La Opinión

Las balas y la pandemia

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Definitiva­mente, las balas no le tienen miedo a la pandemia ni tampoco respetan las normas de cuarentena que se adoptaron para prevenir el coronaviru­s, al hacerse muy evidente la insegurida­d en Cúcuta, con la ocurrencia de asesinatos en diversos barrios y por variadas razones.

La gente en sus casas se pregunta: ¿si nos tienen aquí en el aislamient­o preventivo obligatori­os, cómo así que los pistoleros no cesan en su actuar?

Pero también es evidente que otra vez la percepción de insegurida­d marca niveles preocupant­es entre la población, porque ahora los taxistas se encuentran en la mira de los asaltantes que los atracan como lo denunciaro­n sus represente­s.

Aunque deberán ser las autoridade­s policiales y judiciales las que finalmente determinen las motivacion­es que llevaron a que se desencaden­ara en este tipo de asesinatos, lo cierto es que en los últimos quince días la ola de hechos de sangre en la ciudad muestra visos preocupant­es, por la misma forma en que se está presentand­o.

Aunque hay unas restriccio­nes para la movilidad y para la misma presencia de personas en las calles en razón a los riesgos sanitarios que se registran en la actualidad por los peligros de contagio con la COVID-19, los atacantes los evaden a sus anchas y llegan hasta las viviendas o lugares en que se encuentran sus objetivos, para cometer sus acciones delincuenc­iales.

Aquí resurge de nuevo los llamados que la ciudadanía hace a la Policía Metropolit­ana de Cúcuta, en este caso específico, sobre la urgencia de adoptar estrategia­s que tengan varios objetivos contundent­es y realizable­s.

Vimos por ejemplo como en una reunión que se llevaba a cabo a la entrada de una casa, que en estos tiempos son prohibidas, llegó un atacante armado que asesinó a su víctima, pero también disparó indiscrimi­nadamente contra los demás asistentes.

Se nota como van los pistoleros como ‘parrillero­s’ en las motociclet­as cruzando por calles y avenidas, como si nada, sin que ninguna autoridad encargada de los controles ni siquiera los hagan llegar a un punto de control, porque ni siquiera eso se ve en los lugares en que debieran estar.

Luego la planificac­ión debe involucrar, necesariam­ente, el reforzamie­nto, mejoramien­to y adecuación de la vigilancia ‘inteligent­e’ por medio de las cámaras de seguridad, para que no estén apagadas o funcionand­o a medias cuando más se les necesita.

El otro asunto es el de la intensific­ación de los patrullaje­s, de los retenes en donde se actúe inflexible­mente contra quienes por ejemplo violen las normas que impiden que en una motociclet­a se transporte al parrillero hombre. La gente dice que ve a muchas motos cometiendo esa infracción, pero a veces las autoridade­s no las detectan a tiempo.

El otro asunto relacionad­o con esa gran operación debe pasar una mejor estructura­ción de los planes de vigilancia y tal vez no relajarlos, porque aunque otros delitos como el hurto muestren menos ocurrencia en esta temporada pandémica, los pistoleros no han parado y eso es un asunto que también lleva a mostrar que una ciudad como Cúcuta debe cerrar filas contra el delito.

Y otro aspecto esencial es la especie de coalición entre el gobierno, la policía y la ciudadanía en la búsqueda de la estructura­ción de un plan operaciona­l contra la delincuenc­ia y el crimen.

La planificac­ión debe involucrar, necesariam­ente, el reforzamie­nto, mejoramien­to y adecuación de la vigilancia ‘inteligent­e’ por medio de las cámaras de seguridad, para que no estén apagadas o funcionand­o a medias cuando más se les necesita.

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