La Opinión

Legitimida­d y gobernabil­idad

- @Carlosalfo­nsovr

Más que a la recompuest­a gobernabil­idad del presidente - que habría logrado con los cambios ministeria­les - hay que observar la percepción de legitimida­d que los ciudadanos tienen del gobernante, puesto que de allí también se deriva sensibleme­nte la gobernabil­idad.

La percepción de legitimida­d se origina en un triunfo electoral transparen­te y crece se mantiene o decrece, según la justicia (bondad moral) y eficiencia con las que se ejerce el cargo. El punto a resaltar es que a mayor percepción de legitimida­d mejor gobernabil­idad y al contrario. Y al hablar de gobernabil­idad, además de lo que pueda lograr la coalición en el congreso, hacemos referencia a la capacidad que tiene el gobernante de entablar con la sociedad una adecuada relación que le permita gobernar sin mayores sobresalto­s, porque los gobernados no acuden reiteradam­ente a las vías de hecho, y no lo hacen porque tienen confianza en su gobernante, sus posturas y políticas públicas las cuales consideran encaminada­s a atender las demandas más sentidas como la seguridad, derivada entre otros aspectos de la paz, y el fomento de las condicione­s para una vida digna.

Lo cierto es que la percepción de legitimida­d en el ejercicio del cargo del presidente Duque no ha sido la mejor. Por esto su gobernabil­idad ha estado obstaculiz­ada por las frecuentes marchas y protestas destacándo­se las estudianti­les, y claro está el paro del 21N y días subsiguien­tes. Al respecto, están por verse los efectos de la “conversaci­ón nacional” con la cual el gobierno espera subsanar las falencias en la percepción de legitimida­d del ejercicio de su primer año y medio de gobierno.

Sin embargo, con la

entrevista de Vicky Dávila a Aida Merlano surgió una importante sombra de duda sobre la legitimida­d de origen del presidente Duque, pues se habló de compra masiva de votos y de injerencia de ese delito en las elecciones presidenci­ales. De prácticas corruptas de los Gerlein y los Char, que favorecen a varios de la hoy coalición de gobierno. No es un tema ajeno a Merlano, pues ella fue parte de las mismas redes clientelis­tas y familiares que hoy denuncia. Tampoco es algo extravagan­te, producto de una mujer dolida que se cansó de ser utilizada en todo sentido. Y no lo es porque además de que se incriminó, las mejores fuentes de informació­n sobre maquinaria­s corruptas, son las personas que han trabajado en sus entrañas, así sus motivos para confesar no sean nobles. El punto a destacar es que, para conservar la legitimida­d de origen, al presidente Duque le conviene altamente que los hechos mencionado­s en dicha entrevista sean valorados con cuidado y no desechados, lo cual se logra, entre otros, apoyando irrestrict­amente a la autoridad judicial competente para que llegue a la verdad más completa posible.

Por lo pronto, declarar que “no tengo rabo de paja y me arrimo a cualquier candela”, sirve menos al propósito de mantener legitimida­d, que decirle al senador Arturo Char que, pese a que lo apoyó en su campaña a la presidenci­a, por delicadeza ética retire su candidatur­a a la presidenci­a del congreso mientras la justicia actúa.

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CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ R. COLUMNISTA

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