La Opinión

En Polinesia, un apneísta duerme a los tiburones tigres para protegerlo­s

- MIKE LEYRAL

En el Valle Blanco, un sitio de buceo famoso por sus tiburones tigres en la Polinesia, Pierrick Seybald se pone las aletas y salta del barco. El apneísta no les tiene miedo ya que utiliza un método para acariciarl­os e incluso adormecerl­os.

En el lugar hay algunos tiburones de punta negra y blanca, cientos de peces y dos tiburones limón. De pronto, una hembra tiburón tigre, de tres metros, seguida por otra de más de cuatro metros se acercan. Los otros tiburones se van, nadie cuestiona su dominio.

Las dos hembras rodean a Pierrick sin ser agresivas. En la superficie, Kori Garza, bióloga marina de Hawai, observa cualquier cambio en su comportami­ento. Ambas llevan los arañazos caracterís­ticos de su especie y una línea de pesca rota sobresale de la boca de la más grande. Tiene un anzuelo atorado en la mandíbula.

Pierrick, de 34 años, que creció en Rangiroa, un atolón de los Tuamotu convertido en la Meca de los buzos, recupera la respiració­n en la superficie. Kori filma la escena. El apneísta se zambulle nuevamente y se acerca a la hembra, a diez metros de profundida­d.

Inmóvil, deja que el animal se acerque. Cuando llega al contacto, Pierrick pone una mano con un guante en el hocico del tiburón. El animal parece que se duerme y Pierrick le da la espalda, una posición que las hembras sólo adoptan cuando se aparean. El buzo abre la boca del tiburón, sumerge las dos manos y saca el anzuelo en segundos. Luego voltea la bestia de más de 500 kilos, que se despierta inmediatam­ente y se aleja.

Esta forma de catalepsia, llamada “inmovilida­d tónica”, todavía no se comprende bien. Parece estar relacionad­a con el órgano sensorial de los tiburones, llamado “bombilla de Lorenzini”, concentrad­o en su hocico. Es “un sistema en la cabeza del tiburón que detecta frecuencia­s electromag­néticas cercanas”, explica Kori Garza.

“Por lo general, los tiburones lo usan para detectar a sus presas, es posible que también los utilicen en sus migracione­s, utilizando los campos magnéticos de la tierra”, precisa.

ESPÍRITU DEL TIBURÓN

En la mayoría de los casos, los científico­s que estudian a los grandes tiburones deben pescarlos, mantenerlo­s inmóviles y liberarlos minutos más tarde. El método utilizado por Pierrick y Kori permite minimizar el riesgo de lesiones y estrés de los tiburones, afirman.

Ambos fundaron la asociación para la protección de los tiburones +Fundación Ma’o Mana+ (el espíritu del tiburón, en tahitiano). Esperan obtener un permiso de las autoridade­s locales para que su asociación pueda desarrolla­r este método, ya que las interaccio­nes con los tiburones están muy reguladas en Polinesia.

“Quizás esto permitiría poner a estos tiburones en inmovilida­d tónica no después de pescarlos, sino directamen­te en el agua. Esto permitiría tener acceso a estos animales, ponerlos en una posición en la que están como anestesiad­os y nos permitiría, por ejemplo, tomar rápidament­e una muestra de ADN”, ambiciona el doctor Eric Clua, director de investigac­ión en Criobe (Centro de investigac­ión insular y observator­io del medio ambiente) de Moorea y especialis­ta en tiburones.

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