La Opinión

A propósito de Santurbán

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Desde siempre se ha oído hablar del páramo de San Turban como riqueza natural que no solo embellece, sino que es fuente de riqueza hídrica porque desde allí se abastecen las regiones de Norte de Santander, que tiene el 72% de su extensión y Santander del Sur con el 28%.

Son 142.000 hectáreas donde asientan poblacione­s con avicultura que abastece parte de los mercados con habitantes laboriosos que mantienen intacta la riqueza natural.

Segurament­e al recorrerlo se siente la mano creadora que el hombre natural ha respetado. Segurament­e así ha sido desde siempre y por siempre deberá permanecer.

Por grandiosa que sea la riqueza artificial nunca podrá superar el mundo natural. Picazo podrá asombrar por la calidad de su pintura, pero esa pintura no podrá superar la belleza de un árbol, la grandeza de una flor, la estética de un perro y de un gato que acompañan a la humanidad desde el comienzo de los siglos.

Todo esto para comentar sobre la perfidia y ruindad de algunos que han destruido la naturaleza con tal de llenar sus bolsillos de dinero.

A un precio que pone en duda la superviven­cia de la especie. Mares y ríos contaminad­os, selvas destruidas, ciudades envenenada­s, que aligeran las enfermedad­es.

Son entre otras los costos que deben pagarse en la llamada civilizaci­ón de ahora.

Lanbidez en busca del oro que todo lo envilece busca acabar con Santurbán y la felicidad que los siglos acrecentar­on.

Surgió la idea de los mercaderes que son los mercaderes de la infelicida­d y ahora van tras Santurbán enloquecid­os. Se dice que estos nuevos conquistad­ores traen la solución a muchos problemas.

La historia enseña que estos conquistad­ores solo dejan desolación y muerte. Sino que lo diga el Catatumbo región llena de naturaleza hasta que los petroleros decidieron arrasarla.

Todo está que se vive ahora en esa región no es más que la secuela de la explotació­n. Todo allí acabo.

Los mismos indios fueron exterminad­os y al irse los que llegaron dejan como producto una herencia maldita. Allí solo manda la violencia atizada por los muchos grupos que se creen dueños de la verdad.

Entonces es bueno recoger las experienci­as locales y mundiales para decir que hay que salvar donde vivió y vive el hombre ahora infeliz.

Todo se destruye en busca de riquezas que no son ciertas porque si se logran son a expensas del hombre natural.

A todas estas es bueno preguntars­e cuál es aporte cívico de los cucuteños en busca de salvar a Santurbán. Casi nula por lo que se ve y se comenta. Sin darse cuenta que están escribiend­o su epitafio. Aquí floreció una civilizaci­ón, acabada por la codicia sin que nada o poco hicieran los que allí moraron.

Se piensa más en el ruido de las cajas registrado­ras que guardan unos pesos que a la larga no se quedan en la ciudad antes que en el porvenir y la herencia que debe dejarse a los que vengan. Por lo menos hacer el intento para salvar lo que aún queda intacto del planeta y entre ellos Santurban que espera seguir en la marcha de los siglos allá en Arboledas, Mustiscua, Pamplona, Salazar y Sisavita.

Diciembre de 2019

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LUIS FERNANDO CARRILLO COLUMNISTA

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