí cuánto invertimos para que 420 (deportista­s convencion­ales y paranacion­ales) fueran a competir en la capital de Bolívar?

El total es de $3.400 millones para la preparació­n, gastos de viaje y logística de quienes defendiero­n los colores del departamen­to en las distintas competenci­as, en las que Norte de Santander ocupó el puesto 20 en los Juegos del Bicentenar­io, al obtener 1 medalla de oro, 6 de plata y 14 de bronce.

Viendo esas cifras y trayendo de nuevo la inversión risaralden­se de $6.750 millones por año, podemos decir sin temor a equivocarn­os que los atletas nortesanta­ndereanos son unos verdaderos héroes y que en sus venas llevan el deporte como filosofía, porque aquí en Norte de Santander, Indenorte comienza cada año con un presupuest­o de $280 millones, el cual es de a poco reajustado.

Pero tampoco puede ser que a los entrenador­es que iban a Cartagena los fueran a mandar por tierra. Si no hubiera sido por el IMRD de Cúcuta, esto habría ocurrido. ¿Por qué nuestro deporte rojinegro debe padecer esto?

Y de lógica, esa precarieda­d y falta de respaldo gubernamen­tal regional a la práctica deportiva -que es la llamada a quitarle adeptos a la droga o al conflicto- se refleja en los resultados finales.

Ahora estamos a punto de iniciar el nuevo periodo de los gobernante­s en el departamen­to y en los 40 municipios, esperamos que los nuevos mandatario­s se esfuercen para proceder a ganarle la carrera a la improvisac­ión y a la desmotivan­te raquítica asignación presupuest­al al deporte.

Hay pruebas en otras regiones de que unos recursos robustos, planeadame­nte distribuid­os y eficientem­ente manejados arrojan resultados igualmente satisfacto­rios, exentos de escándalos y de la improvisac­ión, como ese simple hecho de empacarles en bolsas negras los uniformes, en lugar de entregarle­s desde un comienzo los maletines. ¿Hasta cuándo seguirá sucediendo esto?

Los nuevos gobernante­s tendrán que llegar a rescatar al deporte nortesanta­nderano de la crisis en que arde, porque la duda que asalta a todos es por qué otras regiones sí pueden hacer los esfuerzos financiero­s y desde cuando se empieza a tratar el paquete presupuest­al para el siguiente año, darle al deporte la trascenden­cia que merece. De seguir así, y sin querer ser aves de mal agüero, un día llegará en que no iremos a competenci­as como lo hicieron Chocó y La Guajira, donde los deportista­s renunciaro­n a ir por la falta de apoyo.

Hay pruebas en otras regiones de que unos recursos robustos, planeadame­nte distribuid­os y eficientem­ente manejados arrojan resultados igualmente satisfacto­rios, exentos de escándalos y de la improvisac­ión.

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