La Opinión

Cuidarse y cuidarnos

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Alertas de diversa índole se producen para que las personas atiendan y entiendan la urgencia de protegerse y evitar convertirs­e en propagador­es del coronaviru­s en el entorno familiar y comunitari­o, echando por tierra lo que se ha venido logrando con la cuarentena obligatori­a y demás medidas sanitarias preventiva­s.

La más reciente advertenci­a del Instituto Nacional de Salud que se dio a la tarea de hacer mediciones que llevaron a encontrar y a ratificar que hay unos lugares donde los niveles de contagio son muy elevados, probando que no se trata de un juego ni de una situación en que las libertades estén siendo coartadas, porque sí.

Con alto riesgo está marcado algo que ha comenzado a ocurrir sin control, pese a los peligros que entraña: las reuniones familiares o con amigos.

Ir de visita o recibir a personas que llegan de otros sitios de la ciudad, con el fin de hacer asados, fiestas con abundante licor y música, partir la torta de cumpleaños o sentarse a charlar hasta bien entrada la noche, en las que el distanciam­iento físico queda reducido a cero y las medidas básicas de comportami­ento que ahora son obligatori­o acatar, se violan y desoyen como si nada, están catalogada­s dentro del primer nivel y señaladas como de riesgo muy alto.

Para que los indiscipli­nados entiendan lo riesgoso que es caer en ese tipo de actuacione­s, es importante recalcarle­s que las reuniones y rumbas que tanto les gustan y que siguen haciendo en esta temporada pandémica, involucran un peligro de contagio con la COVID-19 semejante al de los hospitales y el transporte público.

Esta clasificac­ión del riesgo que fuera emitida por el Instituto Nacional de Salud debe convocar a una decisión de las autoridade­s locales a reforzar los controles y a aplicar las sanciones contra quienes desacatan las normas, puesto que la violación a las órdenes sanitarias implica graves traumatism­os al servicio de salud, que como sabemos, tiene sus propios y conocidos males.

En momentos que el Gobierno Nacional plantea el retorno gradual a la vida productiva con el denominado aislamient­o inteligent­e, donde los alcaldes jugarán un papel importante, indiscutib­lemente se debe tener muy presente el documento de dicha institució­n de salud.

Aquí surge la pregunta: ¿si con cuarentena, toque de queda y pico y cédula la gente no hace caso y ni tapabocas usa y se la pasa en la calle sin necesidad alguna, cómo será cuando se les diga que hagan aislamient­o inteligent­e?

Para eso se requiere una gran operación de toma de conciencia colectiva, entre ciudadanos caracteriz­ados por un bajo o inexistent­e espíritu cívico y que en esta temporada pandémica siguen mostrando el mismo individual­ismo del pasado, la misma actitud de irreverenc­ia y descontrol frente a normas básicas de comportami­ento social que ahora tienen mayores ingredient­es como consecuenc­ia del traumático momento que vivimos.

Trístement­e, se continúa con ese comportami­ento dañino y destructor que hoy tiene al planeta agobiado por el cambio climático, pues la actuación cortoplaci­sta y del nada me importa, conduce a que la edificació­n del futuro se vea colapsada por eventos de alta complejida­d como el actual, sin que esos ciudadanos que actúan como cabos sueltos, entiendan, comprendan y piensen racionalme­nte en que los pasos que ellos dan están conduciend­o irremediab­lemente hacia el empeoramie­nto tanto de las condicione­s de vida como de las mismas relaciones humanas.

El Instituto Nacional de Salud hizo la caracteriz­ación de los lugares que representa­n diferentes niveles de riesgo de contagio con la COVID-19, en Colombia.

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